«El Nou Mestalla tiene que dar orgullo a los valencianistas y miedo a los adversarios»
Mark Fenwick, autor del estadio, niega que se trate de un proyecto 'low cost', defiende la versión actualizada de su creación y afirma: «El nuevo estadio es más humano»
El arquitecto Mark Fenwick recibe a LAS PROVINCIAS en su despacho a las afueras de Madrid, un espacio diáfano donde se distribuyen los centenares de ... profesionales que trabajan para la firma que dirige junto a Javier Iribarren, autores del Nou Mestalla, segmentados por paneles y armarios en cuya cúspide se sitúa la estancia noble donde ambos trabajan muy ensimismados, pendientes de la pantalla de sus respectivos ordenadores. Es la zona noble porque en ella, además de su puesto de trabajo, se sitúa la maqueta del Nou Mestalla, joya de su particular corona y Compostela del valencianismo. Una versión a escala de la mole que hoy avanza a mejor ritmo en avenida de las Cortes Valencianas, luego de un itinerario rico en contratiempos que el arquitecto destila con un sentido del humor muy socarrón, presente durante toda la entrevista. «He tenido relación en Valencia primero con la alcaldesa, luego con todos los demás alcaldes, presidentes del club, entrenadores, futbolistas... Hasta con el encargado del césped», señala con una sonrisa. Una frase que apunta hacia la cuestión de fondo que saldrá a relucir en cada parrafada: su compromiso con la construcción del Nou Mestalla, más allá de las contingencias propias de la complicada trayectoria del club.
- ¿Cómo recuerda el primer contacto con el Valencia para la construcción del estadio?
- Nosotros empezamos con el Valencia cuando hablamos con Juan Soler, que ya había hecho un concurso anterior. Como habíamos construido el estadio del Espanyol, que había tenido un éxito muy grande y estábamos en un momento bastante bueno, contactó con nosotros y nos dijo: 'Hacedme una imagen de cómo sería el estadio'. Y eso hicimos. Nos presentamos a la primera reunión sólo con eso, con una imagen.
- ¿Un' render'?
- Un 'render', sí. Pero no cualquier clase de render. Llegamos con una imagen de cinco metros de largo... (Sonrisa pícara). Soler pensaba que iba a ver un planito y una foto y nosotros desenrollamos en una mesa larga de reunión esos cinco metros y claro, fue brutal, fantástico... Un efecto muy escénico. Era aquella versión del Nou Mestalla que simbolizaba los barrios de la ciudad, el estadio con sus placas que representaban la estructura de Valencia... La imagen que daba le convenció y rápidamente nos dijo: 'Hay que ir a ver a la alcaldesa'.
- Ustedes venían entonces como dice de construir el estadio del Espanyol, llegó el Nou Mestalla, luego otros proyectos de estadios por todo el mundo... Podemos concluir que su despacho se ha especializado en esta tipología. ¿Hay una especie de 'manual', entre comillas, que se pueda aplicar a estos proyectos, al margen de donde se construyan o de la cultura de cada país?
- No. Nosotros tenemos claro que no queremos hacer un estadio que pueda estar en Kentucky, en Londres o en Valencia. Intentamos siempre que sean estadios con un vínculo con el lugar, buscamos algo que conecte con cada sitio. A partir de ahí, luego hay muchos matices. Por ejemplo, nos gusta que sean espacios muy cercanos, que las gradas estén sobre el campo. Y también crear dotaciones que sirvan para toda la ciudad, no sólo para la persona que va al estadio. Nos gusta decir que un estadio es un sitio donde también se juega al fútbol.
- ¿Ése es el principal desafío profesional cuando aborda esta tipología? ¿La intención de que el estadio trascienda esa misión primordial de ser sede de cada club, el Valencia en este caso?
- Construir un estadio es complicado. Parece muy fácil, pero hay muchísimos niveles de aplicación de cosas de todo tipo. De hecho, yo he acabando haciendo una especie de tesis y te das cuenta de que hay muchas generaciones de estadios. El estadio como tipología empezó siendo un contenedor de hormigón para albergar personas y nada más. Luego llegó la segunda generación de estadios que puso énfasis en la seguridad, después de las tragedias que se produjeron, más tarde fueron los estadios concebidos como el Emirates, que mete usos comerciales y pasan otras cosas, te puedes tomar algo en el bar... Y finalmente llega la generación de estadios que apuestan por la tecnología, que es la que estamos aplicando ahora. Abordar un encargo tiene que ver no sólo con el desafío en sí mismo de construir el estadio, sino con resolver su relación con el entorno, con la comunidad que lo rodea. No pensar en un edificio aislado. Pensar en un estadio como si fuera una catedral.
