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De nuevo, el ser humano puesto a prueba, como consecuencia de un apagón generalizado en toda España que nos dejó a oscuras en el día ... de San Vicente Ferrer.
La dependencia energética se hace cada vez más patente, sin atrevernos a decir todo, bien podemos anteponer el casi todo para expresar la situación de caos vivida ante la falta de electricidad.
Más allá de las anécdotas de cada uno, dónde y cómo nos pilló el fundido y la desconexión, la cifra de treinta y cinco mil personas afectadas por la falta de movilidad ferroviaria es más que significativa; sin conocer los datos de los que sufrieron perjuicios mucho más graves, porque sí, la salud sigue siendo el punto para tener en máxima consideración, cuando de daños se trata.
Y, cómo no, los niños, vulnerables por la ingenuidad propia de la edad, parece que puedan llegar a normalizar la falta de clases ante una situación totalmente insólita, que se suma a las alarmas climatológicas.
Sorprendidos por la pérdida de 15 gigawatios, nos queda esperar a los análisis de las causas, porque probablemente sean más de una, entre tanto no faltarán las mil y una teorías y los nuevos especialistas en energía; porque sí, cuanto menos es sorprendente que la energía pueda «perderse», una palabra sacada de la frase textual utilizada por el presidente del Gobierno: «Quince gigawatios se han perdido súbitamente, en apenas cinco segundos».
Leo en las redes, y me llega el recuerdo de aquella EGB (Enseñanza General Básica) que ahora queda ya tan lejos, un principio fundamental de física: «La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma». Pero ahora llega, de la mano del Sr. Sánchez, que la energía también se pierde.
Mucho tardó el Gobierno de España en comparecer para, al menos ampliar un principio de la física que hasta ahora se desconocía, cinco horas y media después de la interrupción; y mucho más en declarar la emergencia nacional, que lo dejó a petición de las autonomías afectadas, entre otras, la Comunitat Valenciana, que también se unió a la petición, de manera acertada en tanto en cuanto no afectaba solamente a nuestro territorio.
Ahora, una nueva alarma después, y tras manifestar el presidente del Gobierno que «España cuenta con mecanismos para afrontar este tipo de situaciones», no cesan las cábalas ni la inquietud ante la anomalía de la situación vivida, inédita hasta el momento, y donde el Gobierno no descarta, cuando ya han pasado 48 horas, cualquier circunstancia que provocara el desplome.
La vulnerabilidad del ser humano ha vuelto a hacer acto de presencia.
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