De izquierda a derecha, Anna Valentín, Carles Gago y Pedro Zorrila . JLBort

Los ecologistas reclaman «ambición política» para salvar la Albufera

Entidades verdes debaten en LAS PROVINCIAS acerca del impacto del cambio climático en el paraje

Gonzalo Bosch

Valencia

Domingo, 14 de septiembre 2025, 00:55

Un nuevo curso ha comenzado y LAS PROVINCIAS mantiene activa la lucha por mejorar la protección y cuidad del Parque Natural de la Albufera. Si antes de despedir la temporada se reunió a las tres administraciones que forman parte de la gestión del paraje, (Ayuntamiento de Valencia, Confederación Hidrográfica del Júcar y conselleria de Medio Ambiente), ahora son las entidades ecologistas, principales activistas del cuidado del medio natural, quienes conversan en el sofá -que conmemora los 160 años de este periódico- acerca del impacto del cambio climático y su impacto sobre el mayor tesoro del patrimonio natural valenciano.

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Tras los efusivos y amables saludos entre los ponentes, el jefe de Coordinación y Canales de esta casa, Jorge Alacid, invitó a los protagonistas de la conversación a iniciar el debate. De esta manera, conversaron Pedro Zorrilla, responsable de Cambio Climático de Greenpeace; Anna Valentín, delegada Seo Birdlife Comunitat; y Carles Gago, director de proyectos de Xaloc. Sin tapujos, y para ir directos al turrón, a los protagonistas se les pidió reflexionar acerca de cómo está afectando el cambio climático a la Albufera. «Es un problema que afecta a todos los ecosistemas litorales. El mar gana terreno a la tierra y se están salinizando los acuíferos. Si la Albufera ya tiene problemas con la llegada del agua de calidad, la salinización del litoral afecta aún más. Del mismo modo, el aumento de la temperatura afecta a algunas especies», aseguró Gago.

Continuando con la intervención del representante de Xaloc, Anna Valentín aportó que «El cambio climático provoca situaciones de estrés a los ecosistemas. En el caso de la Albufera, tenemos un ecosistema ya estresado por otras razones, por lo que el estrés se acumula aún más». Pedro Zorrilla, mientras tanto, asentía y compartía la misma opinión: «El cambio climático intensifica otros problemas que ya padecen muchos humedales y que son evidentes en la Albufera».

Los tres ponentes parecían seguir una línea de argumentos muy parecida y llegaron a un punto de conversación evidente. La dana es un ejemplo de los efectos del cambio climático sobre el entorno natural. «La dana fue un ejemplo más del cambio climático, debe ser una llamada de atención a que debemos tomar medidas», aseguraba Zorrilla. Valentín secundaba las palabras del miembro de Greenpeace, y quiso matizar que la barrancada del 29-O afectó de manera diferente a la parte norte de la Albufera con respecto a la zona sur: «El paraje sufrió los efectos de la riada, pero demostró su capacidad como humedal de frenar las grandes avenidas. Tras un impacto inicial de los sedimentos, la Albufera ha vuelto a un estado previo al 29-O que no era bueno». Carles Gago aportaba a la intervención de su compañera: «La Albufera, como humedal, podríamos decir que salvó vidas. Si queremos que la Albufera nos cuide, cuidémosla nosotros a ella».

Mientras conversaban, sobrevolaba la idea de que el episodio de la dana podría marcar un antes y un después para la Albufera. Un punto de partida para, esta vez sí, darle el trato que merece para recuperarla. «Ojalá este trágico evento nos ayude a ser más conscientes para dar el cambio, que nuestra actividad con la Albufera sea más sostenible. Medidas que al principio costarán, pero que a la larga nos beneficiarán porque mejoran el estado de la naturaleza», comenzaba Pedro Zorrilla, a lo que se sumaba Gago: «Todas estas medidas obligarían a cambiar nuestro modelo socioeconómico pero el objetivo final es mejorar nuestra calidad de vida. La población está mucho más concienciada de lo que parece representar por parte de las administraciones. Falta ambición política para poner encima de la mesa medidas que hay que hacer».