- ¿Una catedral?
- Sí, esa es la principal responsabilidad. Se habla mucho de las catedrales como un lugar de culto. O para la oración. Pero en la Edad Media también se construyeron para la vida comunitaria, para la vida diaria. Es lo que nosotros queremos. Que tengan uso diario, porque el estadio también es un lugar de culto. Ya no es sólo ese lugar donde se jugaba al fútbol cada quince días. El uso menor de un estadio hoy es el uso futbolístico.
- ¿También el Nou Mestalla aspira a ese atributo catedralicio?
- Por supuesto. Hay que tener en cuenta que en Valencia hemos pasado momentos de tristeza, con la parada de las obras... (Se interrumpe un segundo, se queda absorto). Yo siempre digo que el proyecto del Nou Mestalla es como un partido de fútbol. Hemos tenido un primer tiempo, un intermedio y ahora estamos en el segundo tiempo. Y llegaremos al final.
«El nuevo estadio del Valencia aspira a ser un catalizador del barrio y un icono arquitectónico para la ciudad. Una catedral»
«Es un estadio con alma, que tiene uso los 365 días del año. Un estadio donde a veces también se juega al fútbol»
- Deduzco de sus palabras que la paralización de las obras, siendo un contratiempo, también sirvió para extraer alguna enseñanza positiva. Esa frase hecha de hacer de la necesidad, virtud.
- La verdad es que esa fase del tiempo intermedio al final ha sido bastante positiva. Cuando empezamos los estadios del Mundial de Catar en 2022, como nuestro 974 (y señala la maqueta de ese estadio ubicada en la sala donde se desarrolla la conversación), creamos estadios de nueva planta. Ahora mismo, para el Mundial 2030 lo que estamos haciendo más bien es transformar estadios. Y se transforma en una cosa mucho más compleja que lo que había hace seis o siete años. Hoy en día buscamos un modelo de estadio con muchísimas posibilidades para el conjunto del espacio, de doble o hasta triple uso. Un estadio que puedo usar los 365 días al año e incluso tener varios eventos en el mismo estadio a la vez. Esa es la aportación a la ciudad que yo puedo hacer a través de este modelo de estadio.
- Y entiendo que ésa es también su aspiración para el Nou Mestalla.
- Exactamente. Yo aspiro a que el estadio del Valencia tenga alma. Eso me dijo un periodista argentino cuando estábamos en el estadio 974 durante el Mundial de Catar y me hizo una entrevista. De repente, el estadio empezó a rugir, hasta se movía... (Nueva sonrisa). Y él me dijo: 'Eso es que está respirando, que tiene alma'. Y yo me quedé con eso, porque de eso se trata, ¿no? De tener alma, no tener edificios fríos de hormigón como podía ser antes. Tienen que ser estadios capaces de absorber la pasión de las personas y hasta de las leyendas.
- ¿Y cree que ahí reside el mensaje final que emite un estadio? ¿Qué dice esta proliferación de estadios por todo el mundo sobre la hora que vive nuestra civilización?
- Creo que no es de ahora. Ahí está el Coliseo de Roma, por ejemplo, que tiene dos mil años y tendría un uso distinto, pero era ya un sitio de mucho pasión y seguro que había dentro mucho lío... Pero fíjese que hoy, en este mundo de las redes sociales, donde la pantalla es primordial y uno se queda aislado, que se siga manteniendo viva una unidad de 70.000 personas, como una especie de organismo único, me parece fantástico. Eso es un estadio. Un organismo multicelular donde a veces se canta al unísono o se llora a la vez... Eso es lo buenísimo del fútbol, esa intensidad que no tienen otros deportes. Y además está el factor de incertidumbre. Nunca se sabe lo que va a pasar. Vas al teatro o al cine y ya sabes el final. Y en el fútbol, cada partido es siempre distinto. Único. Eso no sucede en ningún otro espectáculo.
- ¿Y su estilo como arquitecto da respuesta a ese carácter diferencial del fútbol?
- Es lo que intento.
- ¿Por ejemplo? ¿Cómo se refleja esa pretensión en el Nou Mestalla?
