De antiguas oficinas de la zona portuaria de Valencia a apartamentos turísticos
Los nuevos alojamientos para visitantes están ubicados en una manzana donde cohabitan un taller mecánico, una gasolinera y un centro de Crossfit
Rosana Ferrando
Valencia
Miércoles, 26 de noviembre 2025, 00:30
Housing Marítim es uno de los muchos bloques de apartamentos turísticos que han tomado la calle Juan Verdeguer, en El Grao. Este se encuentra en ... el número 4, en el cruce entre las antiguas industrias y las nuevas promociones. Su existencia, que tiene menos de un mes, resume la transformación que vive Valencia: de ser las oficinas de un taller a convertirse en un conjunto de apartamentos turísticos. Comparte manzana con la nave de Glass Drive, que recuerda la historia industrial del barrio y un gimnasio moderno que encaja con la estética residente de a zona. Estos apartamentos se han sumado a la zona de forma discreta. Muchos vecinos ni siquiera han reparado en su existencia. Ahora son un punto más en los mapas de las apps de reservas de apartamentos turísticos.
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Durante años, este edificio fue parte de la empresa de Glass Drive, que abrió en los años 90. En la planta baja trabajaban mecánicos que instalaban lunas en los coches y en la primera planta, donde ahora hay camas para las personas que deciden pasar unos días en la ciudad, pasaban la jornada laboral los administrativos que gestionaban la reparación de cristales. Hoy, Glass Drive solo ocupa la parte de abajo porque los dueños vendieron parte del edificio. Por ello, desde que los apartamentos abrieron, se mezclan el sonido de las maletas arrastradas por el suelo con el típico ruido de taller.
La transformación no sorprende a nadie que conozca el rumbo urbano de la Capital del Turia en los últimos años. Justo a lado de Housing Marítim hay una finca entera dedicada al alquiler y enfrente hay varios bajos usados para estancias de corta duración. La turistificación se ha acelerado especialmente en los barrios cercanos al puerto, el Cabanyal y Alameda. El paisaje cotidiano del barrio cambia: menos persianas se levantan a las ocho para ir a trabajar y hay más puertas con códigos secretos que dan paso a pequeños 'hoteles' en cualquier esquina.
Conforme la ciudad abre sus puertas al turismo internacional, proliferan los pisos turísticos, las rehabilitaciones, aunque tengan que ser en antiguas oficinas, y la sustitución de las viviendas tradicionales por inversiones centradas en la rentabilidad a corto plazo. Pero, como siempre, la transformación urbana no se entiende solo con la infraestructura, sino por la gente que vive en ellas.
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En Juan Verdeguer las opiniones están repartidas. Alejandra, vecina del barrio desde hace años, cree que estos cambios «han sido para mejor». Para ella, el lugar donde están estos apartamentos son una mejor opción que una estructura abandonada. «Mientras no haya problemas con el ruido o la fiesta, a mí me parece bien», dice. Representa a una parte del vecindario que ve la renovación como forma de revalorizar la zona y darle vida.
Pepita tiene una opinión muy distinta: «Este fenómeno es un gran problema para el barrio». Según ella, la identidad se diluye a medida que aumentan los pisos turísticos y disminuyen los residentes de siempre. «El Grao pierde su esencia. Antes nos conocíamos todos, ahora cada semana hay caras nuevas», cuenta molesta. Para Berta, la llegada de apartamentos turísticos no son una mejora, sino el síntoma de una Valencia más cara, rápida y menos habitable para quienes la sostienen desde hace décadas.
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Reme, una mujer mayor, recuerda cuando su marido trabajó en aquellas oficinas que ahora son pequeños habitáculos. Ahora, la administradora italiana que trabaja allí ya no gestiona reparaciones de cristales, sino que organiza entradas y salidas de gente con maletas.
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