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El sanchismo maniata al PSPV

Los socialistas valencianos están a expensas de la actuación y la argumentación que les llega de Moncloa, y que en muchas ocasiones juega en su contra

Burguera

Domingo, 12 de octubre 2025, 00:46

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En términos del socialismo español y valenciano, la A-3 ya no es bidireccional, el AVE sale únicamente desde Chamartín en dirección al este, y en Manises aterrizan aviones, pero no despegan con destino a la capital. Los mensajes del socialismo soplan solo de poniente. El PSPV recibe al sanchismo y asume los encargos que llegan de él. Los socialistas valencianos están a expensas de lo que viene desde Moncloa. Ya sea la ministra Morant, los argumentarios, el tono o las ocurrencias en redes sociales. Para bien y para mal, Sánchez ha convertido una federación históricamente convulsa y moderadamente reivindicativa en una mansa sucursal. Tal subordinación al sanchismo maniata la acción política del PSPV, a expensas de los movimientos, argumentos y ordenamientos emanados de Moncloa.

Los socialistas valencianos se amoldan a las circunstancias, que van cambiando en función de cómo se percibe la realidad por parte de los estrategas sanchistas con sede en Madrid. Sobreviven maniatados, con el carrete que les dan desde Moncloa.

La semana ha finalizado con un suspiro de alivio para el PSPV. En el Congreso se desbloqueó la comisión de investigación sobre la dana. Llevaba paralizada meses en la cámara baja y dejó a los socialistas sin argumentos para señalar el modo en que una comision similar en Les Corts avanza con lentitud.

Diana Morant, secretaria general del PSPV, tuvo que achacar el problema en el Congreso a Compromís para negar la evidencia de que su partido no quería a Sánchez en un listado de comparecientes, una circunstancia que finalmente sí se ha producido, y que da oxígeno a los socialistas para incidir en la situación de esa comisión en Les Corts.

Morant, precisamente, es el símbolo del modo en que el PSPV ha rendido armas frente a Ferraz. Sánchez, a través de Santos Cerdán, decidió que la ministra sería la líder del partido en la Comunitat. Se forzó a sus potenciales contrincantes a retirarse de la carrera allá por enero de 2024.

Todos metidos en un despacho, Soler, Bielsa y Morant, con el que fuera secretario de Organización nacional, ahora en la cárcel, y hasta allí se acercó Pedro Sánchez para preguntar, casi retóricamente, después de poner una mano sobre el hombro del barón alicantino: «¿Alejandro esto lo vamos a arreglar ¿verdad?». Aquel «arreglo» fue la culminación de una sucesión de acontecimientos que enlazan al PSPV con los hilos que le cosen a voluntad del presidente del Gobierno.

En las paulatinas disyuntivas y dilemas a los que se enfrentan los socialistas valencianos, entre los principios del partido y los intereses del partido, triunfan estos últimos, que van asociados a los de su líder, Pedro Sánchez.

El PSPV, en fuera de juego

Interés o desinterés, como ocurrió con la negociación del modelo de financiación desde que se afianzó en la Moncloa o como sucede ahora al intentar evitar sobreexponerse en las comisiones de investigación (la de la dana o la del caso Koldo) mientras arrecia el chaparrón judicial vinculado a casos relativos a su propia familia. El aparcamiento y congelamiento del proceso para negociar un nuevo sistema de financiación dejó al PSPV fuera de juego en la plataforma cívica que ellos mismos auspiciaron.

La negación del problema de la infrafinanciación de la Comunitat ha llegado a tal punto que Morant o el sindic del PSPV, José Muñoz, o antes el expresidente Ximo Puig, han sostenido que la Comunitat ya ha dejado de tener prisa o necesidades financieras, gracias a las aportaciones puntuales del Estado, vinculadas a situaciones excepcionales como los fondos europeos de regeneración tras la pandemia.

Los socialistas valencianos, que convirtieron la financiación en la piedra angular de su discurso, han ido diluyéndolo hasta que, actualmente, ni siquiera hablan de ello, igual que evitan abordar la ausencia de inversión territorializada en Alicante, un problema que se prorroga lo mismo que los Presupuestos Generales del Estado, esas cuentas de 2023 que situaban a los alicantinos a la cola del país y ahí siguen sin que el PSPV pueda decir ni mu.