- En primer lugar, el diseño principal del cuenco, el 'bowl', con la grada muy encima. El campo y la grada unidos. Y luego está la cubierta, que es muy importante porque para mí los estadios son como instrumentos musicales. Igual que en la caja de una guitarra, nosotros recurrimos al ángulo de la grada y el ángulo de la cubierta, que sirve para rebotar el sonido hacia dentro, para que lo acentúe y reverbere. Como una caja sonora. Eso en el estadio del Espanyol funciona magníficamente.
- ¿Y que es también su aspiración respecto al Nou Mestalla? ¿Que quien ocupe su asiento sienta que forma parte de una sinfonía?
- Eso espero. Nosotros vamos a aportar el instrumento y luego el valenciano tiene que aportar el sonido, ¿no? (Sonríe de nuevo). No hay ciencia exacta, pero más o menos si el ángulo es de tal manera y lo haces bien, y absorbe más o menos lo que tú pretendes... Puedes saber cómo va a funcionar aunque obviamente el día de la inauguración va a ser interesante.
- ¿Es usted aficionado al fútbol?
- Sí, claro.
- ¿De qué equipo, si se puede preguntar?
- Pues del que me contrata. (Carcajada).
- Hombre, se apellida Fenwick. Algo de las islas le tirará...
- Bueno, cuando entré en el colegio... El Manchester United, porque estudié en Inglaterra y todo eso...
- Se lo pregunto porque me interesa saber si ahora, cuando diseña un estadio, se mete dentro del ADN del club. ¿Usted se siente dentro del espíritu valencianista?
- Sí. (Responde rápido, muy tajante. Concluyente). Diría que más que de ningún otro, porque con los años que llevo sufriendo... Tuvimos alegrías al principio, luego vino esa económica crisis brutal, que afectó a todo... Y la pandemia del covid. Había quien decía que no se volvería a reunir la gente para ir al fútbol en un estadio, se cuestionaba incluso el futuro de los espectáculos de masas... Hemos pasado por esa montaña rusa de emociones que nos dejó una huella brutal. Pero yo creo que una de las cosas que hemos hecho bien es que hemos seguido con una gran constancia. Con una certeza de que lo estábamos haciendo bien.
- De ese primer impulso que cita a la realidad presente, median varias versiones. ¿Cómo se lo explicaría a alguien que haya estado fuera de Valencia todos estos años, se marchara conociendo el proyecto original y vea ahora el actual?¿Dónde radican las diferencias más relevantes?
- En que, obviamente, en el segundo proyecto hubo que hacer unos ajustes de coste... (Se detiene unos segundos. Mira al fondo, hacia la maqueta del Nou Mestalla. Prosigue). ¿Cuántos clubs de fútbol se han arruinado por haber hecho un estadio que cuesta demasiado?
- Yo conozco algún caso.
- Pues entonces aquí había una responsabilidad de hacer algo que sea magnífico y que encaje con su presupuesto.. Sin arruinar al club. Se hablaba de estadio 'low cost', que eso es una palabra que... En fin. Yo creo que ahora hemos desarrollado algo que a mí me gusta mucho, porque el otro estadio era... Era muy fuerte. Demasiado cerrado, demasiado macizo. Desde dentro no se veía el exterior.
- ¿Y el de ahora? Esa fisonomía más abierta, ¿le convence más?
- Yo lo llamo estadio mediterráneo, con esas terrazas exteriores por donde tú paseas viendo la ciudad y tienes visibilidad hacia abajo. Y son terrazas donde va a haber zonas de cafetería, zonas estanciales... Por ejemplo, lo normal en un estadio es tener una sala para restaurante o un uso social y la grada. Pero ahora tenemos esa grada, esa sala y además una terraza. Va creando espacios nuevos, espacios diferentes, un vínculo mucho más cercano con la ciudad... Y la escala, con esas terrazas, es más humana. El estadio del Madrid por ejemplo tiene una escala de volumen masivo, de ciudad, no de persona. La escala del Nou Mestalla es para las personas. Y también muy grande, brutal. No hay más ver esos pilares de 40 metros. Es un modelo mucho más mediterráneo, más abierto a la ciudad, mucho más utilizable día a día desde el primero.
- ¿Esa es la lección principal que se deduce de los cambios de criterio en el proyecto?
- Lo que hemos aprendido en estos años es ese juego entre la escala de la ciudad y la escala humana, sí. Y cómo manejarlas. Que tú llegues al estadio y tengas una sensación de la escala humana, pero a la vez tengas esa sensación de estar ante un edificio grande, potente, importante, que incluso da miedo a los adversarios. El Nou Mestalla tiene que dar orgullo a los propios, a los valencianistas, y miedo al adversario.
