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Venta de flores de CBD en una tienda especializada en Nuevo Centro. Damián Torres

El 'boom' de las tiendas de cannabis en Valencia

En menos de tres años se han multiplicado los locales de venta de productos legales de marihuana y hay unos 90 en la ciudad

José Molins

Valencia

Lunes, 30 de octubre 2023, 00:57

Oír el nombre de cannabis o marihuana siempre suele estar relacionado con temas de drogas. Lo cierto es que en buena parte es así, ... pero hay otro lado que cada vez se empieza a conocer más, ya que no para de crecer en Valencia y que es perfectamente legal. Se trata de las tiendas que venden productos derivados del cannabis, que no contienen sustancias psicotrópicas y que se pueden usar de muchas formas. En menos de tres años se han multiplicado los comercios de este tipo y hoy en día se cuentan unos 90 en la ciudad.

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Se trata de las tiendas que venden lo que se denomina CBD, que es el cannabidiol, un componente de origen vegetal producido naturalmente por la planta. También están los 'grow shops', que comercian con semillas de marihuana. Ambas tienen licencia de actividad en el ramo de floristerías y todos los productos que venden son legales. La clave es que ningún producto lleva más del 0,2% de THC, que es el principal constituyente psicoactivo del cannabis. Es decir, la sustancia que sí está considerada como droga. Del primer grupo hay en torno a 30 en Valencia, mientras que los locales de semillas son unos 60 en la ciudad. La inmensa mayoría de estos locales han abierto sus puertas en los últimos tres años.

Lo primero es conocer la legislación. El abogado Mariano Lorente tiene mucha experiencia en litigios sobre drogas. «La sociedad lo tiene normalizado, porque se considera algo tendente a la legalización, y por ello hay un vacío legal. Se pueden vender semillas pero no puedes cultivarlas. Puedes tener dos plantas pero no una plantación», explica el letrado valenciano. «Todos los productos que no tienen THC, que es lo que te coloca, son legales. Ya sean cremas, aceites con extracto de marihuana, todo eso siempre ha sido legal. De hecho la marihuana si es macho es el cáñamo, que se ha cultivado toda la vida, pero si es hembra tiene cannabis. El problema viene cuando se vende algo con THC», señala.

Aceites y productos cosméticos de cannabis en la tienda CBD. D. Torres

Todo lo que se comercializa debe contener como máximo ese 0,2% de THC, pero para Lorente no es sencillo demostrarlo. «Es un mundo complejo porque no hay una regulación clara, es muy difícil comprobar que realmente tiene menos de esa cantidad. El cultivo a gran escala es ilegal, pero para consumo propio es legal. Y aun así, aunque sea casero, si lo vende o lo distribuye, aunque sea sin beneficio, es ilegal también», explica el abogado.

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En pleno centro comercial Nuevo Centro, José y Álex, dos amigos desde la infancia, han abierto dos locales de venta de productos CBD. En pocos meses han tenido éxito y han abierto un tercer local en la Malvarrosa. «Lo que más pide la gente son flores de uso ornamental, cada uno es libre de usarlo a su manera, y también aceites. No tienes que fumarlo, no tiene combustión. Es un aceite, son muy buenos y tiene efectos beneficiosos», expresan. Por su casi nula carga de THC lo comparan con la cerveza sin alcohol. «Es como un placebo. Tiene efectos relajantes, oxigena la sangre y tus glóbulos rojos se multiplican. Provoca relajación, alivio muscular, menos estrés, ayuda psicológicamente, hace que te mantengas estable. Ayuda a dormir y a optimizar la memoria. El efecto en los músculos es de relajación, pero no hace nada, ni altera psicoactivamente ni nada», cuentan los dos socios.

Uno de sus clientes es Asier, que suele ir a comprar a su tienda a menudo. «Antes fumaba pero dejé el THC, el cannabis ilegal, y me pasé al CBD, que es legal. Lo que busco es el sabor, relajarme sin estar atontado, y así puedo seguir trabajando. Puedo continuar haciendo mi vida, ya que con lo otro me quedaba tirado en el sofá. Suelo comprar una bolsa con flores que se huelen, el cogollo de CBD. Uso algún vapeador, y algún otro amigo viene también a comprar aquí», comenta. Se lleva una pequeña bolsa de flor de cannabis que le puede durar «unos cuatro o cinco días» y vale 12 euros.

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Zoila Soca es propietaria de la tienda Family Tree también en Valencia. «El 90% de nuestros clientes destinan los productos CBD para el cuidado de la salud, la prevención de enfermedades o el tratamiento a las adicciones al tabaco y a la marihuana, y sólo el 10% de los clientes podría entenderse que lo usan con fines lúdicos, y no suelen ser recurrentes, al no encontrar en nuestros productos el efecto narcótico que buscaban», asegura.

50 tipos de productos

En estas tiendas de CBD venden unos 50 tipos distintos de productos derivados del cáñamo, como complementos y suplementos alimenticios, infusiones, flores de cáñamo, aceites, cremas corporales y faciales, bálsamos para tratar dolencias específicas, productos de higiene personal y belleza, alimentos y algunos productos para las mascotas. Eso sí, todos los productos son para mayores de 18 años. Lo que no venden allí, al estar prohibido, son los que provocan efectos psicoactivos, daño a la salud, o que no cumplen las medidas higiénicas necesarias para su comercialización. Serían por ejemplo flores recubiertas con extracciones puras, hachís, extracciones puras de cannabinoides, o vaporizadores de líquidos con cannabinoides sintéticos.

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Según explican Álex y José, cada producto se puede usar para múltiples cosas. «Para infusiones, se utilizan como aceites, como flores ornamentales, aromáticas, se puede fumar en cigarro o en pipa, incluso como un añadido aromático en la comida. Se puede usar tomando de varias maneras, con unas gotas debajo de la lengua, cada uno como quiera», indican. Un tubo de aceite de 10 ml vale 25 euros, y se suelen ingerir unas tres gotas diarias. La edad media más habitual de clientes suele estar entre los 30 y 35 años. «Es gente que no quiere sentirse mareada, no busca evadirse de lo que tiene que hacer, que debe ir a trabajar y no puede sentirse mal por haber fumado pero sí quiere ese sabor. Pero no sentirse colocado», apuntan.

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