Gran expectación a las puertas del Palacio de Justicia

Una nube de periodistas siguió rápidamente los pasos de Enrique Ortiz a su llegada a los juzgados, a las diez de la mañana. El empresario dijo estar «tranquilo y bien», pero nada más. Prefirió que su defensa hiciese de portavoz. Entre la multitud de trabajadores de los medios de comunicación, un espontáneo simuló ser informador y aprovechó para preguntarle a Ortiz si el magistrado «le iba a poner el culo fino, fino, fino». Otros, más elegantes, le pedían a la salida un empleo en alguna de las firmas de su grupo empresarial. Personajes que, como el que ofreció una lluvia de flores a Castedo cuando se dirigía a declarar ante el juez, volvieron a poner la nota anecdótica a la jornada.