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Dos Valencianos para el Siglo XXI en la cúspide del arte

Miguel Falomir y Manuel Borja-Villel están al frente de los principales museos del país. Los directores del Prado y del Reina Sofía, respectivamente, ocupan cargos de máxima responsabilidad artística | Los gestores culturales valencianos reciben el premio de LAS PROVINCIAS por su incontestable contribución al enriquecimiento cultural de la sociedad desde la dirección de dos de las pinacotecas más importantes del país

Carmen Velasco

Valencia

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Domingo, 22 de octubre 2017, 01:07

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Manuel Falomir: «Al IVAM y al Bellas Artes hay que procurarles medios»

Miguel Falomir
Miguel Falomir / Óscar Chamorro

El responsable de la pinacoteca nacional confiesa que nunca se ha sentido «más pequeño que en la Capilla Sixtina»valencia. Si ha de elegir una obra con la que se sienta representado, Miguel Falomir (Valencia, 1966) encuentra similitudes en «el pensativo Jovellanos retratado por Goya». Si se trata de decantarse por un pintor, no duda: «No me atraen los pintores malditos. Rubens fue un hombre muy culto, cosmopolita, que supo disfrutar de los placeres de la vida y que pintó maravillosamente». El arte clásico es su trabajo y su vida: «No me he sentido más pequeño que la primera vez que visité la Capilla Sixtina». No tiene vocación de director de museo: «Ni siquiera ahora. Soy un historiador del arte y el Prado me ofrece, por la riqueza de su colección y sobre todo por el modo como se ha reunido, un campo de estudio que no encuentro en ningún otro museo». Falomir está a gusto en la pinacoteca nacional, a la que llegó con 30 años, pero desde la pasada primavera es su director.

-¿Cómo es el Prado que desea?

-Quiero que sea un museo abierto a todos que sepa hacer compatible el rigor académico con el disfrute ameno de sus colecciones. Me temo que el principal obstáculo para conseguirlo será el de siempre: el económico.

-En los pocos meses de mandato al frente de la pinacoteca, ¿ha tenido tiempo suficiente para saber cómo se puede articular la relación entre el Prado y el Museo de Bellas Artes de Valencia?

-Entre los dos museos ha existido siempre una relación fluida que se mantendrá e intensificará en el futuro. De algún proyecto hemos hablado.

-¿Qué obras del museo valenciano son deseadas para exhibirlas en el Prado? Si pudiera apropiarse de algunas, ¿cuáles serían?

-El San Pío V posee una extraordinaria colección de pintura gótica española, mejor que la del Prado. No me importaría tener en el Prado los grandes altares de Gonçal Peris, Miquel Alcanyis o Gerardo Starnina.

-Desde la distancia y desde el despacho de la pinacoteca nacional, ¿cómo se ven los museos de la Comunitat?

-Creo que la situación es mejor que hace unos años, sólo hay que comparar los perfiles profesionales de los actuales gestores del IVAM y el San Pío V con los de sus predecesores. Lo que hay que hacer ahora es procurarles los medios para llevar adelante sus proyectos.

-¿Cuál fue la última exposición que visitó en Valencia por interés personal?

-Siempre que vengo a Valencia acudo al San Pío V. La última vez visité la exposición de Pinazo sobre retratos y cuadros de historia.

-¿Cómo recibe un galardón, como Valencianos para el Siglo XXI, que llega desde su ciudad natal?

-El setabense José de Ribera afirmó que «España es madre amantísima para los forasteros y madrastra cruel para sus hijos». Me alegra poder decir que no es mi caso.

-LAS PROVINCIAS premia conjuntamente a los dos directores de los principales museos del país por su contribución a la vida cultural. ¿Qué destaca de la trayectoria del actual responsable del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel?

-Haber convertido el Reina Sofía en un actor ineludible en el mundo del arte contemporáneo. Me lo comentaba hace unas semanas el editor de una importante revista de arte inglesa y estoy totalmente de acuerdo.

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Manuel Borja-Villel: «El arte crea espacios de afecto y relaciones de humanidad»

Manuel Borja-Villel
Manuel Borja-Villel / Óscar Chamorro

Cumple una década al frente del centro cultural y afirma que es un signo de madurez democrática que las instituciones artísticas queden al margen de la políticavalencia. La primera vez que visitó el Reina Sofía fue en septiembre de 1990 y estaba al mando de la Fundación Tàpies. Hubo un aviso de bomba y abandonó apresuradamente el edificio. Luego volvió y se quedó en él. Desde el 22 de diciembre de 2007 dirige el centro de arte contemporáneo y a final de año tiene pendiente la renovación. «Mientras me aguanten continuaré... Tengo fama de superpesado y creo que me soportarán unos pocos años más. Todavía hay proyecto por desarrollar», asegura Manuel Borja-Villel (Burriana, 1957).

-Si no le pregunto por el Guernica, que cumple 80 años en 2017, ¿se extrañará?

-Sería la primera. Es una obra icónica, reflejo de una etapa muy concreta del país y símbolo de la república, de la transición, de los exiliados... Las grandes obras son elementos del deseo que atraen una y otra vez, que generan nuevos relatos y nuevas comunidades de afectos. Picasso lo creó en una época en la que se creaban imágenes de la guerra y ahora estamos en una guerra de imágenes.

-No se cansa de hablar del Guernica, tampoco de la dirección del Reina Sofía...

-Me encanta la cocina del museo: montar e inaugurar una exposición, trazar los grandes planes, trabajar con grandes coleccionistas... Me gusta todo, aunque resulta pesado la complejidad administrativa porque hace que el trabajo más creativo sea más difícil. Desde el Reina Sofía se aprecia que la precarización del mundo de la cultura es universal. Uno de los méritos de una institución como el Reina Sofía radica en que realiza trabajo de estrato, de acumulación y de no adanismo. Es un museo querido y siempre lleno, algo que demuestra que el arte contemporáneo interesa.

-No ha mencionado la relación de la dirección con los responsables políticos...

-En la década de los 90, cuando estaba Carmen Alborch como ministra de Cultura, se pactó que las grandes instituciones quedaran al margen de la política y es un signo de madurez que así sea.

-¿El mejor museo del mundo puede permitirse no tener visitas?

-Sí, el mundo del arte funciona como un ecosistema en el cual todo acaba adquiriendo un sentido, pero no podemos ver las cosas aisladas. Si la cultura fuera elitista y nadie fuese a los museos, tendríamos un problema. La forma de relacionarnos con el mundo era antes la religión y ahora es el arte. Éste nos permite crear fisuras, espacios de afecto, relaciones de humanidad... Da la sensación de que la cultura se debe medir con el beneficio inmediato y esta visión economicista es un gran error.

-¿Cómo valora el premio Valencianos para el Siglo XXI?

-Es importante el premio para la instutición y para el equipo del Reina Sofía. A nivel emocional, valoro especialmente que el reconocimiento proceda de la Comunitat.

-El galardón es compartido con Miguel Falomir. ¿Cómo valora la trayectoria del director del Museo del Prado?

-La relación entre instituciones es buenísima y entre nosotros, fraternal. Los museos deben estar dirigidos por profesionales del mundo de la cultura donde la prioridad sea el arte y las personas, en lugar de los números. Falomir es un gestor comprometido que encarna este perfil.

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