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Oblak despeja un disparo de James.
El mejor Madrid sólo iguala al Atlético más gris
cuartos de final

El mejor Madrid sólo iguala al Atlético más gris

Oblak hizo seis paradas de mérito para mantener el empate contra un rival que fue superior en todo durante la primera mitad

Rodrigo Errasti Mendiguren

Martes, 14 de abril 2015, 00:04

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El Real Madrid ofreció su mejor versión en el Calderón, pero ni siquiera eso le sirvió para vencer a un plomizo y gris Atlético, que sujetado por los guantes de Jan Oblak se presentará en el Santiago Bernabéu con un 0-0 que le deja en la situación deseada por su técnico: un gol en campo ajeno, manteniendo el habitual buen hacer defensivo, puede ser suficiente para colarse en semifinales. Esta vez Simeone resultó perdedor en el duelo táctico. El Cholo apostó por Mario Suárez y Gabi en el centro y Siqueira en el lateral. Lo del defensa, en principio, parecía más lógico, porque aunque no ha rendido como esperaba al menos era un especialista para la zona y podía aprovechar espacios si Bale no cumplía con la tarea encomendaba. Fracasó de modo grosero y fue un aliado blanco. Pese a todo, sorprendió más la decisión del argentino de dejar a Tiago en el banquillo, por su aplomo, sentido táctico y experiencia en este tipo de duelos. Enfrente, Ancelotti fue fiel a sus ideas y apostó por el equipo de gala con Bale replegado en las acciones defensivas. El once preferido del presidente, colocado en un 4-4-2 como el que se vio en el Camp Nou. Mismos hombres pero otro equipo, ya que sobre todo el Real Madrid mostró una enorme actitud de funcionar como bloque. A diferencia de los otros tres encuentros jugados ante el mismo rival en el mismo estadio demostró argumentos de vigente campeón europeo. Sólo le faltó la definición para haber roto con la mala racha tras Lisboa.

El Madrid superó el temido arranque local moviendo rápido el balón y siendo efectivo con él, con intensidad, anticipándose ante un Atlético en el que Koke no aparecía. Mala señal para el Atlético, que apenas salía de su campo y se refugió en el buen hacer de Oblak. Sólo las protestas de sus hinchas tuvieron ese grado de intensidad imaginado antes del pitido inicial. Cada acción a balón parado era jaleada como si el duelo se estuviese disputando en Ibrox Park. En ese arranque tuvo las mejores opciones, si bien la más clara llegó por un error ajeno. Oblak se hizo gigante ante Bale después de que Godín, el mariscal del juego árero, errase en el despeje al tratar de despejar. De cabeza dejó, sin desearlo, la bola muerta al galés, que centrado, como si fuese un penalti, apostó por la potencia y el esloveno repelió para alivio rojiblanco.

Asentado en el equipo tras ser héroe en octavos el esloveno sacó buenas manos, no dudó por alto y sobre todo demostró cuajo para una cita así en la que alguno de sus colegas menguaron en esa portería. A la media hora, mostró concentración al repeler un zurdazo lejano de Bale raso. Y después también despejó otro zurdazo de James, al que también le robó un gol con una mano mágica en un zurdazo cercano. La dinámica era bien distinta a la vivida en los precedentes más cercanos. De hecho, recordaba a algún duelo de la era pre-Simeone. El recuerdo más cercano con el Cholo era la primera mitad del Camp Nou. A merced del rival, que llegaba por la banda diestra como autopista. Siqueira sufría y sufría, Bale llegaba y Carvajal doblaba. Parecía el momento ideal para que el Real Madrid golpeara primero a su rival, pero le concedió aire por su falta de puntería. Al punto de que un mal despeje de Ramos generó la primera ilusión local. Griezmann golpeó rápido desde la media luna a la media vuelta, pero Casillas no le había perdido ojo a la acción y resolvió sin problemas.

Modric, brújula blanca

El descanso parecía el oasis que debía alcanzar el Atlético, que pese a estar plomizo y ausente del encuentro alcanzó el primero de los cuatro cuartos de la doble cita a salvo. Desdibujado, llorando la ausencia de Tiago y queriendo salir a la contra olvidando que ya no está Diego Costa, sino Mandzukic, que apenas pudo ganar una carrera a un Varane que dejó la boca abierta a todos con un sprint ofensivo de 70 metros. El galo fue otro de los que brilló en un Real Madrid al que sólo le faltó la puntería para pasar del notable al sobresaliente. Disparó diez veces, pero se fue de vacío por Oblak, que demostró las razones por las que está en el top 10 de los porteros más caros de la historia. Hizo seis paradas decisivas para que en la caseta el Cholo apretase a los suyos con todo por disputar.

La duda radicaba en si el Real Madrid mantendría el ritmo que marcaba el certero Modric, el diapasón del juego blanco. No pudo lograrlo y a medida que pasaban los minutos el combate se igualó. El Atlético, que había imaginado un duelo cerrado como el de la Juventus, se estiró y una cabalgada por banda de Juanfran terminó con un cabezazo de Arda que al menos mantuvo a la afición local metida en el duelo. Luego llegó el codazo de Ramos a Mandzukic, que más allá del penalti provocó que los locales tuviesen que jugar varios minutos con uno menos mientras se atendía al croata. Su regreso fue alocado, al punto de que su ansia por forzar una tarjeta casi le cuesta irse expulsado. Cierto es que recibió un puñetazo en la tripa de Carvajal que pudo ser penalti, pero parecía pasado de revoluciones con poco positivo que aportar a los suyos. Cada vez que se acercaba al banquillo a que le cortasen la sangre, regresaba más enfadado. Kroos probó desde lejos mientras el Atlético buscaba los dos contra uno en banda a Marcelo con Juanfran, Arda y a ayuda de Koke.

Ancelotti optó por la calidad de Isco y metió arriba a Bale, mientras Simeone optaba por la fuerza de Raúl García en lugar de Griezmann. En teoría, eso significaba más gente en el centro que podría atascar el juego. Y polémica. Por fuerza y en barullo accedió el Atlético a la fase final del encuentro con opciones reales de llevárselo. Simeone creyó en ello y pese a meter a Torres dejó a su guerrero serbio.

En los minutos finales hasta se notó que Casillas estaba presente. Falló en una salida y tapó sobre la línea un remate de Raúl García tras una melé. El 0-0 deja satisfecho al Atlético, que aún recuerda que fue su renta para viajar a Londres, y contenta a medias al Real Madrid, que ni en uno de sus mejores días fue capaz de superar al vecino, que cada vez es más molesto.

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