Una de las últimas veces que hubo cierto conato de protestar fue cuando, con Puig como presidente en plena pandemia, el Gobierno frenó el paso de la Comunitat a un nivel de rebaja de las restricciones que jamás se explicó. El Palau dio entonces su último golpe sobre la mesa. No volvió a repetirse.

Los socialistas valencianos, tras la llegada de Morant, soportan el chaparrón cuando llega arrastrado por vientos monclovitas. Y si el presidente Sánchez no pisa la zona dana, no pasa nada. Y si evita recibir al presidente de la Generalitat, se le disculpa. Y si el ministro Puente bromea antes de una alerta roja con la posibilidad de que Mazón vuelva a reservar en El Ventorro, los dirigentes del PSPV aguantan el tirón (mientras ex altos cargos del Botánico con carné de Compromís advertían al ex alcalde de Valladolid: «Señor ministro: usted es imbécil»), y secundan unas críticas anticipadas a Mazón frente a una emergencia, la de hace una semana, que finalmente se saldó sin tener que lamentar pérdidas fatales.

Simultáneamente, Morant y su número dos en el PSPV, Mascarell, calentaron el ambiente político de cara a la procesión cívica del 9 d'Octubre, con Mazón en el punto de mira. Entre algunos diputados del grupo parlamentario en Les Corts, ese modo de señalar al president antes de que saliera en el desfile de autoridades junto a la Senyera (finalmente anulado por la lluvia) causó malestar y sorpresa, por el exceso de agresividad, más propio del estilo político que se emplea en Madrid.

Valor de la marca electoral

¿Y todo esto, por qué? «La marca electoral de Sanchez como tal vale más que la del PSOE», señala un consultor político que dirigió campañas para formaciones vinculadas al Botánico: «Sánchez como marca unipersonal es más transversal que el propio PSOE, porque cuenta con el voto socialista, pero también capta a su izquierda aunque sea solo por la animadversión que genera en PP y Vox al votante de izquierdas. Hay muchos asuntos que actúan más como un entretenimiento que como temas de fondo. Actualmente, la influencia de Madrid sobre la política territorial es mucho mayor que en décadas atrás, y más en la Comunitat que en territorios como Cataluña, Galicia, País Vasco, Navarra...».

«No hay jerarquía autonómica. El PSPV no existe como demanda electoral. Es el PSOE en la Comunidad Valenciana», señalan los expertos electorales consultados. Cualquier resistencia anterior de los socialistas en la Comunitat quedó vencida en la secuencia electoral de 2023. Ximo Puig pierde las autonómicas de manera clara frente al PP a pesar de estar completamente convencido de ganar. La salida del Palau fue traumática para casi todo el entorno de Puig. La derrota frente a la derecha en la Comunitat contrastó con lo ocurrido después. En menos de dos meses, 56 días, la candidatura de Sánchez recibió 160.000 votos valencianos más que la de Puig. Y hasta ahí llegó la resistencia del PSPV, que se preparó para plegarse a los designios del líder nacional, y lo hizo a conciencia, incluso para la elección de la sucesora del expresidente de la Generalitat.

Morant ha seguido el guion nacional sin descarrilarse ni un milímetro. Si había que excusarse en Compromís y su división interna para solapar la resistencia del PSOE a que Sánchez compareciera en el Congreso para rendir cuentas sobre la dana, se hacía, se hizo, y se hará… hasta que el propio presidente asumió que Podemos no iba a ceder y aceptó acudir a la comisión de investigación en el Congreso.

Los pasos de baile del partido con sede en la calle Hospital de Valencia van al compás que marcan las palmas de Ferraz y Moncloa. El margen de maniobra es escaso para el PSPV, cada vez más condicionado por una política nacional feroz.

Tanto populares como socialistas valencianos solían comentar a micrófono cerrado, aliviados, que la política en la Comunitat no alcanza los grados de crispación de la nacional. Sin embargo, el contagio, el modo en que las cúpulas estatales influyen cada vez más, provoca un paulatino endurecimiento de los tonos y de las defensas cerradas de la actuación de los líderes estatales y de los partidos, sin miramientos sobre las circunstancias de cada territorio.

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