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Anna Ferrer, la valenciana que diseña espacios saludables para que vivamos y trabajemos mejor

La arquitecta es la única profesional acreditada para certificar 'Well' edificios o viviendas y que predomine el bienestar en interiores

M. Hortelano

Valencia

Viernes, 25 de julio 2025, 00:27

¿Puede una casa hacernos más felices?, ¿una oficina hacernos más productivos? o ¿un aula, convertirnos en personas más creativas? La ciencia tiene la ... respuesta y dice que sí. Porque el entorno en el que permanecemos el 90% de nuestro tiempo, que son los interiores de viviendas, trabajo o clases, tiene mucho que ver en nuestra calidad de vida. Tanto, que la arquitectura ha abrazado ya el concepto de bienestar para tratar de diseñar espacios de una manera más saludable, y en Valencia tenemos a una de las mayores expertas de nuestro país: Anna Ferrer. La arquitecta de estudio CU4 lleva acreditada para certificar espacios 'Well' desde 2018, una certificación para mejorar viviendas, oficinas, centros educativos, hoteles o instalaciones sanitarias, entre otras cosas, que pongan el bienestar por delante.

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La definición de salud en el entorno 'Well' no es la ausencia de enfermedad, sino el equilibrio del estado físico, mental y social. Y ahí, el tiempo que pasamos en interiores impacta directamente sobre temas tan cruciales como la salud, la productividad o el estado de ánimo. Porque no somos inmunes al entorno. El símil que Anna Ferrer usa es muy elocuente. Muestra un pez naranja, en una pequeña pecera de esas domésticas. En una de las imágenes, el agua en la que nada está turbia. Y las dos soluciones que se plantean para solucionar el mal estado del animalillo son sencillas: medicarlo para las enfermedades que ha podido contraer en ese estanque o limpiar el agua de la pecera, que es el lugar donde vive, para su entorno sea saludable. Eso es lo que hace el método de certificación de edificios Well: diseñar todo bajo el concepto del bienestar físico y mental.

El sistema de certificación Well nació en Estados Unidos, en 2014. En un primer momento, como una sinergia entre arquitectos, médicos y otros científicos para recopilar y ordenar evidencias del entorno en la vida de las personas y, con ello, diseñar bajo unos parámetros concretos, medidos con un método empírico. Consta de 10 áreas de actuación, con medidas concretas, algunas obligatorias y otras recomendables. En un primer bloque, relacionado con el espacio, se estudia el aire, el agua, el confort térmico, el acústico, agua y la iluminación. Se trata de aplicar la filosofía 'well aging' a los espacios. Es decir, tratar de que ellos y nosotros envejezcamos bien. Ahí, se trata de intervenir en la eliminación de los contaminantes del aire y su purificación, el acceso a luz natural y la mejora de la calidad de la luz artificial, con tonalidades adaptadas a las actividades de cada espacio. Pero también la adecuación del espacio para maximizar el confort térmico y evitar las pérdidas energéticas, y su aislamiento para una mejor acústica y mitigar los efectos del ruido. Otras cuestiones hablan de disponer y localizar en puntos estratégicos puntos de agua filtrada y tratada. En cuanto a los materiales de construcción, se analizan los elegidos para que no sean contaminantes ni produzcan emisiones perjudiciales. Nada de plomo, mercurio ni amianto, por supuesto. Pero también una buena gestión de residuos, control en el uso de pesticidas y de protocolos y productos de limpieza.

Pero para que un espacio esté certificado Well se tienen en cuenta más factores, que forman parte de la arquitectura de las decisiones. Ahí entran conceptos como la alimentación, el movimiento o la salud mental. «Decisiones como moverse más, comer mejor, tener paz mental, el sueño, o el ejercicio físico tienen mucho que ver en un espacio para poder sentirnos mejor», explica Anna Ferrer. Porque una persona que está ocho horas sentada en una oficina, por mucho que acuda una hora diaria al gimnasio o vaya a caminar, sigue siendo sedentaria. Así que lo mejor es favorecer el movimiento también en los espacios interiores. Para ello, se diseñan espacios donde se promociona el movimiento y se incorporan actividades que permiten llevar una vida activa. En una oficina, por ejemplo, se instalan mesas con altura regulable que permitan trabajar tanto de pie como sentado.

