Condenados a once años y medio de cárcel por el asesinato de un hombre en San Marcelino
Los acusados confiesan que acuchillaron y dispararon a su víctima de forma sorpresiva tras bajar del vehículo, pero se les rebaja la pena por su drogadicción
El crimen de Adolfo David Beltrán Sancho, el hombre de 49 años asesinado de seis cuchilladas y un disparo por la espalda junto al centro de salud de San Marcelino en septiembre de 2022, se ha saldado con una condena de once años y medio de prisión para cada uno de sus dos asesinos tras reconocer los hechos en el juicio celebrado por conformidad este mediodía en la Audiencia Provincial de Valencia.
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Blas M. G. y Tomás M. M., vecinos de la localidad albaceteña de Alpera, han reconocido que atacaron a su víctima de forma sorpresiva y sin darle posibilidad de defensa, de ahí que se les condene por un delito de asesinato, y no de homicidio. Los acusados han declarado mediante videoconferencia, desde el centro penitenciario en el que se encuentran presos desde que el grupo de Homicidios de la Policía Nacional los arrestó seis meses después del crimen.
Tras el acuerdo de conformidad alcanzado por sus defensas, no será necesario formar al jurado popular y el presidente del tribunal ha dictado sentencia in voce. El Ministerio Fiscal solicitaba penas de 23 años y medio de prisión para cada uno de ellos, pero la defensa, ejercida por el letrado Juan Carlos Navarro, ha logrado que se les rebaje a la mitad al contemplarse las atenuantes de reparación parcial del daño, por haber abonado antes del juicio 80.000 euros en concepto de indemnización, y la atenuante analógica de drogadicción.
Los hechos ocurrieron el día 10 de septiembre de 2022, sobre las 17.30 horas de la tarde, cuando los dos acusados se desplazaron a Valencia desde Alpera (Albacete), municipio donde ambos residían, cada uno en su vehículo y provistos de un arma blanca y de un arma de fuego corta.
A su llegada a Valencia, sobre las 19.45 horas, los dos acusados se reunieron con su víctima, Adolfo David Beltrán, de 49 años, con quien habían quedado previamente. Los tres subieron en el Volkswagen Golf, propiedad de Tomás M. M., y se dirigieron a la calle Salvador Perles de Valencia. Así, a las 20.30 de la tarde, los tres bajaron del vehículo y cuando la víctima se encontraba de pie junto a la puerta del conductor, los dos acusados «le atacaron conjunta y simultáneamente», con las armas que portaban, con la clara intención de matarlo. Uno de ellos le clavó hasta seis veces la navaja en el hemitórax izquierdo, llegando a perforar el pulmón en cuatro puntos, mientras que el otro le disparó con la pistola que portaba por la espalda, afectando la arteria aorta abdominal.
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Las heridas causadas eran mortales de necesidad, y afectaron zonas vitales, provocando que Adolfo David falleciera desangrado poco después. Tras cometer su crimen, ambos acusados regresaron a Albacete en sus vehículos pasadas las diez de la noche.
Un asunto de drogas
Según ha quedado acreditado, la víctima no tuvo posibilidad de reacción y defensa alguna durante el ataque homicida, al ser este sorpresivo, y además ser realizado por «dos personas armadas en actuación conjunta».
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Además de los diez años de prisión por el delito de asesinato, se les condena también a un año más de prisión por un delito de robo con violencia, al arrebatarle una cadena de oro que su víctima portaba en el cuello, tasada en 397 euros. Y seis meses de cárcel por la tenencia ilícita de armas, ya que ambos carecían de licencia para portar armas de fuego.
En concepto de responsabilidad civil los condenados deberán indemnizar de forma conjunta y solidaria a la hija de 19 años del fallecido, a su mujer, a sus padres y a sus dos hermanos, con un total de 338.000 euros.
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La considerable rebaja de los 23 años y medio de cárcel a los que se enfrentaban, que se queda en un total de once años y medio, se debe a que tras el acuerdo alcanzado se contemplan dos atenuantes, tanto la reparación parcial del daño, por haber pagado antes del juicio 80.000 euros. Así como la analógica de adicción a sustancias estupefacientes, aunque sin llegar a afectar a sus capacidades volitivas e intelectivas. Ambos sabían lo que hacían cuando atacaron por sorpresa a su víctima con dos armas distintas para acabar con su vida por un asunto relacionado con las drogas.
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