Borrar
Urgente Detienen a una abuela y a su nieto menor de edad por traficar con drogas en la Ribera Baixa
Manuel Tolsá, retratado por el pintor Rafael Ximeno.
Manuel Tolsá, el ilustre valenciano que construyó el México neoclásico

Manuel Tolsá, el ilustre valenciano que construyó el México neoclásico

El próximo jueves se cumple el 260 aniversario del nacimiento del enguerino más ilustre de la historia

ÓSCAR CALVÉ

Sábado, 29 de abril 2017, 23:51

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El 23 de marzo del año 1748 un terrible terremoto de magnitud 9-10 en la escala de Richter y con epicentro en Montesa segó decenas de vidas, provocando asimismo el colapso del notable castillo de aquella localidad. Algunas réplicas posteriores no estuvieron exentas de tintes dramáticos. En Enguera, según las fuentes de la época, el temblor de tierra «arruinó la iglesia, hizo caer la sacristía, mató al cura, a una mujer en su propia casa, etc». El temor se apoderó de los vecinos, así que decidieron retirarse a campo abierto, abandonando la villa. Podemos imaginar unas escenas que no distarían mucho de las que hoy nos ofrecen los informativos ante tragedias similares. Por fortuna, en muy pocos años y gracias a la ayuda financiera del rey Fernando VI, la actual capital de La Canal de Navarrés experimentó una rápida y profunda recuperación.

En ese contexto nace el protagonista de esta semana, Don Manuel Vicente Agustín Tolsá y Sarrión. Si el nombre les parece largo, esperen a conocer la increíble trayectoria de este enguerino que transformaría Ciudad de México en el quicio de los siglos XVIII y XIX. Tiempo atrás les escribí sobre el eminente arquitecto valenciano Rafael Guastavino, aquel que dejó su impronta la pasada centuria en multitud de edificios estadounidenses merced al sistema que patentó de construcción ignífuga. Ajustándonos al calendario, y más que merecidamente, hoy es el turno de Manuel Tolsá, un imponente arquitecto, brillante escultor y eficaz ingeniero que en Ciudad de México cuenta con una consideración sólo comparable a la que tiene el inigualable Miguel Ángel Buanarrotti en su amada Florencia. No crean que exagero. Tolsá fue el autor de algunos de los edificios más representativos de la capital mexicana, dejando su huella incluso en la catedral. Además, fundió la escultura más conocida de la ciudad y elaboró los cañones destinados al servicio del Tribunal de Minería de la Nueva España (institución del gremio de mineros al amparo de las penurias económicas de la corona española). Enterrado en una de las instituciones religiosas más antiguas de México que había sido fundada por el propio Hernán Cortés, Manuel Tolsá cuenta por supuesto con su propia plaza en el centro histórico de Ciudad de México. No cabe duda, el enguerino más universal merece un vivo recuerdo, máxime cuando encarna el cénit del ingenio valenciano allende nuestras fronteras.

El próximo jueves se cumple el 260 aniversario del nacimiento de Tolsá. El 4 de mayo de 1757 vino a este mundo Manuel Vicente Agustín Tolsá y Sarrión. Creció en su Enguera natal, entonces en pleno proceso reconstructivo a causa del seísmo ya mencionado, una circunstancia que según diversos expertos pudo influir de manera determinante en su posterior obra. Quizá aconsejado por el arquitecto paisano Fray Francisco Cabezas, Manuel Tolsà se desplazó a Valencia con objeto de formarse como artista en la recién creada Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Basándose en la práctica habitual de la época, la especialista Ana María Buchón sitúa este episodio hacia la adolescencia de nuestro protagonista. Más tarde (1780) se trasladó a Madrid, donde ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, evolucionando como artista al servicio del estado. Las habilidades de Manuel Tolsà le proporcionaron una gran oportunidad en 1790: ser director de escultura en la Academia de San Carlos de Nueva España. El 22 de julio de 1791 llega a México, urbe en la que perpetuaría su apellido, tanto por su brillante obra como por linaje. Aquel mismo año, el ayuntamiento le encargó un conjunto de lo que hoy denominaríamos obras públicas, como la mejora del drenaje y del abastecimiento de aguas de la ciudad. Sólo fue una lanzadera. Pronto sus obras gozarían de gran impacto artístico. En 1794 casó con María Luisa Saénz Télles, con la que tuvo nueve hijos que acompañarían la madurez intelectual de Manuel Tolsá.

