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Un infectado de coronavirus recibe tratamiento en la unidad de cuidados intensivos de la clínica belga MontLegia CHC, en Lieja. REUTERS
La UE retrasa dos semanas su respuesta a la crisis del coronavirus y agrava su división

La UE retrasa dos semanas su respuesta a la crisis del coronavirus y agrava su división

Rebota al Eurogrupo la carga de diseñar un plan fiscal común que rompa el bloqueo entre los países del norte y los de sur

salvador arroyo

Corresponsal. Bruselas

Jueves, 26 de marzo 2020

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Ni coronabonos ni fondo de rescate. El norte tapona ambas opciones. Y el sur se queda con el compromiso de que se irá más allá para que el coronavirus no condene a una nueva crisis financiera. Pero no ahora. En la práctica, dos semanas más para que se presente un plan fiscal coordinado «claro y contundente», según Pedro Sánchez, con el que paliar los efectos post-crisis sanitaria. En trazo grueso ese fue el resultado de la 'videocumbre' que los jefes de Estado y de Gobierno celebraron este jueves. Seis horas (cuando solo estaban previstas dos). Cerrazón de Alemania, Holanda y otros países nórdicos... Y un golpe sobre la mesa de Italia y España, los socios europeos más golpeados por la pandemia, que evitó una declaración aún más descafeinada. Conclusión: ni siquiera una pandemia consigue catalizar más integración europea. Y todo por un párrafo.

LAS CLAVES:

  • Económicas - Coronabonos: Emisión de deuda conjunta para compartir riesgos y obtener mejores condiciones de financiación.

  • Económicas - MEDE: Fondo de rescate dotado con 410.000 millones de euros.

  • Salud e investigación- Equipamiento: Compras conjuntas a través de la Comisión.

  • Salud e investigación- La vacuna: 140 millones.

Antes de arrancar la cumbre, y mientras ésta se estaba celebrando, se difundieron varios borradores de conclusiones. En ellos se calcaba la redacción de objetivos en asuntos como el de contener la expansión de la pandemia (con medidas ya conocidas como el refuerzo de los controles de las fronteras exteriores, o los «temporales» introducidos dentro del espacio Schengen); el aprovisionamiento de equipos médicos; o el impulso a la investigación para conseguir una vacuna (recordando que 140 millones de euros de la UE financian ya 17 proyectos).

Los retoques se fueron sucediendo en un par de puntos. Podría decirse que en uno, el 14, integrado en el bloque sobre las medidas para hacer frente a las consecuencias socioeconómicas. Ahí estaba el nudo gordiano de esta cumbre. De entrada, ninguno de los 'proyectos' de texto mencionaba la activación de los eurobonos (hoy rebautizados como 'coronabonos'). Ni siquiera de forma indirecta. Así que el 'club de los nueve' que abogaba por ellos (con Francia, Italia y España a la cabeza) recibía ya un golpe de Alemania, Holanda o Finlandia. Los ricos.

Pero en la 'versión 1' (llamémosla así) había una luz. Sí hablaba del MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad). Este fondo de rescate, dotado con unos 410.000 millones de euros, fue el recurso al que los ministros se refirieron el martes para 'vender' una solución conjunta y coordinada de los países del euro. Hablaron de que esta caja se abriría hasta un 2% del PIB del país que lo necesitara. Faltaban muchos detalles. Entonces Mario Centeno, presidente del Eurogrupo, habló de «amplio acuerdo». Pero Holanda (y otros, los mismos) no formaban parte de él. Así que El Eurogrupo pasó la pelota a los líderes.

Ya ni el MEDE

Lo que lleva a la 'versión 2' del documento de conclusiones: hasta el MEDE desapareció. Quizás porque la herramienta hoy no es necesaria (ningún país tiene, de momento, problemas para acceder a las subastas de deuda pública). Incluso podía pensarse que ese 'seguro' carecía de sentido teniendo en cuenta que el BCE ya ha confirmado que echará el resto: que va a comprar deuda por más de un billón de euros e incluso asumir más del 33% de la que genere cada país.

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En cualquier caso, desapareció. Es más, incluso se disiparon las alusiones temporales. En un primer texto se emplazaba a los ministros de Economía y Finanzas a perfilar soluciones técnicas «la próxima semana». En el siguiente se pasaba a «próximas semanas». Y en otro posterior, ni un plazo. En todos, eso sí, aparecía una declaración de intenciones. «Nuestra respuesta debe tener en cuenta la naturaleza sin precedentes del choque del Covid-19» que afecta a todos «y se intensificará (la respuesta), según sea necesario».

Pero lo urgente, concreto y práctico, había llevado a un callejón sin salida. Así que a eso de las ocho de la tarde España e Italia pusieron pies en pared. Se plantaban. No aceptaban ambigüedades y daban diez días de plazo para dar con un plan que rompiera el bloqueo. Fue entonces cuando la presidencia se puso a trabajar con una nueva versión.

Y en ésta sigue sin haber ni MEDE ni Eurobonos, se devuelve la pelota a los ministros de Economía para «presentar una nueva propuesta». Y se recoge la necesidad de trabajar en un plan de reconstrucción para cuando se controle la pandemia. En realidad, una nueva patada hacia adelante. De dos o tres semanas, cuando las urgencias económicas serán mayores. Peores.

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