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Las políticas radicales del tripartito le pasan factura en las urnas

Las políticas radicales del tripartito le pasan factura en las urnas

La gestión de PSPV, Compromís y Podemos en la Generalitat y en muchos ayuntamientos termina disparando los resultados del PPCV

JUAN CARLOS FERRIOL

Lunes, 27 de junio 2016, 02:06

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Los firmantes del Acord del Botànic, la denominación que recibió el pacto político suscrito por PSPV, Compromís y Podemos y que alumbró el tripartito que da apoyo al Consell de Ximo Puig y Mónica Oltra, anunciaron hace pocas semanas su intención de revisar el contenido de este acuerdo político. Desde anoche, esa revisión se ha convertido en urgente. Imprescindible, incluso. Los resultados de las tres formaciones políticas en la Comunitat arrojan un significativo frenazo a unas expectativas que, en el caso concreto de la coalición 'A la valenciana' -formada por Compromís, Podemos y EU- les invitaban incluso a pensar en convertirse en la primera fuerza política en la Comunitat. Esos objetivos se han demostrado excesivos a todas luces. Al partido de Ximo Puig, como al de Mónica Oltra y al de Antonio Montiel, la gestión de este primer año en la administración autonómica le ha pasado factura en las urnas.

El Consell copresidido por Ximo Puig y Mónica Oltra ha dedicado estos doce meses a un ejercicio de abstencionismo en la gestión práctica -que se ha limitado al victimismo frente al Gobierno central con el argumento de la falta de fondos y la mala financiación-, conducido en paralelo a una deriva de política radical, en el que la ideología ha ocupado un papel protagonista. Propuestas que han terminado derivando en significativos frentes abiertos en ámbitos como la educación -el más llamativo-, la sanidad o el debate de los símbolos, y que ahora provocan un retroceso respecto a los resultados de hace un año. Si se añade que a la coalición se había incorporado EU, la decepción se convierte en más significativa si cabe.

Marzà, dedicado a desmontar la gestión del PP

El primer año del Consell del tripartito -en el Ejecutivo sólo se integraron PSPV y Compromís, pero Podemos da su apoyo desde Les Corts- ha sido el de la declaración de guerra a la enseñanza concertada. El conseller de Educación, Vicent Marzà, ha optado por trasladar a la gestión de su departamento toda una batería de medidas dirigidas a desmontar el modelo del PP: se ha modificado la admisión, el modelo de Infantil o las becas, ha desaparecido el distrito único y el Bachillerato de Excelencia. Pero, sobre todo, ha enviado al invierno más absoluto a la concertada, potenciando claramente la creación de unidades públicas (más de 400) en detrimento de las concertadas, que dejan de crecer pese a la demanda. Una gestión que ha derivado en la movilización de los padres y que ha acabado convirtiéndose en polémica de carácter nacional.

Retroceso del castellano en la línea en valenciano

La declaración de guerra a la concertada ha sido un frente, pero no el único. En materia de lengua, el retroceso de la presencia del castellano en las líneas en valenciano -también en el ámbito educativo- se inscribe en esa misma línea de gestión ideologizada que ha terminado abriendo frentes donde no existía necesidad. Y que tiene en una conselleria como la de Transparencia, cuyo principal objetivo es principalmente la revisión de la gestión del PP, su principal ejemplo.

Vinculado a ese mismo ámbito, aunque no principalmente desde el Consell, este año de mayoría del tripartito también ha venido marcado por un significativo arrinconamiento de los símbolos de España. La retirada de banderas y la supresión del himno en administraciones locales gobernadas por estos partidos han capitalizado una gestión que podía tener cierto consumo interno, pero que para la mayoría de los ciudadanos no ha representado ninguna mejora práctica en su día a día.

El caos de Economía con la libertad de horarios

La gestión de estos doce meses del Consell ha contado con situaciones tan insostenibles como la de los horarios comerciales. Con un Ejecutivo autonómico compuesto a partes iguales por consellers tocados y por otros 'por estrenar', la situación del titular de Economía, Rafael Climent, con casi una docena de frentes abiertos en su propio departamento y sin comunicación abierta con los altos cargos del PSPV en su propia conselleria, se ha terminado de convertir en insostenible tras protagonizar un proceso kafkiano.

Economía dejó sin efecto en mayo la restricción de la libertad horaria autorizada poco antes en Valencia y Alicante por los errores en el procedimiento señalados por la Abogacía General de la Generalitat. Y se anunció la recuperación de la medida en dos meses, aunque el plazo aún no ha empezado a contar.

La controvertida gestión en la conselleria de Sanidad

En Sanidad, la gestión de Carmen Montón se vio salpicada primero por la polémica con algunos nombramientos -y en especial, por la confrontación abierta con Mónica Oltra tras la designación de su marido como gerente de Egevasa-. Dos de sus decisiones estrella, la universalización de la atención sanitaria y la eliminación del copago, están recurridas ante el Constitucional. La propuesta de revertir las concesiones administrativas se enfrenta a un complicado proceso. Y la situación de su número dos y la polémica contratación de la hija de ésta han convertido la gestión de Sanidad en una de las más controvertidas.

Una gestión que dispara ya las expectativas del PPCV

En paralelo, el PP valenciano, que sufrió un severo batacazo político en las autonómicas de hace un año -obtuvo un 27% de los votos- se estabiliza por encima del 35% de apoyos, un resultado que, sumado hipotéticamente al de Ciudadanos, le permitiría incluso disponer de mayoría absoluta. Bajo la presidencia de Isabel Bonig, los populares han recuperado ocho puntos en doce meses.

Con una mejoría tan señalada, incluso a pesar de los casos de corrupción que se han destapado durante los últimos seis meses, que permiten a la presidenta regional de los populares no sólo ratificarse en las decisiones políticas adoptadas hasta la fecha, sino comenzar a mirar también el objetivo de 2019 -fecha prevista para las próximas elecciones autonómicas- con cierto grado de optimismo.

Puig no rentabiliza la presidencia del Consell

El PSPV repite prácticamente los resultados de hace un año. La formación que lidera Ximo Puig, también presidente de la Generalitat, no rentabiliza la gestión al frente del Gobierno autonómico. Un año después, disponer de la gestión de un presupuesto de 17.000 millones de euros y de la firma en el DOCV no le sirve a los socialistas, que pagan también su falta de implicación de Blanquerías en el desarrollo de la campaña. Los continuos encontronazos con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el papel protagonista que Puig ha querido desempeñar en la batalla orgánica de los socialistas le han hecho olvidarse del desarrollo de la campaña.

Ciudadanos resiste pese a su brecha interna

Ciudadanos resiste. Y esa circunstancia, visto lo visto a lo largo de los últimos doce meses -y dado el retroceso del partido a nivel nacional- es muy significativo. El partido que lidera Albert Rivera mejora dos puntos su porcentaje de voto respecto al 24 de mayo en la Comunitat. Y pese al cambio de líder en Les Corts -la marcha de Carolina Punset y la designación de Alexis Marí-, la división interna entre exPP y exUPyD, la marcha del representante en la Diputación de Alicante y la división en algunas votaciones, la formación naranja mantiene el número de escaños.

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