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Julio Alberto Bársena en una imagen de su cuenta de Facebook.
La detenida por la agresión con ácido planeó el ataque en el gimnasio del boxeador 'El Tiburón'

La detenida por la agresión con ácido planeó el ataque en el gimnasio del boxeador 'El Tiburón'

La instigadora recibía clases de zumba en el local de púgil y aprovechó los problemas económicos del monitor para pagarle por llevar a cabo la agresión

Arturo Checa

Viernes, 23 de enero 2015, 13:05

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En un bajo de la calle Acequia Real del Júcar de Silla resuena la frenética música latina de una clase de zumba. Una decena de mujeres saltan, giran, suben y bajan los brazos en el gimnasio de Julio Alberto Bársena. Con la persiana del clandestino local casi completamente bajada. Según fuentes policiales, un escenario habitual de peleas ilegales. Otra forma del púgil de meter dinero en su maltrecha economía. Ese gimnasio, con una clase del afamado fitness colombiano como escenario, fue el lugar en el que se gestó el fatal ataque con ácido que esta semana ha dado con los huesos de Ana en la cárcel con una acusación: encargar la agresión que dejó ciego y sin carrera a un joven físico con un único delito: ser confundido con otra persona y tomar una copa en la plaza del Cedro.

En el gimnasio de Silla fue donde, según fuentes policiales, Ana E. L., una vecina del municipio y alumna de zumba de Julio Alberto Bársena, alias El Tiburón, le pidió que le ayudara con una brutal venganza. Arrojar ácido sobre un joven que, según su alumna, la había violado. Un exnovio que se habría propasado con ella. Todo completamente falso. Ana le ofreció 2.000 euros, el último dato que bastaba para vencer la resistencia del púgil, ahogado por los problemas económicos.

A los palos siempre ha estado acostumbrado Julio Alberto. Marcado desde la cuna por el espíritu de lucha. Nació en Resistencia (Argentina) hace 42 años. Y ha llevado una mala vida de directos, ganchos y crochés. Mala porque El Tiburón ganó su último combate oficial de boxeo hace 12 años. Por KO a Míguel Ángel Díaz en Buenos Aires. Y no ha vuelto a triunfar. Su carrera se resume después en un sinfín de golpes y ni una sola miel. 28 derrotas, un nulo y una sola victoria. Pese a ello Julio Alberto no detuvo su juego de piernas. Siguió combatiendo en Madrid, Vitoria, Canarias, Cantabria, Godella, Cheste... Levantó hasta dos gimnasios en Silla, su última localidad de residencia. El segundo de ellos, ilegal, sin licencia alguna. Ganó dinero pintando fachadas, limpiando piscinas, como albañil... Uno, dos, uno, dos, uno dos... Pero los golpes le seguían lloviendo. Acabó arruinado, al borde de arrojar la toalla asfixiado por las deudas. Hasta que la suculenta oferta de 2.000 euros de Ana se cruzó en su camino. Cómo no ayudar a su alumna... Y Julio Alberto truncó en un suspiro la vida y la prometedora carrera del físico.

Pelea de tráfico

Ni siquiera el encargo de Ana fue la primera vez del boxeador. Las mismas fuentes policiales constatan el carácter agresivo, más allá del ring, de Julio Alberto Bársena. Tiempo atrás ya ejerció como matón. Un vecino de Silla le ofreció dinero por tirar de un piso de la calle Valencia a una pareja de inquilinos que no le pagaban. El Tiburón no dudó en saltar a las cuerdas. Irrumpió en el domicilio y amedrentó a los residentes. La Policía Local lo detuvo acusado de allanamiento de morada, daños y amenazas. No fue su único combate civil. Meses antes del dramático asalto de la plaza del Cedro también se vio implicado en un accidente de tráfico en el que amenazó al otro conductor. Los puños siempre incansables del Quebracho (otro de sus motes, en referencia a un alto y robusto árbol autóctono de Argentina).

A Ana, la instigadora de la fatal venganza que ha arruinado el futuro del físico -recibió por error de los sicarios el ácido realmente dirigido al exnovio de la responsable-, nadie parece conocerla en Silla. O nadie quiere hacerlo... "Venían muchas chicas al bajo, no sé...", asegura esquiva una vecina de la calle Acequia Real del Júcar al preguntarle por su identidad. Tampoco desde la Jefatura de Policía dan datos sobre su persona. "Es un tema muy delicado, muy complejo", asegura un portavoz.

Una foto de Facebook del objetivo, una botella con un líquido corrosivo y la certeza de que la noche del viernes 18 de julio de 2014 el joven iba a estar tomando algo en una terraza. Estas fueron las armas y las instrucciones que Ana dio a Julio Alberto. En su labor le acompañó Alberto, un joven con el que trabó amistad en Madrid (ciudad en la que vivía antes de desplazarse a Silla), y José Ramón, el encargado de llevarles en un coche hasta Valencia. Ambos están hoy imputados por los hechos. Allí vieron a Juan Pablo. De rostro redondo y barba. Muy parecido al exnovio de Ana. No comprobaron más. Arrojaron el ácido. Arruinaron una vida al dejar ciego al joven físico. Cuatro meses después eran detenidos. El Tiburón es hoy carne de presidio.

Colgando de una soga

La campana de su carrera sonó hace tiempo para él. La violencia ya le hizo famoso en Madrid. Se marchó de allí con varias investigaciones abiertas por lesiones. Apuraba su vida en un rincón del cuadrilatero. Hace año y medio estuvo a punto de acabar con ella. La Policía Local de Silla lo encontró colgando de una viga. Unos whatsapps que envió a su pareja despidiéndose poco antes de colgarse del techo le evitaron el macabro final. Los agentes llegaron a tiempo de cortar la soga y evitar su muerte. Pero el Tiburón no tardaría en besar la lona.

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