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Javi Núñez y Alba Serrano, en la playa de la Patacona con sus perros Jaia y Chusta. iván arlandis

Gallina negra, equipo en la vida y en el corral

Hace 16 años que se conocen y ahora celebran las juntas de empresa en el sofá de casa. LAS PROVINCIAS acompaña a los ganadores de sus premios gastronómicos durante un día de verano. El de Alba Serrano y Javi Núñez comienza haciendo yoga en la playa, porque así es como han elegido vivir

Almudena Ortuño

Jueves, 4 de agosto 2022, 23:34

Son las 08 horas y estamos mirando al mar; qué mejor despertar. Contra el horizonte se recorta la figura de Alba Serrano, practicando yoga ... en la orilla. Javi Núñez observa desde ese muro que es frontera entre el asfalto y la arena, entre la ciudad y la playa. Está acompañado de Jaia y Chusta, sus dos perras de 10 y 15 años. Ni siquiera en sus horas libres los gallos de este gallinero separan sus caminos: son compañeros en el restaurante que comparten en El Carmen, y sobre todo en la vida. A nadie le extrañó que la pareja resultara ganadora del premio gastronómico de LAS PROVINCIAS al Equipo Emergente -celebrado con un icónico beso-, ya no sólo por la libertad de sus cacareos, sino por la compenetración de sus ritmos. Como los Gallina Negra hay pocos: la especie está en peligro de extinción.

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El serial ‘Verano Emergente’ va de pasar un día junto a los ganadores de los galardones. Así que nos citamos con Serrano y Núñez en la playa de La Patacona, aunque ellos vivan frente la del Cabanyal. Son animales de mar, y no están por renunciar a su estilo de vida. Mientras la restauración se lamenta por los horarios poco conciliadores, ellos eligen seguir abriendo el restaurante en verano, pero solamente de lunes a viernes y para el turno de cenas. Así se reservan la mañana para hacer vida junto a la orilla. “Aunque si somos sinceros, llevamos una semana pringados con la mudanza de casa”, comenta Javi. Sus vacaciones empezarán en septiembre, con un concierto de Manolo García y un viaje bien lejano, probablemente a Vietnam. El último fue a Malasia y perdieron un avión.

Alba y Javi, haciendo yoga en la playa. iván arlandis

Su inquietud vital está presente en Gallina Negra, restaurante sin complejos, en pleno barrio de El Carmen, donde hacia falta una propuesta así de ecléctica. Cocina fusión con producto de mercado, porque Javi lo mismo te planta una coca de lengua de vaca que unas mollejas con chocolate blanco. Y trato desenfadado para unas pocas mesas, entre las que Alba va repartiendo sonrisa y didáctica. Hasta llegar al formato libertario, que ya soñaron hace una década, han tenido que vivir todo lo demás. Porque Alba y Javi se conocen desde los 17 y 21 años respectivamente, cuando sus caminos confluyeron en el restaurante Palau de la Mar. Durante unos años, separaron sus trayectorias para trabajar por el mundo, pero se terminaron por reencontrar junto los fogones de Ricard Camarena, cuando abrió Canalla Bistró en València.

Test de Emergencia

El recuerdo que emerge cuando piensas en cocina: - Javi: Mi recuerdo en cocina siempre son lugares, cada uno con su historia.

- Alba: Empatía, pienso en cuando soy cliente y como me gusta que me traten.

La canción/artista emergente que suena en vuestro restaurante:

- Quizá no sea emergente, pero… Mezcalito, de Lila Downs.

La emergencia que más te hizo sufrir durante un servicio:

- Una vez que, por un problema bancario, la cuenta del restaurante se quedó en blanco durante unas horas. Nos pilló en mitad de un servicio, imagina cómo lo vivimos.

- Una moda culinaria que ojalá no emergiera tanto:

Las modas en sí. Las tendencias marcan el camino, y en ocasiones, nos olvidamos de lo que en realidad queremos. Por elegir una, los baos hicieron mucho daño.

La cena de emergencia para las noches de verano:

- Sandwich en sandwichera. Tostadito.

“La decisión de montar algo propio vino a los 34, antes no habría salido igual. Acababa de volver de Barcelona y le estaba echando un cable a Arturo Salvetti en La Gallineta. Allí conocí a Óscar Merino, que fue mi primer socio”, relata Nuñez. Alba aún continuaba en el grupo Camarena, pero con el estallido de la pandemia, la salida de Merino propició la entrada de Serrano. Primero en el delivery, luego en la sala, y al 50% de la sociedad. “En realidad ella siempre ha formado parte de esto, han sido años planeando juntos. Y ahora somos mejor equipo que cuando estábamos en Ricard, más maduros”, dice él. También han sabido repartirse las tareas para ahorrarse roces. “El papeleo para ella”, bromea él. “Y las juntas directivas las celebramos en el sofá de casa, con una cervecita”, añade ella.

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El plumaje de la libertad

En su tiempo libre, Alba hace deporte, restaurara muebles y aprende ingles; a Javi le gusta nadar y dibujar. Ambos han elegido un modelo de negocio que les deja tiempo libre para seguir cultivándose por dentro. “Antes teníamos tal nivel de exigencia que nunca descansábamos, pero con la pandemia nos cambió la forma de pensar. Ya no nos importa ganar menos para vivir más, porque en realidad estamos ganando en otras cosas”, opina Serrano. Así que mantienen una plantilla de cuatro personas, porque prefieren depender de pocas manos. No valoran expandirse, les basta con seguir como hasta a fecha. Y esto les hace insultantemente libres: pueden tomar decisiones propias que, si salen mal, es cosa suya. Lo dicho, a ellos nadie les baja la cresta; ni de broma.

“Ahora somos mejor equipo que hace unos años, más maduros. Y no nos importa ganar menos para vivir más, porque en realidad ganamos en otras cosas”

“Nos gusta viajar para probar y comer sin ningún pudor. Esta filosofía la trasladamos al restaurante”, afirman. Una de las decisiones más importantes para transformar Gallina Negra fue el salto de la carta común al menú degustación -hay dos propuestas: una para cobardes y gallinas, otra para los huevos de oro-. Esto implica un ticket medio más alto y una clientela más gastronómica. “Era la única manera de evolucionar e introducir platos nuevos, porque el cliente tiende a acomodarse en lo de siempre. Y Javi no se puede pasar la vida haciendo tartas de queso”, argumenta Serrano. Vale que no juegan en la ‘liga de las estrellas’, “nos quitaría libertad”, pero sí disfrutan con la creatividad: “Igual no invertimos en una vajilla súper cara, pero un mes procuramos que toda sea negra". Constantemente están pensando en mejorar, que no en crecer.

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En resumen: van a su rollo. Y eso les colorea el plumaje. Las modas les pasan de largo, no así los clásicos que revitalizan y que disfrutan acercando al comensal. “Le he dicho a Javi que prepare un jarrete, que quiero salir a hacer el show en sala”, dice Alba, con picardía. “Tú haz lo que quieras en sala, yo ahí no salgo porque no sé inglés”, ríe él.

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