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Y es que, según los ecologistas, la sociedad vive más concienciada con respecto a los cuidados y compromisos con el medio Ambiente. «La perspectiva histórica ha vivido un cambio. Episodios como la dana hacen consciente a la gente. Lo que falta es ambición política», repetía y remarcaba Anna Valentín. De hecho, Pedro Zorrilla apoyaba esta afirmación con datos registrados por su entidad, Greenpeace: «en las encuestas que hacemos de cambio climático, más del 80% de la población demanda más medidas políticas medioambientales. Hay un consenso generalizado que en otros ámbitos dudo que se de tan amplio. Sin embargo no se reproduce en las políticas que se ponen en marcha».

Con tanta referencia a la clase política, los ponentes fueron preguntados acerca de lo que pedirían a la clase política para mejorar la protección de la Albufera. «Les pido que cumplan la normativa vigente. Con eso ya sería feliz. El plan de cuenca marca unos objetivos que no estamos cumpliendo. Eso nos tiene que levantar y alarmar. Segundo, quizá no sea necesario tanto dinero pero sí un plan hidrológico gestor para saber cómo gestionar el agua que se necesita y como se usa. Cuando consigamos eso, a por más», sentenció Valentín de manera contundente. «En las administraciones, hay funcionarios y técnicos buenísimos y que tienen muy claro que hay que hacer. Lo que falta es que el que está por encima diga que vamos a por ello. El político debería ser un buen gestor de equipos que deje trabajar a los técnicos que saben lo que hacer», pedía Carles Gago. «Muchas veces dicen que falta personal para tramitar presupuestos. Yo les pido medidas de reconstrucción, adaptación y bajada de emisiones. Reconstruir para que se aprenda, adaptarnos al cambio climático y aplicar la normativa vigente, que parece algo básico y no se respeta», terminaba Zorrilla.

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Dentro del ejercicio de este periódico por concienciar a la sociedad en el cuidado del paraje, los ecologistas trataron de desgranar cómo hacer partícipe a la población de esa necesidad de protección. «Mostraría un punto fuerte. Con buena gestión del agua y los hábitats se ven los resultados. Hay que enseñar los tantas artificiales y sacar el lado sentimental de la gente», propuso Anna, a quien acompañaron los otros dos participantes. «Tenemos que decirles que tenemos un tesoro… todavía. La gente debe entenderlo e implicarse sentimentalmente», añadía Carles Gago, a lo que Zorrilla apuntaba, «y contar con la gente de la Albufera. Si implicamos al que vive la Albufera día a día y les facilitas ese conocimiento y sentimentalismo, puede ayudar a que su actividad sea más consciente». «No habrá una Albufera mejor sin contar con todas las gentes que viven con ella», apoyó Anna.

Todos mostraron una actitud positiva hacia el cambio. Los tres creen que se ha mejorado en le cuidado del planeta, pero hace falta mucho más. Es insuficiente. En un ejercicio de imaginación, se pidió a los protagonistas que se trasladaran a un mismo encuentro de conversación como el que estaban viviendo, aunque dentro de 10 años. ¿Cómo creen que afrontarían el debate acerca del estado de la Albufera? «Yo soy un positivo patológico. Creo que cuando volvamos a hablar de ello habrá mejorado la situación. Y estaré agradecido, porque la próxima vez también habrá políticos y empresarios en este debate, lo que demostrará que ha mejorado la colaboración entre todos los agentes», aseguró Carles Gago. «Necesitamos mucho más consenso, necesitamos un espacio exclusivo como Doñana y mar menor. Yo no veo el agua transparente, pero sí un mejor estado de conservación y un mayor consenso», cerró Anna Valentín. «'Por fin nos hemos puesto las pilas, ojalá lo hubiéramos hecho hace diez años', creo que diré. Habremos mejorado, pero aún vamos a tardar a llegar a ello», terminó Zorrilla.

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