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Lidia Reyes se tatuó en Suiza (en España es ilegal) los globos oculares. En esta imagen muestra su rostro antes de empezar a eliminar algunos de sus tatuajes faciales L.R.
La mujer más tatuada de Europa | «Soy adicta a la tinta»

«Soy adicta a la tinta»

Con el 90% del cuerpo grabado, Lidia Reyes es la mujer más tatuada de Europa. Aspira al Guiness mundial, «pero no a cualquier precio».

Susana zamora

Valencia

Martes, 24 de julio 2018, 00:28

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Lleva media vida chutándose tinta de todos los colores en su cuerpo, en donde apenas queda espacio para seguir escribiendo su 'diario' personal. Para Lidia Reyes Angulo (Barcelona, 1984), tatuarse es una forma de vida, de arte, de libertad de expresión. Aunque ahora se está 'limpiando' su rostro, no descarta aspirar al Guinness mundial, que actualmente ostenta la mexicana María José Cristerna.

- ¿Le queda algún centímetro de su cuerpo sin tatuar?

- Libres, libres, solo tengo las plantas de los pies y las orejas. Tengo microhuecos, porque hasta los genitales los tengo tatuados.

- ¿Cuál no se borraría nunca?

- Ninguno. Me estoy quitando los de la cara, pero no porque no me gusten, sino porque me cansé de verme así. Todos tienen un significado, pero puedo encontrarlo en otros dibujos de mi cuerpo. Por eso no es un problema borrarlos.

- Y en su aspiración a convertirse en la mujer más tatuada del planeta, ¿no cree que quitarse tatuajes del rostro puede perjudicarle?

- Yo me tatúo porque me gusta, no porque ansíe conseguir un título. No voy a tatuarme a lo loco ni hacerlo a cualquier precio para conseguirlo. Actualmente, el porcentaje ha subido y el título mundial lo tiene la mexicana María José Cristerna, conocida como 'la mujer vampiro', con el 98% de su superficie corporal tatuada.

- ¿Qué valor en euros tiene su cuerpo tatuado?

- Miles, aunque el 90% no me ha costado nada, gracias a acuerdos de colaboración. El mundo de los tatuajes no es barato, depende del tatuador y del tatuaje. El presupuesto para borrar el 90% de los tatuajes de la cara asciende a 4.000 euros.

- ¿Algún tatuaje especial?

- El retrato de mis dos hijas, la esquela en forma de pergamino de cuando murió mi madre y una frase que describe al que fue mi mejor amigo, que murió hace unos años en un accidente de moto.

Personal

  • Número de tatuajes Tiene 270 en toda su superficie corporal, menos en las orejas y las palmas de los pies. El primero se lo hizo a los 15 años. Fue una tarántula, pese a su «fobia a los bichos».

  • Profesión Esta barcelonesa de 34 años vivió un tiempo de una pensión por enfermedad y una herencia. Hoy, rentabiliza su imagen y su trabajo como tatuadora profesional.

  • Familia Tiene pareja y dos hijas. Una de 14 años y otra de cuatro. No quiere que sigan sus pasos, por el coste personal y profesional.

- ¿Se considera adicta a la tinta?

- Sí; si no, no estaría así. Reconozco que tatuarse es una adicción. Sin embargo, ahora estoy en modo 'pause'; me da mucha pereza tatuarme. Me gustaría hacerlo en un plis plas, pero sin sufrir el dolor. Hubo una época en que me llegaba a tatuar hasta dos veces por semana, cuando está totalmente contraindicado. Lo recomendable es hacerlo cada dos meses. Yo me encontraba bien y sentía la necesidad de tatuarme. Incluso el dolor que percibía me gustaba.

- Eso roza el masoquismo...

- No sé si es masoquismo. Picaba, pero era placentero. Soportaba sesiones de ocho y diez horas seguidas; ahora no aguanto ni media.

- ¿Le costó dar el paso de tatuarse los globos oculares?

- Sí, me costó decidirme, porque era un riesgo. Estuve investigando y seguí el trabajo del chico que me lo hizo finalmente, porque antes de hacérmelo a mí solo había tatuado cuatro pares de ojos. Lo hicimos en Suiza, porque en España es ilegal. Todo salió bien, no he tenido problemas de visión. Sigo siendo igual de miope que antes.

Una mirada oscura

- ¿Por qué rosa?

- Quise tatuármelos en negro para conseguir una mirada oscura, pero todo el mundo los llevaba negros, sobre todo en Sudamérica, y no quise ir igual. Solo vi a dos chicas extranjeras que los llevaban en rosa y me encantó. Hace trece años que se empezó a aplicar esta técnica de inyección de tinta. En diez minutos estás lista, aunque luego hay que esperar dos horas para que la tinta se extienda por todo el globo. Es irreversible y no aconsejo intentar cambiar de color. Yo lo hice y se me quedaron los coágulos de tinta; no se extendió el color ni se mezcló con el inicial. Además, es caro, supera los 1.500 euros.

- ¿Ha valorado los problemas que puede conllevar para su salud?

- Aún no me ha llegado ninguna noticia de alguna persona muerta por cáncer de piel provocado por un exceso de tinta.

- ¿Sigue llevando tatuados tres sietes bajo el labio?

- Bueno, estamos en fase de eliminación. Es un número satánico. Durante un tiempo fui satanista en una hermandad argentina, que no es lo mismo que satánica, que es gente zumbada que hace rituales sacrificando animales. Dios dice que hay que perdonar siempre, pero nosotros creemos más en el ojo por ojo.

- Rajarse la lengua en dos, ¿ha sido lo más doloroso?

- Me quise morir cuando pasó el efecto de la anestesia. Fue un capricho, solo para saber qué se sentía al tener dos lenguas. Ya me he acostumbrado y me aburre.

- ¿Hay mucha lengua viperina en redes sociales?

- Sí, porque detrás de una pantalla la gente es muy valiente. Los ataques me pasaron factura emocional, pero ahora ya me río de todo.

- ¿Cuál es el próximo reto?

- De momento, ninguno. Antes de conocer a mi pareja quise ponerme las orejas de elfo, pero como lo haga ahora... dice que me deja (risas).

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