Claudio Falcó, en la playa de Voramar, su favorita. LP

Cuatro jóvenes que veranean en Benicàssim y sus mejores planes: «Hay una playa prácticamente privada»

Cada vez hay más veraneantes que se quedan a vivir o que aprovechan cada día libre para volver a una playa que destila elegancia y señorío. La generación Z comparte los lugares que hay que visitar y cómo es uno de sus días de verano

Sábado, 12 de julio 2025, 00:58

Respira Benicàssim una elegancia que ningún pueblo costero es capaz de imitar. Sin alardes, sin pretensiones, construida con el paso del tiempo, por generaciones. Una ... elegancia que habita tanto en las calles como en la gente de la zona, y que se pasea desde las villas del paseo de la playa de la Almadrava y las casas escondidas en las curvas de Las Playetes. No es casual, por eso, que al pueblo se le apodel 'Biarritz valenciano'.

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«El hecho de trabajar en Valencia y vivir tan cerca me hace volver prácticamente cada fin de semana. De hecho, creo que nunca pasan más de tres semanas sin volver. Además, siempre que puedo teletrabajar, aprovecho para hacerlo en Benicàssim», cuenta Jorge Sos. «De junio a agosto, a veces en Pascua y siempre en Navidades», confiesa Carmen Roca. Y es que Benicàssim es un paraíso tal que los locales se quedan en verano y los veraneantes no se conforman sólo con estar unos meses. Como Jorge Sos confirma, «en mi zona, si bien hasta hace unos años casi sólo vivía gente en verano, te diría que más de la mitad de los vecinos ya lo hacen todo el año. Hemos pasado de ser un pueblo casi fantasma en invierno a que cada vez resida más gente también fuera de temporada».

Un día perfecto en Benicàssim siempre incluye, sí o sí, una larga jornada de playa. La favorita de Carmen Roca es la del Torreón, la de Celia Montero es la de Els Terrers, «la que está en la escalera de caracol: es mi favorita. Es una playa prácticamente privada, de piedras», comenta. Claudio Falcó se queda con la de Voramar porque «es la que más encanto tiene, está en una zona más escorada que te deja ver todo Benicàssim y los atardeceres allí son los más bonitos». Y Jorge Sos se queda con les Playetes y la Renegà, en Oropesa, «aguas cristalinas y menos gente que en las playas habituales», dice.

Previo a la playa, un desayuno en Voramar o La Salina, y a posteriori una buena paella, a poder ser en familia, en Les Barraques, Restaurante Amar o en La terracita, en el camping Tauro: «Top 10 de arroces del pueblo», dice Claudio Falcó; «paella de culto a un precio muy razonable», confirma Jorge Sos. Comer paella en Benicàssim es casi obligatorio, y hay restaurantes que se han ganado la fama por el boca a boca.

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El plan suele ser siempre el mismo: «Estar con amigos», y los días se organizan sin demasiadas complicaciones. «En verano pasamos todo el día juntos», comenta Celia Montero. «A mis amigos y a mí nos gusta mucho salir en bici», cuenta Jorge Sos, «prácticamente todos los fines de semana por la mañana salimos y disfrutamos de Benicàssim, que es un auténtico paraíso ciclista».

Jugar a las cartas, leer, 'charrar' en las sillas de la playa, darle a las palas, al balón del fútbol… «Me encanta pasear y ver buganvillas, cactus, palmeras, montaña y mar», dice Carmen Roca. Así pasan las mañanas de verano, hasta que el sol les da una tregua y les permite ir al pueblo para empezar a dar la bienvenida a las noches estivales. «La noche empieza en Benicàssim en la zona de tascas, nosotros las llamamos 'las cuatro esquinas'», dice Claudio Falcó refiriéndose al cruce entre las calles de la Paz y Bayer. «En verano está a reventar. Cada fin de semana parece que estás en las fiestas de un pueblo de la cantidad de gente que hay». La Lola, El Mejillón, Bar Malaje o Ernesto, son los imprescindibles para picar algo y tomar unas cervezas antes de cenar. Para el banquete final, Claudio Falcó recomienda Cárnicas Racero porque «tienen una materia prima muy buena», Carmen Roca elegiría la tasca El Charquito, Celia Montero El Patio de la Masía o Ciento2 y Jorge Sos «algo más sofisticado» en Marabrasa.

