El primer gran botellón de las Fallas toma el centro de Valencia

Pese a los botellones Valencia amaneció limpia, y buena parte de la culpa fue del refuerzo del servicio municipal, que incluía brigadas específicas para las zonas de las verbenas. Si en algún lugar se resistió la porquería fue en el barrio de Ruzafa, donde los vecinos atestiguan que los trabajadores empezaron a las seis de la mañana a recoger y limpiar las calles, acabando a las diez.

El principal rastro era el olor de orines de los incívicos incapaces de usar los váteres portátiles, como sucedió en la calle de la Lonja o en las proximidades de Mossén Sorell. O en plazas de Ruzafa como San Valero, donde los más madrugadores hablaban de un hedor «insoportable».

La plaza Doctor Collado, punto de visita obligada en las mejores noches falleras, se llenó hasta los topes. «La Lonja es un edificio Patrimonio de la Humanidad. Cuidarla y mantenerla limpia es responsabilidad de todos. Utiliza siempre las papeleras y los váteres situados en la calle Numancia», decían los carteles colocados por la comisión. Una labor de sensibilización que también se hacía en directo a través del disc-jockey. Por si acaso, el monumento permaneció perimetrado, con un precinto de la Policía Local situado a algo más de un metro de la fachada para evitar que alguien se acercara a orinar o se acumulara basura.

Además varios vigilantes de seguridad evitaron durante toda la noche que los más despistados se lo saltaran. Eso sí, nada podían hacer para que los incívicos no orinaran en la acera de enfrente, para desgracia de los vecinos. La basura que se acumuló en las inmediaciones empezó a recogerse a las 4.30 horas. De buena mañana, con las calles impolutas, todavía se notaba el olor a orín en unas palmeras de la calle.

En Ruzafa desde primera hora de la tarde las aglomeraciones y los botellones junto a las carpas eran perceptibles. La basura junto a la de Matías Perelló se empezó a retirar sobre las tres de la madrugada de la mano de los falleros de la comisión. Otro de los puntos calientes fue Jacinto Benavente-Reina Doña Germana, con una sesión en la que un DJ congregó a centenares de jóvenes. Los residuos también empezaron a retirarse de madrugada, al poco de finalizar la actuación.

«Estamos contentísimos de que estemos en Fallas, que se haya recuperado la fiesta, pero no estamos tan contentos con que se celebren fiestas, botellones y excesos en las verbenas y en las calles. Si no se ocasionaran estas molestias al vecindario no habría problema», lamentó el presidente de la Asociación Russafa-Gran Vía, Giovanni Donini.

El representante vecinal reclamó además más urinarios públicos en estos casos. «No se puede permitir el olor a orín», dijo. Ayer temía que el problema se repita el próximo fin de semana.

Otras zonas donde suelen quedar rastros de la fiesta son las calles de los mercadillos pues proliferan los puestos de venta de bebidas. En el de Convento Jerusalén la tónica fue similar: a primera hora estaba limpia.

Fuentes de la Concejalía de Residuos Urbanos explicaron que el refuerzo específico para las zonas de verbenas se componía de medio centenar de operarios, tres recogedoras y tres barredoras mecánicas. Además, en previsión de la intensidad de la jornada, la plantilla del día de ayer fue reforzada con 641 profesionales adicionales, un 343% más respecto a los puestos de trabajo ordinarios. El porcentaje sólo se prevé superior para la intervención posterior a la cremà.