La mítica horchatería Fabián reabre en pleno centro de Valencia
El establecimiento cerró el local de la calle Císcar y ya ofrece sus clásicos buñuelos con chocolate muy cerca de la plaza del Ayuntamiento
La hostelería siempre suele dar una segunda oportunidad a todo aquel que se lo trabaja, a los que durante años han hecho felices a miles ... y miles de clientes, a los que ante un periodo puntual del calendario se convierten en referencia, haciendo que quien quiera probar sus productos sean capaces de recorrer la distancia que sea necesaria. En ese caso está la horchatería Fabián. El establecimiento era uno de esos locales míticos de Valencia. No había generación de valenciano que no hubiera pasado por Fabián o probado sus clásicos buñuelos con chocolate, tampoco la horchata tradicional. Tras las Fallas 2022 Fabián cerró, aunque, como señaló LAS PROVINCIAS en ese momento, se buscaba ya una nueva ubicación. Más de medio año después Fabián vuelve a ser una realidad. Sus puertas vuelven a estar abiertas, muy cerca de la plaza del Ayuntamiento.
Alicia Fortuño, dueña actualmente de Fabián, confirma a LAS PROVINCIAS que durante estos meses «he mirado muchos locales, pero necesitamos determinadas características. Tenemos que tener hueco para la maquinaria de buñuelos y eso no lo tenían todos los bajos que hemos visto». Así fueron pasando los locales y los barrios, pasando por Isabel la Católica, Ruzafa, plaza España o la misma plaza del Ayuntamiento. Al que no le faltaba espacio, tenía poca cocina o carecía de terraza. Hasta que se llegó al lugar escogido.
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Fabián, un clásico que se muda
El miércoles 9 de noviembre reabría la horchatería Fabián en la calle Moratín, 1, muy cerca de la plaza del Ayuntamiento, en plena zona financiera del centro de Valencia. Un gran ventanal es ahora el punto más característico del nuevo Fabián, ya que permite una completa vista de la sala. El nuevo local permite «disponer de hueco para toda la maquinaria, para guardar toda la masa que hacer y mantener el chocolate. La terraza que tenemos es esencial y nuestro objetivo es habilitar un mostrador a la calle para la venta de buñuelos, sin necesidad de ocupar espacio en la vía pública», indica la dueña.
El nuevo Fabián es un viaje al pasado, a la historia de la mítica horchatería del Ensanche. El logotipo de mantiene, lo que sirve de alerta a los que conocieron el local de la calle Císcar. «Sí, ahora es más moderno, pero la esencia es la misma. Hemos renovado la decoración pero seguimos siendo los mismos. Hemos ampliado un poco la carta con mini bocadillos, tostas y bollería completamente casera», indica Alicia Fortuño. Su apertura actual es de lunes a sábado, «por ahora el domingo es de descanso, aunque en Fallas abriremos sí o sí todos los días», sentencia Fortuño.
Clásicos a la venta
La persiana del nuevo Fabián se levantó y sus clásicos reaparecieron para volver a conquistar tanto a los antiguos como a los nuevos clientes. «Hacemos buñuelos todos los días. Obviamente en verano no, pero lo cambiamos por churros. El chocolate no falta. Nosotros vendemos más buñuelos por la tarde, a modo merienda, aunque tenemos clara una cosa: el que viene, vuelve«.
Así, Fortuño está reestrenando Fabián, volviendo a disfrutar de una oportunidad que pocos establecimientos míticos han podido tener. Cambiar de barrio, pero manteniendo la clientela. «La gente que nos conocía de Císcar nos busca y vienen muy contentos. A ellos le sumamos los que pasan por la puerta y se enteran de que ahora estamos aquí. Hemos notado que se ha incrementado el servicio en horario de almuerzos, por todas las oficinas que hay en esta zona. Además, damos la posibilidad que de 13 a 16 horas una persona pueda venir a Fabián con su propia comida y consumir en el local pidiendo bebida y café, para que no estén encerrados en la oficina o comiendo en cualquier sitio de la calle«, señala Alicia Fortuño.
Fabián ha vuelto y lo hace con su chocolate único, con sus buñuelos exquisitos y con una coca de llanda que es capaz de hacer que la clientela vaya adrede desde cualquier punto de la ciudad. Lo clásico siempre tiene hueco, no es víctima de las modas gastronómicas.
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