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Pero también el espacio se implica con la alimentación, promoviendo opciones alimentarias saludables. Tan sencillo como situar al alcance de la mano, siempre, fruta fresca y verduras. O generando espacios para comer amables. Pero también entran en juego estímulos para nuestra mente. La salud mental es un componente fundamental de la salud humana en todas las etapas de la vida y es vital para el bienestar físico y social de las personas. Dada la alta prevalencia de enfermedades de salud mental en la población trabajadora, el lugar de trabajo se considera cada vez más como un objetivo importante para la promoción, prevención e intervenciones en materia de salud mental. Así que desde 'Well' se puede abordar la salud emocional y cognitiva con elementos verdes de la naturaleza o salas pensadas para el descanso. Y hay un punto más, con el concepto de comunidad como elemento de bienestar. Porque nuestro código postal impacta más en nuestra salud y bienestar que la propia genética. El objetivo de este concepto es crear una comunidad inclusiva e integrada a través de la justicia social, el compromiso cívico y el diseño accesible, gracias a políticas de conciliación, transparencia o diseño accesible.

El camino de Anna Ferrer hasta la ciencia del bienestar llegó como casi todo. Por una reacción al sufrimiento. «En la vida pasan cosas que tú las puedes pasar por alto o instalarte en la queja. En mi vida han pasado cosas, hitos profesionales, que han coincidido con momentos de salud graves de familiares», explica. «Estuve muy enfadada durante años. Me fui de la empresa en la que estaba y empecé a pensar, 'esto no es tan importante'. Era mi frase. Pasaron años hasta que super por qué«. Y así hasta que en 2018 leyó un reportaje de prensa en el que se hablaba de la llegada de la certificación 'Well' a España. »Até cabos. Era mi mundo«, dice. En esa época también conoció a Carlos López Otín, bioquímico, que es una persona que asegura, le ha ayudado mucho en estos años para emprender este camino de una arquitectura del bienestar. «Le escribí un mail para decirle que quería ser activista del bienestar«, cuenta. Durante nuestra charla dice una frase varias veces: »todos gobernamos algo«. Se refiere a que desde nuestro ámbito, cada uno podemos cambiar cosas. Y ella ha decidido hacerlo desde la arquitectura. »Me aplico mucho una frase. Sé el cambio que quieres ver en el mundo» dice Anna. Y lo tuvo claro cuando un amigo, en pleno tratamiento de un cáncer le comentó que iba al hospital varias veces al mes a hacerse el tratamiento y las sesiones de quimio se las ponían en un pasillo frío. Algo le terminó de hace click y ahora lucha por extender la filosofía 'Well' amparada por la ciencia. «Los avances científicos y tecnológicos solo tienen sentido si tienen una visión humanista y mejoran la vida humana. Los 'papers' tienen que trascender a la sociedad. Eso me motiva a seguir haciendo mi trabajo. De la fusión de disciplinas salen todos los éxitos», dice.

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¿Cómo se certifica un espacio 'Well'?

La capacidad profesional para certificar un espacio bajo el prisma de 'Well' se acredita tras una formación y una examen. Con ello, los interesados se convierten en Profesionales Acreditado Well (AP Well).En España, el partner principal de este sistema llegado de Estados Unidos es el Instituto Tecnológico de Galicia. Anna lo hizo «por curiosidad» y reconoce que con su aplicación, le fue gustando. Luego hay que mantener el título, demostrando que sigues actualizada con formaciones, artículos... Hay que seguir formándose. Con ese título, ayuda a estudios de arquitectura o ingeniería o a empresas a que sean Well. Se puede hacer tanto en obra nueva como en reformas de obra acabada. Las empresas cada día son más conscientes de que dar este paso es rentable. «Les sirve para optar a mejor financiación además de que las empresas que invierten en bienestar tienen mejores rendimientos. Es como una aval», justifica Anna Ferrer, que recuerda que también sirve para «atraer y fidelizar talento» en el mundo empresarial. En el caso de la vivienda residencial, «con muy poco más de inversión se ocupan antes y el valor es mayor», explica. Pero reconoce que en las casas, cuando el poder adquisitivo es más alto, a la gente le importa más su salud que gastar un poco más en electricidad. «En Madrid, por ejemplo, los edificios de oficinas donde van a estar multinacionales, ya están pidiendo el sello Well», señala Anna. ¿Es caro certificar Well? Un edificio grande es casi irrisorio. A cambio, se trabaja en un ambiente saludable, se aumenta la productividad, se atre talento e inversiones y se promueve la salud. Valores que hoy en día van de la mano de un mejor y mayor liderazgo.

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