Un albañil español que cobra 8.000 euros en Suiza: «El trabajo es exigente y no apto para cualquiera»
El joven explica que el sueldo mínimo trabajando en la obra es de 3.000 euros, pero que se puede ir ascendiendo hasta superar los 8.000
Mar Georga
Sábado, 2 de agosto 2025, 01:02
Rafael Cubero es un albañil cordobés que en el año 2012, a la espera de mejorar sus condiciones económicas, decidió mudarse hasta el país helvético para trabajar en la obra. «Entré como peón y cobraba unos 4.400 francos brutos. Tras descontar el seguro médico, el alojamiento y otros gastos, me quedaban unos 3.000 euros limpios. Era la primera vez en mi vida que podía ahorrar algo de dinero», explica en sus redes sociales.
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No obstante, no todo fue un camino de rosas. El español tuvo que enfrentarse a numerosas dificultades, entre las que se encuentran la barrera del idioma, la soledad, los altos precios y la dureza de su trabajo. «Los tres primeros años viví en un contenedor prefabricado, compartiendo baño y cocina con decenas de obreros. El trabajo era duro, pero el salario, al menos, compensaba», cuenta Rafael. A lo que añade: «El trabajo es exigente y no apto para cualquiera: en la obra pasas frío, calor, te dejas la espalda... Aquí todo es más grande y más caro, pero también más duro».
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En contraposición a esto, el joven se encontró ante una situación en la que, con mucho sacrificio, pudo ir superándose a sí mismo e ir escalando puestos profesionalmente, a base de constancia y formación. Con la obtención del título de obra civil en Suiza y su progreso del idioma alemán, Rafel pudo acceder a mejores puestos y mejorar considerablemente su salario. «Ahora, gracias a la experiencia acumulada y a esa cualificación local, mi nómina puede llegar a superar los 8.000 euros brutos al mes», afirma.
Rafael ofrece un consejo a todos aquellos que se estén planteando seguir sus pasos. «Si eres joven y vienes con ganas, puedes hacerte un futuro, pero sin experiencia ni idioma, te tocará lo peor: los trabajos más duros y el salario más bajo», advierte. Además, explica que la vida en Suiza no es nada fácil. «Aquí se gana bien, pero todo cuesta, y nadie te espera con los brazos abiertos», asegura, revelando que el proceso de adaptación puede ser tan desafiante como el trabajo en sí.
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