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EFE

Morant, en manos de Alsina

El ministerio que dirige debería de permitirle disponer de una agenda mucho más intensa en la comunidad que aspira a presidir. No ocurre así, y por eso es una desconocida

JC. Ferriol Moya

Valencia

Sábado, 12 de julio 2025, 23:12

Marta García Aller o Rubén Amón, o más probablemente ambos, coincidirán, si no lo han hecho ya, en una reflexión que con frecuencia se le ... suele escuchar a Carlos Alsina. Desde que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, fue nombrada líder de los socialistas andaluces y candidata a pagar los platos rotos de su partido frente a Juanma Moreno, su actividad al frente del ministerio ha cedido terreno de forma clara frente a su papel de candidata a presidir la Junta de Andalucía. A Montero se le sigue viendo por el Congreso de los Diputados, claro está, aunque allí también se la ha notado cierta pérdida de frescura, propia de quien ocupa el número dos de un partido sobre el que sobrevuela la sospecha de la financiación irregular, amén de la certeza de comportamientos misóginos y profundamente machistas de quienes hasta hace cuatro días eran sus responsables. Montero ha bajado el pistón de vicepresidenta y trata de subir el de líder de los socialistas andaluces. Y ese cambio de estrategia se aprecia en el nivel de actividad de la responsable de un ministerio como el de Hacienda, que si no ha tenido tiempo de contestar la carta que le envió ¡en enero! al presidente de los empresarios valencianos, difícilmente lo va a tener de negociar unos nuevos presupuestos o de abordar la reforma de la financiación -a ver qué dice el lunes la Generalitat de Cataluña-.

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El caso es que la actividad de Montero como ministra se ha resentido porque está en la carrera electoral andaluza. Y las elecciones en esa CCAA tocan en 2026.

Pero Montero no es la única ministra que, por obra y gracia de Pedro Sánchez, ha sido ungida con el título de candidata socialista a presidir su autonomía. Antes que en Montero, ese honor ya recayó sobre Diana Morant, elegida en marzo de 2024 para tomar las riendas del socialismo valenciano tras el fracaso de Ximo Puig en las autonómicas de un año antes. Morant llegó, vio, y Santos Cerdán se encargó de que venciera, despejando de la carrera a Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler. Era 'orden de Pedro' y no había más que hablar. Y no se habló. Morant lidera desde entonces el socialismo valenciano, y desde el pasado mes de octubre piensa además que tiene una oportunidad real de alcanzar la presidencia de la Generalitat. La gestión de la dana le ha abierto a la ministra de Ciencia una posibilidad que hasta ese momento ni se esperaba ni parecía posible que alcanzara. Morant se ha encontrado -porque no es ella la que lo ha propiciado- con la contestación social que provoca la figura de Carlos Mazón, con las dudas que genera su liderazgo en la calle Génova y, también, con el revoltoso Paco Camps, inexplicablemente empeñado en desgastar al presidente del PP valenciano.

Morant, como Montero, sigue sentándose cada martes en la reunión del Consejo de Ministros. Su departamento, Ciencia, Innovación y Universidades, tiene muchísima menos trascendencia y visibilidad que el que ocupa la vicesecretaria general del PSOE. Sobre el papel, esa circunstancia debería de permitirle dedicar buena parte de su agenda a estar en Valencia, en la Comunitat en definitiva, porque su crédito político se lo jugará en unas elecciones, las autonómicas, que podría ganar -aunque el CIS de marzo ya dibuje que esa posibilidad no está en absoluto garantizada-. Y sin embargo, Morant y su agenda siguen siendo un misterio en la Comunitat. Sí, Morant visita de vez en cuando alguna localidad valenciana, pero no parece entender que sigue siendo una desconocida para los valencianos. Y si Alsina no decide lo contrario, así seguirá siendo.

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