- Otro elemento llamativo es su cubierta, asentada sobre...
- Sobre la corona de pétalos, lo que llamamos pétalos, sí. Nosotros somos uno de los pocos estudios de arquitectos que innovamos. Y en el proyecto inicial había unas vigas en forma de triángulo y por eso los pétalos, porque era donde se metían esas vigas. Pero ahora mismo, los pilares nuevos van en esa ranura que forman los pétalos, entre uno y otro. Y a mí me gustan mucho. Ha habido mucha crítica a los pétalos pero son una cosa que me parece muy interesante: en este estadio, cuando estás dentro y ves el 'bowl', con los pétalos arriba... Es una identidad única en todo el mundo. No hay otro igual. Y le da un poco de movimiento, esa forma ondulante... A mí me me gusta mucho.
- Otro elemento diferencial son esos pilares que menciona. Parece que dibujan una partitura, como si fueran un pentagrama.
- Las 50 vigas, sí. Vuelvo a lo de antes, a la música. Los pilares le dan ritmo al estadio, porque soportan la nueva cubierta y porque si fuera todo recto, sería como una escala más masiva. Y es un ritmo musical,
- ¿Y la cubierta? Entiendo que juega un papel decisivo, más allá del puramente ornamental, que tiene que ver con una reflexión que he visto en otros proyectos suyos sobre la sostenibilidad y el confort.
- Sí, sí, totalmente. La cubierta tiene muchas funciones. Lo primero es que sirve para proteger a la gente. Del sol, de la lluvia... Pero también sirve para reflejar el sonido hacia adentro pero al mismo tiempo protege acústicamente al exterior, o sea, que reduce la contaminación acústica hacia afuera. Y también sirve para colgar todas las luces que iluminan el campo en vez de utilizar postes.
- ¿Y cómo está confeccionada su piel? Es una textura llamativa.
- Es un textil de última generación. El textil tiene una duración de muchísimos años. No es inflamable, es seguro... En el mundo de la arquitectura, donde más avances que ha habido en innovación ha sido en el cristal y los textiles. Y éste es un textil fantástico, ligerísimo. La cubierta va a llevar unos cables y unas flechas muy, muy ligeras... El estadio antiguo era mucho más pesado, con grandes vigas que salían. También era potente, pero este nuevo es como que flota sobre esos pilares. Y permite que el estadio respire, con ventilación cruzada, que también está muy estudiada. Por eso hemos elevado el estadio, para permitir que pase el aire.
- ¿La suma de todos estos detalles aspira a convertir su obra en algo más que un estadio? ¿Que sea un icono para Valencia y deje una huella profunda en su entorno, que mejore el urbanismo de la ciudad?
- La arquitectura y el urbanismo mantienen un diálogo. El urbanismo establece las reglas de juego, te dice lo que tiene que ser el edificio. Y la arquitectura interpreta esa partitura que da el urbanismo, lo convierte en algo sólido.
- ¿Por ejemplo? ¿Cómo se observa esa idea plasmada en el Nou Mestalla?
- Pues por ejemplo en esos pilares que lo rodean. Es como es un templo. Un templo para para el fútbol, donde tienes esa escala grande que da el pilar y la escala más humana de las láminas y de las terrazas... Pero sí hemos tenido en cuenta todo lo que rodea el estadio y cómo se relaciona con los edificios de enfrente, cómo se relaciona con la avenida... Cómo la fachada principal da hacia la plaza de la avenida, un poco como el balcón para celebrar el día que se gana la Champions. Porque los edificios públicos, y éste lo es aunque sea privado, tienen que tener cierta relación con el espacio público. Y eso es lo que hemos intentado hacer: que cada fachada tenga una relación distinta con los edificios que lo rodean.
- Usted habla de esa condición icónica del nuevo estadio, que es un atributo que distingue al actual, al viejo Mestalla. Que además tiene una relación muy profunda con el barrio donde está enclavado. ¿Ésa esa su aspiración respecto al Nou Mestalla?
- Yo siempre digo que los estadios son catalizadores de barrios. O sea, lo que decía del estadio como la catedral de hoy en día, un edificio que tiene ese clase de diálogo con la ciudad. Y creo que eso el Nou Mestalla lo cumple perfectamente.
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