Una victoria épica del Valencia Basket ante el Baskonia desde el corazón (82-83)
San Emeterio da un paso al frente para otorgarle al Valencia Basket el primer punto de la semifinal en la que fue su casa
Juan Carlos Villena
Martes, 30 de mayo 2017, 19:40
Fernando San Emeterio. Sólo su nombre valdría para escribir una crónica, poner el resultado y no decir nada más. El cántabro demostró anoche en Vitoria, por si alguien tenía alguna duda, que es uno di noi. En Italia, donde Totti es despedido entre lágrimas, sería idolatrado sin excepción. Por todas las aficiones. En España también, aunque haya gente que quiera darle un toque chiringuitero al baloncesto del mal llamado 2.0. San Emeterio lo ha pasado mal desde el final de la Eurocup, escuchando algunas soflamas de esas que hace el cuerpo quiera pedir el petate y perderse en un viaje largo. Lo haría cualquier persona normal.
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San Emeterio decidió hablar sobre la pista. Sobre esa que hizo que toda la selección española llorara su injusta ausencia de los Juegos de Río, Llull el primero, y sobre esa que un día se llevó para siempre en el recuerdo con aquella canasta que le dio una Liga al Baskonia. Sobre esas tablas mudas del Buesa Arena ayer lideró la histórica victoria del Valencia Basket. Más allá de sus 24 puntos y 31 de valoración puso el corazón. Y cuando uno pone el corazón en su trabajo tiene ganado el cielo. Aunque haya gente a la que le guste escupir al viento. El marcador de Buesa Arena reflejaba un 77-70 a falta de cuatro minutos y medio, tras un mate de Shengelia. Era la hora de los valientes y, afortunadamente, Pedro Martínez va sobrado de ellos. Con más o menos energía, pero valientes. Dubljevic rompió el parcial del Baskonia (77-72) y San Emeterio administró el último litro de gasolina que le quedaba en el depósito. Primero con dos canastas marca de la casa, rompiendo tobillos y cuellos para bailar por la zona hasta encontrar el aro (77-76) y después con un triple de esos que se recuerdan para siempre. Con 80-78 recibió el balón con la determinación del que sabe que la va a meter. Eso no se entrena se tiene. La metió. Vaya si la metió. Con el 80-81, parcial de 3-11 para los taronja, al Baskonia le entró el vértigo.
El partido entró en el barro, donde nadie salió contento por los palos que fueron de un lado a otro. Es tan viejo como el deporte, tan lícito es tensar el segundo partido tras una derrota (Sito Alonso es un maestro como ya demostró en la serie de cuartos de final de 2015 cuando entrenaba a Bilbao Basket) como no hacer ni caso a esa presión. Sastre anotó desde el tiro libre los dos puntos que resultaron ganadores, tras un robo providencial de Sikma (80-83). Ledo contestó con una canasta rápida a falta de medio minuto. El último tiro para el Valencia Basket fue a las manos de Diot, que falló un triple. Restaban cuatro segundos y Sastre cometió falta sobre Ledo. El conjunto valenciano no estaba en bonus. Larkin se jugó el último triple... pero falló. Desde ese instante comenzó a disputarse el segundo episodio de la serie. Sito Alonso se puso la camiseta y alzó la bandera: «Voy a revisar el vídeo y sacaré una conclusión. Incluso perdiendo el segundo me veo capacitado para ganar allí los dos partidos». Cartas encima de la mesa. Trinchera. Como en 2015 contra Carles Duran. Aquel día fue aquello de que en Valencia no saben lo que es tener una afición como en Bilbao. Ahora es si voy 0-2 a la Fonteta me veo capacitado de ganar los dos allí. Una frase para la hemeroteca. El conjunto valenciano derribó varios pequeños muros con su épica victoria en el Buesa Arena. Nunca había ganado un partido de playoff en Vitoria, donde acumulaba cinco derrotas y nunca había vencido el primer partido de una semifinal cuando se disputaba lejos de la Fonteta. En los cinco precedentes, tan sólo comenzó ganando la eliminatoria en la que tuvo ventaja de campo, frente al Unicaja en 2003. En las cuatro semifinales que disputó con desventaja de campo logro ganar dos partidos para volver a la Fonteta con un 1-1. Pero siempre fue en el segundo, no el primero. Ahora, con 0-1, toda la presión mañana es para el Baskonia. Más allá de la bravata de Sito Alonso, los jugadores del conjunto vasco son conscientes de que una derrota les pondría muy complicado el pase a la final. Por cierto, con el triunfo el Valencia Basket recuperó el factor pista en la semifinal. Ese que perdió en la derrota frente al Murcia en el último partido de la Liga Regular. El que provocó la pitada en la Fonteta. Ahora, con más calma, lo que si se aseguraron los taronja es que tendrán la oportunidad, pase lo que pase el partido de mañana, de poder finiquitar el pase a su segunda final en casa. Una gran oportunidad. El partido comenzó caliente. Muy caliente. Con la antideportiva posiblemente más temprana de la historia de una semifinal de la ACB, señalada a Sikma al medio minuto tras una falta sobre Diop. Muy lejano en el tiempo para esa revisión de vídeo que Sito Alonso realizó anoche. El Valencia Basket despertó tras los primeros golpes del Baskonia (14-9) liderados por Dubljevic. El montenegrino fue clave en el parcial de 3-10 que devolvió la igualdad al marcador al final del primer cuarto (22-21). Le tocó sufrir en el segundo, donde un apagón en ataque le llevó al descanso con más dudas de las necesarias. Un bajón en la intensidad ponía el partido donde lo quería el conjunto local (41-33).
El Baskonia aprovechó la inercia del tercer cuarto para poner la máxima renta (45-35). Primera alerta roja y, de nuevo, un paso al frente de San Emeterio. Con Sastre como mejor escudero. El Valencia Basket se volvió a sacudir los nervios de encima con otro parcial de 2-11 (47-46) que contestó Larkin con un triple más adicional (51-46). Otro golpe del que, de nuevo, salieron los visitantes a flote gracias a otra canasta de San Emeterio. Larkin había encontrado por entonces sus mejores sensaciones, y otro triple suyo elevó de nuevo la máxima renta (60-50). Con los valencianos de nuevo tambaleando llegó otro fogonazo de carácter, esta vez de la mano de Oriola que cerró el tercer cuarto con un triple (64-58). La historia de los últimos diez minutos ya está contada. Fue la del equipo que nunca se fue del partido y que, tal y como reconoció Pedro Martínez, hizo la famosa táctica del cnejo de Manel Comas. Todo el partido atrás... pero dando el golpe final. El del corazón.