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Radicales revientan la huelga tras dejar un vigilante hospitalizado y daños en facultades

Radicales revientan la huelga tras dejar un vigilante hospitalizado y daños en facultades

Miles de estudiantes paralizan el centro para pedir al Gobierno que dé marcha atrás en la reforma que permite acortar las carreras

JOAQUÍN BATISTA

Viernes, 27 de febrero 2015, 00:03

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Un grupo de radicales volvió a robar el protagonismo a los miles de alumnos de institutos y universidades que ayer salieron a la calle para pedir al Gobierno un paso atrás en su reforma universitaria. Sucedió durante la segunda jornada consecutiva de huelga, que estuvo acompañada de una multitudinaria manifestación que colapsó el centro de Valencia durante parte de la mañana gracias al destacado seguimiento de la convocatoria.

La jornada quedó marcada por el acto vandálico que sobre las diez de la mañana causó la hospitalización de un vigilante de la seguridad privada del campus de Tarongers de la Universitat, que fue trasladado al Clínico por un ataque de ansiedad, según fuentes oficiales del centro. El motivo fue la irrupción de un grupo de alborotadores en una clase del Aulario Norte, donde arrojaron un artefacto casero que causó una importante humareda.

El profesional, que subió con el piquete para evitar disturbios o enfrentamientos con otros alumnos, tuvo que sacar el objeto del aula mientras esta era desalojada por una puerta lateral, según explicaron fuentes presenciales. Como consecuencia del humo y de la tensión del momento, sufrió una indisposición y dificultades para respirar, por lo que tuvo que ser atendido en el propio campus antes de ser llevado en ambulancia hasta el centro hospitalario. En un principio se temió que sufriera una intoxicación, extremo que fue negado desde la universidad una vez se conocieron las pruebas médicas.

Los radicales recurrieron a una lata de cerveza rellena de una especie de pólvora casera que se consigue mezclando azufre y cloruro potásico y que genera una importante humareda una vez prendida. El acto vandálico obligó a cerrar el aulario, lo que no causó demasiados trastornos porque la actividad durante la mañana fue prácticamente nula. El vigilante, un veterano muy conocido en Tarongers, fue dado de alta en la misma mañana.

Los promotores de las dos convocatorias de huelga, tanto los representantes universitarios como los de los institutos, coincidieron en condenar el acto vandálico. Desde la Coordinadora Estudiantil de Valencia, conformada por las asociaciones BEA, Acontracorrent y Sepc, explicaron que contactaron con el personal de seguridad para interesarse por el estado del trabajador, mientras que desde el Sindicato de Estudiantes rechazaron «estas acciones que sólo sirven para criminalizar al movimiento estudiantil».

Más artefactos

Durante la mañana también se produjeron algunos daños, aunque menores, en la Universitat Politècnica, donde se quebró la cristalera blindada de una entidad bancaria, se vació un extintor en un edificio de Industriales y se realizaron numerosas pintadas. Todo apunta a que los autores fueron los mismos que los del aulario, pues en el campus de Vera también se lanzaron artefactos similares.

Además, varios botes sin quemar aparecieron en la parte trasera de Tarongers, justo en la zona donde varios jóvenes fueron retenidos e identificados por agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) al poco de producirse el incidente con el vigilante. Eso sí, algunos miembros del grupo pudieron escapar. No hubo detenciones.

Desde primera hora la policía hizo acto de presencia en las dos zonas universitarias de la capital, lo que permitió que el acceso a las aulas, sobre todo en la Politècnica, fuera normal, pues la mayoría de los piquetes se limitaron a informar de los motivos que sustentaban el paro.

En cuanto a la manifestación, según fuentes de la organización citadas por Europa Press, fue secundada por más de 10.000 personas. Aunque no hubo dato oficial, es cierto que la convocatoria fue multitudinaria y reunió a varios miles de estudiantes contra el real decreto que permitirá, a partir del curso que viene, recortar la duración de la mayoría de grados, que podrán asociarse a másteres de dos años (más caros). Por un lado acudieron a la llamada del Sindicato de Estudiantes (SE), con más peso en los institutos, y por el otro a la convocatoria de la citada coordinadora, que engloba a tres de las asociaciones universitarias más representativas. Pese a que se produjo alguna tensión entre ambos colectivos, que no mantienen relaciones pese a compartir ideología, no hubo que lamentar más problemas.

La portavoz del SE, Ainhoa Murcia, dijo que la reforma «es un nuevo ataque a la educación pública» y señaló que el desembolso que supondrá cursar más años de postgrado «es imposible para una familia trabajadora». Por su parte, Eva Romaní, de Acontracorrent, pidió mejores becas y equiparar el precio del crédito del máster al de grado.

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