'El Caballito'

Un trabajo escultórico lanzó al enguerino al estrellato artístico. La estatua ecuestre de Carlos IV, conocida popularmente como 'El Caballito', fue comisionado por el Virrey de la Nueva España, un personaje proclive a la excesiva adulación al monarca. A Manuel Tolsá le llevó su tiempo crear esta obra maestra. Si en 1796 se realizaban festejos para conmemorar la inauguración del pedestal con una escultura leñosa provisional (reconozco que también me sorprendió la noticia), sería el 9 de diciembre de 1803 cuando se dio a conocer al pueblo la obra definitiva. Su ubicación original advierte su grandiosidad. Se hallaba en el centro de la Plaza Mayor de México, frente a la catedral. Para el resalte de 'El Caballito' se reformó la plaza, con una evidente inspiración en la plaza miguelangelesca del Capitolio, en Roma. El naturalista alemán Alexander von Humboldt, uno de los exploradores más notables de la historia -que gozaba por lo tanto de un exquisito criterio cultural-, estuvo presente aquel día de diciembre de 1803. Aludió a la estatua ecuestre de Carlos IV como a una de las obras cumbres del arte universal, advirtiendo que en ese género sólo quedaba a la zaga de la escultura de Marco Aurelio del siglo II d. C., ubicada a la sazón en la plaza romana citada. 'El Caballito' de Tolsá pesa cerca de 20 toneladas y, según algunos estudios, es la segunda estatua de bronce fundido más grande del mundo. Que pueda admirarse hoy roza el milagro. El retrato ecuestre del Borbón incluía un carcaj o aljaba (cesto de flechas que evocaba al pueblo azteca) pisoteado por el caballo que montaba el monarca. Una vez conseguida la independencia mejicana en 1821, aquel monumento parecía tener los días contados. Poco antes, en 1816, una úlcera gástrica había acabado con la vida de Tolsá, así que no pudo siquiera imaginar las vicisitudes de su escultura, tapada con una carpa mientras decidían en qué convertirla, si en cañones o monedas. Por suerte, la sensibilidad de algunos eruditos evitó su destrucción. 'El Caballito' que incomodaba al pueblo pero que deslumbraba al visitante fue reubicado varias veces en diversas plazas menos representativas y con un enrejado protector, hasta que en 1978 se instaló en su actual ubicación, la Plaza Manuel Tolsá, frente al Palacio de Minerías.

Precisamente, este edificio fue el primer trabajo arquitectónico del de Enguera en Nueva España. Considerada obra cumbre de la arquitectura neoclásica en América, Tolsá diseñó y construyó la sede del Real Tribunal de Minería entre 1797 y 1813. Resulta llamativo que al comenzar esta tarea no dispusiera del grado de arquitecto, que le fue otorgado de manera poco ortodoxa en México. Al menos eso indican algunas publicaciones. Sea como fuere, su pericia fue recompensada con el premio más deseado por cualquier arquitecto. Manuel Tolsá intervino en algunos aspectos ornamentales del edificio por excelencia de la ciudad, la Catedral de México. Parte de los remates escultóricos de la fachada principal son de sus manos, y no pocas autoridades indican que Tolsá pudo retomar en aquellas figuras influencias de las esculturas que durante se infancia se levantaban en la remodelación de su pueblo natal. Las trazas de la extraordinaria arquitectura de Tolsá se plasmaron en otras ciudades, sirva de muestra su diseño del llamado Hospicio Cabañas, edificio emblemático de Guadalajara (México).

Los cañones reales

Altares principales de hermosas iglesias, fuentes, obeliscos, bustos. La ingente producción del enguerino se dejó sentir en heterogéneas formas, también en la armamentística. España, sumida en intensos conflictos internacionales, solicitó colaboración humana y técnica al Tribunal de la Minería. Destacaban 100 cañones de campaña que realizó Manuel Tolsá, muy posiblemente por su habilidad en la fundición mostrada en "El Caballito" y por su estrecha conexión con la institución impulsora, a la que le estaba construyendo su nueva sede. Tolsá lideraría una fábrica que implicó a más de 50 operarios, y que, como en casi todo lo que se embarcó, llegó a buen puerto. Cuesta creerlo, pero uno de los más brillantes renglones de oro de Enguera está escrito en México.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios