Morir sin cámaras

María José Pou

Valencia

Viernes, 3 de octubre 2025, 00:16

Un dron explosivo mató hace unos días a 75 personas en la puerta de una mezquita. La ONU dice que, en la zona, se están ... cometiendo delitos de lesa humanidad y se calcula que, en los últimos dos años, han muerto 150.000 personas, la mayoría de ellas, civiles. Los niños mueren de hambre en una ciudad que está sitiada desde hace 24 meses y donde difícilmente pueden comer una vez al día; a veces, las madres se contentan con dar a sus hijos algunas hojas y semillas. Y a todo eso hay que añadir los casos de cólera, por la falta de agua potable y por las pésimas condiciones sanitarias, porque solo funciona uno de cada cuatro centros de salud. No, no es Gaza, aunque se parezca. Es Darfur. En Gaza también vemos esas mismas escenas. O mejor dicho, en Gaza las vemos; en Darfur, no. Por no haber, no hay ni flotillas salvadoras ni manifestaciones indignadas, ni presiones en campeonatos deportivos. Básicamente, los muertos de Sudán nos importan más bien poco. O se 'venden' muy mal.

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Lo que sucede en Sudán no resta ni un ápice de gravedad a lo que están sufriendo en Gaza. Al contrario, los hermana. El odio no tiene fronteras ni la violencia es patrimonio de un grupo u otro. La internacional de la muerte es la más eficaz desde hace siglos. Pero, al menos, Gaza tiene pantallas. Al dolor de Gaza le ponemos cara y nombre. Al de Sudán, no. En Gaza, un padre puede asistir con horror al estallido de un misil en un coche de otra familia y salir huyendo con sus hijos mientras su móvil no deja de grabar. Reconozco que me impactó la imagen porque no lo entiendo. No me imagino preocupada en grabar mientras corro con mis hijos para salvarnos de una muerte segura por el siguiente misil. Pero allí es normal. Y no es que me parezca mal documentar el horror. De hecho, creo que la muerte de tantos periodistas en Gaza evidencia la importancia que se concede a que haya testigos que cuenten al mundo lo que está pasando. Si no fuera por ellos, no conoceríamos el nivel de barbarie. Solo me asombra que se preocupe de eso un padre de familia mientras intenta salvarla de las bombas.

Sin embargo, el ¿genocidio? de Darfur no parece interesar ni mover a la solidaridad internacional. Una ciudad situada durante 24 meses como El Fasher no invita a llevar ayuda humanitaria porque allí no se pondría en evidencia a un gobierno sionista; simplemente se daría de comer. Y eso no sostiene un activismo de pañuelo, pancarta y bandera por mucho tiempo. ¿Hace falta alzar la voz por los gazatíes? Sin duda. Y por los sudaneses. Pero no usarlos de coartada para otra cosa.

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