Julián Calero da indicaciones desde la banda. EFE/Ana Escobar

Los primeros pitos de la temporada invaden el Ciutat de Valencia

La afición del Levante muestra el descontento unánime por el mal partido de su equipo contra el Athletic Club, en un momento en que los resultados no acompañan y Julián Calero empieza a estar discutido

Eric Martín

Valencia

Sábado, 29 de noviembre 2025, 19:40

El nerviosismo es cada vez más latente y está presente entre el levantinismo. Los resultados no llegan, el Levante se ubica en puestos de descenso ... y en el duelo frente al Athletic Club el equipo salió más desenchufado que nunca, lejos de las expectativas de un partido de tal trascendencia.

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A los dos minutos de juego, Robert Navarro anotó el primer gol del conjunto vasco tras una mala defensa colectiva y el descuido final de Matturro. Todo cuesta arriba y el run-rún se manifestó a partir de ese momento en la grada, con numerosos pitos durante distintos tramos del encuentro.

El equipo de Julián Calero no lograba la reacción. Estaba sumiso ante un Athletic que finalmente antes del descanso hizo más grande la brecha, con un contragolpe culminado certeramente por Nico Williams. Y cuando el Levante gozaba de la poca posesión que ostentó, lo hacía sin criterio definido y sí con numerosas precipitaciones. Un hecho que sólo hizo que incrementar los decibelios en señal de cabreo e ira contra el propio Levante.

Poco más de media hora había transcurrido cuando el técnico levantinista decidió poner ya a hombres a calentar. en la banda. Señal de que su plan no funcionaba y ante lo que todavía tener por delante, con tal de rescatar al menos un punto. Al llegar a vestuarios, Calero de momento no recibió ningún grito claramente en su contra reclamando una posible destitución.

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Durante la segunda parte, la entrada de Iván Romero y las últimas dosis de esperanza por intentar salvar el partido apaciguaron un poco los ánimos. Sin embargo, en el tramo final del encuentro volvieron a sonar bien fuerte esos pitos, mientras otros encarrilaban antes de hora los vomitorios del estadio. Entonces la pitada volvió a ser unánime y algunos tímidos cánticos contra Calero sí se produjeron a cuentagotas y muy dispersos. De momento, su puesto parece no correr peligro. El malestar imperó por encima de todo y la preocupación aumenta.

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