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Indalecio Prieto en una imagen de
El diputado que sacó y amartilló una pistola en el pleno de las Cortes

El diputado que sacó y amartilló una pistola en el pleno de las Cortes

El socialista Indalecio Prieto empuñó su arma en un debate el 4 de julio de 1934 y apuntó con ella a diputados de la derecha

Juan Sanchis

Lunes, 23 de noviembre 2015, 20:35

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Corrían años tumultuosos en España. En julio de 1934 Alejandro Lerroux, cabeza del Partido Radical, estaba al frente de un Gobierno en minoría surgido de las elecciones de 1933. Contaba con el apoyo de la CEDA. La temperatura política se había estado calentando durante los últimos meses y estallaría en octubre con la entrada de la formación de Gil Robles en el ejecutivo.

En estos momentos de creciente tensión política el 4 de julio de 1934 se produjo un intenso debate en las Cortes sobre la situación en Cataluña. El clímax se alcanzó con el discurso de José María Gil Robles, líder de la CEDA. que arremetió contra el gobierno de Azaña por haber hecho demasiadas concesiones a Cataluña entre aplausos de sus correligionarios.

Los socialistas empezaron a increpar a los diputados del partido de derechas. Y a partir de ahí se originó un gran tumulto. Sus señorías se levantaron y empezaron a empujones y los golpes. La trifulca fue en aumento. En ese momento Indalecio Prieto, dirigente socialista y futuro ministro de Defensa, -cuentan las crónicas- empezó a saltar por encima de los escaños y se unió al reparto de mamporros. Prieto, además, sacó una pistola (de todos es conocido que siempre la llevaba encima), llegó a amartillarla y a apuntar al diputado de la CEDA Jaime Oriol, aunque no disparó.

Ante tal caos, el presidente de las Cortes, Santiago Alba, y al no poder detener el tumulto decide abandonar la mesa. Con ello la confusión se vuelve todavía mayor. Nadie quiere ocupar el puesto del presidente y se decretan cinco minutos de pausa.

Alba intentó aprovechar la calma y volvió de nuevo su puesto y trató de reanudar la sesión tras un discurso en la que pidió calma, dignidad y amor a la República. El presidente se refiere expresamente a la pistola que ha empuñado Indalecio Prieto y le pide ayuda para zanjar el asunto.

Prieto toma la palabra y se defiende aduciendo que un diputado de la bancada socialista había sido agredido y que vio a otro parlamentario. Parece que el asunto parece zanjado pero el diputado Jaime Oriol, que había sido apuntado pide a Prieto que identifique al que dice que ha visto con un arma en la mano y cargó contra las formas empleadas por los parlamentarios socialistas.

Hay que tener en cuenta que en esos momentos Indalecio Prieto estaba inmerso en la organización y provisión de armas, como él mismo reconocería y lamentaría más tarde, de lo que se conocería como la revolución de octubre de 1934, un golpe de estado en toda regla que alcanzó su máxima expresión en la proclamación de la independencia de Cataluña y en la rebelión en Asturias.

Un incidente que revela que la tensión política en la II República no se debió solo a los exaltados rebeldes sino que los son calificados como demócratas y defensores de la libertad también tuvieron su responsabilidad. Razón de más para dejar en paz el pasado y mirar al futuro.

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