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Si hay que salir de fiesta, el ambiente se empieza a calentar tomando una copa en La tremenda o en Consentida. También muchos acuden a la Plaza de los Dolores, que es donde se concentran algunos pubs. Claudio Falcó confiesa: «Me gusta mucho ir a tomar una copa a La Luna, que es el pub más antiguo de Benicàssim. Lo llevan una parejita y hacen copas y cócteles maravillosos». Después de algunas rondas, si la noche promete, se continua en alguna discoteca. Maya, con shows y música en directo, o Casablanca, con sus fiestas temáticas, son las más frecuentadas, y llenan de gente sus terrazas cada noche de verano.

En cuanto a las tiendas, aunque es verdad que Benicàssim puede estar un poco limitado, al ser un pueblo costero conserva comercios tradicionales con mucho encanto, de los que cambian los escaparates con el ritmo de las estaciones: «Me gustan los abuelitos que venden quesos, naranjas o verduras en sus garajes. Hay uno que también vende cuadros», cuenta Carmen Roca. Comprar aquí no es solo una transacción: es una conversación, una recomendación, un gesto cercano. Celia Montero, como buena amante de la moda, no hay verano que no se pase por Xandra o Veintiséis a por un par nuevo de pendientes que añadir a su colección. Además, cada verano se organizan mercadillos, como el de Paula Alcón.

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Claudio Falcó cuenta: «Me gusta hacer compras de cosas más ecológicas en Mamá bio. Y para decoración me encanta la tienda de Telas Benicàssim, un estudio que está a la entrada del pueblo. No tienen un stock muy grande, pero puedes encontrar cualquier cosa de decoración. Es una tienda multimarca que además hace todo tipo de tapizados y tienen muchos muebles chulos».

Si sale un día de lluvia, de tormenta de verano, hay que recurrir a opciones creativas, como hace Jorge Sos: «Aprovecho para ir a la montaña. Tenemos el Desierto de las Palmas prácticamente pegado a Benicàssim. Es un sitio maravilloso y, cuando llueve, todavía es más bonito». También están quienes aprovechan los días de lluvia para quedarse en casa, ir al cine o visitar alguna exposición. Para cerrar el verano como se merece en el pueblo castellonense, no puede faltar una visita a sus conocidos festivales de música. El FIB, el Rototom, el Benicàssim Blues Festival… Cada uno con su propio ritmo y energía, hacen de la vida nocturna de Benicàssim una de las más animadas.

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Aquí, los días se estiran como una sombra al atardecer. La playa, las sobremesas, helados al anochecer, cenas con amigos y una inmejorable banda sonora, es la rutina que se repite cada año, casi como un ritual sagrado. Aunque cuando llega el final del verano, no hay despedidas tristes, porque nadie se va del todo. Solo un rayo de sol es excusa suficiente para hacer otra escapada al Biarritz valenciano.

Carmen Roca vivió varios años en Países Bajos hasta este año. LP

Carmen Roca, rodaje en el Mediterráneo

Se fue a vivir a La Haya en 2016 para estudiar Bellas Artes y Tecnología en la 'Royal Academy of Art'. Estuvo allí nueve años, hasta este 2025. Ahora ha vuelto a su querida Benicàssim y pronto presenta su última obra: una película filmada allí mismo, 'La última Lola'.

Jorge Sos, pasión por la bicicleta

Es abogado asociado del despacho Broseta, y aunque trabaja en Valencia aprovecha cualquier oportunidad para escaparse unos días a Benicàssim. Aficionado al ciclismo, conoce casi mejor las montañas que las playas y no perdona un 'esmorzar'.

Celia Montero en los apartamentos donde creció. LP

Celia Montero y los largos estíos

Se crió en Castellón y más tarde se mudó a Valencia, pero siempre ha pasado sus veranos en Benicàssim, ahora concretamente en la zona de la escuela de vela. Trabaja para Lladró como 'demand planner' y también como estilista entre Valencia y Madrid.

Claudio Falcó, en la playa de Voramar. LP

Claudio Falcó, y el regreso a sus orígenes

Creció en Benicàssim y durante su etapa universitaria estuvo seis años viviendo en Valencia. Tras la pandemia, poco le bastó para volver a su querido pueblo. Ahora trabaja en una empresa de energía renovables y reside en una de las villas de detrás del Eurosol.

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