Borrar
Urgente Detenido un hombre por intentar matar a cuchilladas a otro en Llíria
Calefactor de terraza. LP
Veto a las terrazas de invierno

Veto a las terrazas de invierno

Algunas ciudades de Francia ponen coto por antiecológicas a las estufas de exterior en bares y restaurantes. En España no se plantea

INÉS GALLASTEGUI

Martes, 7 de enero 2020, 01:21

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Rennes se convirtió el 1 de enero en la primera gran ciudad francesa en prohibir las estufas de exterior en bares y restaurantes por su contribución al cambio climático. En España, donde muy pocos ayuntamientos han barajado una medida similar -entre ellos, el de Madrid bajo el bastón de Manuela Carmena- y ninguno ha llegado a aprobarla, los ecologistas aseguran que el uso de estos calefactores que aparecieron con la prohibición de fumar en los establecimientos representa un derroche energético «absurdo e insostenible». Los hosteleros, en cambio, creen que su huella de carbono es ínfima y que eliminarlos causaría un perjuicio social y económico. «Donde hay terrazas hay vida», subraya Kino Martínez, secretario general de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Gipuzkoa.

La capital bretona, de 215.000 habitantes, es la primera, pero no la única: Burdeos, Lille y París, donde los concejales verdes presentaron una moción en ese sentido el 12 de diciembre, estudian medidas similares.

Como en Francia, en España la proliferación de 'setas' calefactoras en las terrazas fue un efecto directo de la aplicación de las leyes antitabaco en bares y restaurantes. La interdicción total del humo en los locales cerrados se produjo allí en 2006 y aquí, en 2011. En los años siguientes, los empresarios comenzaron a instalar diferentes sistemas para caldear el ambiente y hacer más llevaderas las salidas para fumar de los adictos al cigarrillo, que a menudo optaron por quedarse fuera mientras tomaban su consumición. Muchos no fumadores acabaron acompañándoles.

El fenómeno supuso la desestacionalización de muchas terrazas, que pasaron de instalarse solo en primavera y verano a hacerlo todo el año. La turística San Sebastián, donde seis de cada diez establecimientos hosteleros tienen mesas en la calle, es un ejemplo de este 'boom': en 2007 solo 170 de las 392 licencias, el 43%, eran anuales; en 2017 ya eran 585 de los 683 permisos, el 85%.

En Rennes la medida responde a un consenso amplio, tanto político como social, tras un periodo de consultas. «Nadie calienta la terraza de su casa. ¿Por qué íbamos a hacerlo en el espacio público?», se interroga Marc Hervé, concejal de Comercio, quien recuerda que la emergencia climática «está en todas las conciencias».

¿Cómo contribuyen estos aparatos al calentamiento global? «Todo tiene impacto. El kilovatio más limpio, más sostenible y más barato es el que no se consume», subraya Rodrigo Irurzun, portavoz del área de Energía en Ecologistas en Acción. Las estufas de gas producen dióxido de carbono y las eléctricas, que no contaminan en el lugar de consumo, sí lo hacen en el momento de la generación de la energía, sea cual sea su fuente: nuclear, carbón, eólica o solar.

Su impacto ambiental parece modesto, reflexiona, pero pequeños gestos sumados pueden frenar el efecto invernadero. «Calentar la calle para tomarse un café es superfluo; es un derroche absurdo», subraya el ingeniero, que incluso pone en duda la legalidad de los veladores. El Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE), recuerda, establece que la climatización de espacios abiertos solo puede realizarse mediante el uso de energías renovables. Por el contrario, si se trata de espacios cerrados climatizados, la misma norma prohíbe mantener sus puertas abiertas. Para tener la consideración de zonas de fumadores, las terrazas deben ser descubiertas (sin techo) o cubiertas pero rodeadas de un máximo de dos paredes, incluida la fachada.

En Bretaña la decisión de erradicar las terrazas calefactadas contó con el respaldo de la Unión de Comercios e Industrias de Hostelería (UMIH). «¿Cómo les explicamos a nuestros hijos y a nuestros clientes que un aparato de 2.000 vatios calienta la calle en 2019 en Francia?», se preguntaba hace unos días François de Pena, presidente de los empresarios del sector en el departamento de Ille-et-Villain.

Los hosteleros, en contra

A este lado de la frontera el debate ni siquiera está encima de la mesa. Madrid descartó la prohibición porque sus efectos de cara al clima eran «inapreciables» y no compensaban el perjuicio causado a la actividad económica y a la vida diaria de los clientes, asegura Emilio Gallego, secretario general de Hostelería de España.

A su juicio, a medidas como la adoptada en Francia les sobra «efectismo» y les falta «un análisis técnico serio». Por ejemplo, recuerda, la gran mayoría de los calefactores de terrazas en el sector de la restauración utilizan como combustible gases licuados del petróleo (GLP) -butano o propano-, los mismos que usan los vehículos con etiqueta 'eco' a los que se permite la entrada en las zonas restringidas al tráfico en las grandes ciudades. Para Gallego, la postura de los consistorios galos es incluso «un poco frívola», en un país que, como Francia, es la segunda potencia mundial en generación de energía nuclear, que emite poco CO2 pero genera peligrosos residuos. También vería incoherente perseguir las estufas exteriores en ciudades que, como Madrid, han sustituido las ecológicas escobas por sopladores de hojas de gasoil ruidosos y contaminantes.

La Agencia de Medio Ambiente y Sostenibilidad de Zaragoza concluyó en un estudio realizado en 2017 que, en el escenario más desfavorable -estufas de gas butano, encendidas ocho horas al día y cuatro meses al año-, harían falta 1.700 aparatos para generar el 1% de las emisiones de CO2 que producen las calefacciones del sector residencial, más de 400.000 toneladas anuales. En la capital aragonesa solo cien de los 1.800 establecimientos con licencia de terraza disponen de calefactores, por lo que su contribución al cambio climático sería incluso inferior. Con estos datos, el consistorio consideró que era más rentable centrarse en mejorar la eficiencia de los sistemas de climatización y restringir el tráfico rodado, principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero.

Gregorio García, presidente de los hosteleros granadinos, ve muy lejana una prohibición de los radiadores en una ciudad con 1.200 terrazas, un clima «magnífico» para estar en la calle en todas las estaciones y donde la ocupación del espacio público por los negocios de restauración ha sido pactado entre el Ayuntamiento, los empresarios y los vecinos. «Granada vive del turismo y los servicios. Sería muy perjudicial», zanja.

Para Kino Martínez, hay que defender las terrazas, también en invierno. «Claro que habrá que reducir la huella de carbono de los calefactores, pero si los eliminamos, la gente se irá a sus casas y encenderá la calefacción allí», argumenta. Más en un momento en que predomina un tipo de consumo -compras online, 'boom' de las series, comida para llevar- que nos repliega hacia los hogares. «En la cultura vasca, en la cultura mediterránea en general, la socialización se produce en torno a los espacios de la hostelería en las calles, las plazas y los barrios, es donde nos vemos y hablamos, y eso no ocurre en otros lugares del mundo. Cualquier ataque a esta forma de socializar es un ataque a nuestra cultura», subraya.

Espacio para fumadores

  • ¿Cuánto contaminan? Según la consultora Carbone 4, cuatro estufas de gas encendidas 8 horas contaminan como un viaje de 350 km en coche.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios