Los churros sin gluten, en peligro de extinción en Valencia
La única churrería de la ciudad apta para celíacos pide 45.000 euros para compartir su receta ante un posible cierre y se aferra al «milagro» de conseguirlos en la Semana Fallera
Pablo Alcaraz
Valencia
Viernes, 15 de marzo 2024, 02:12
Jesús Manuel Ruiz es un héroe sin capa. Regenta ChurrosNumerosos.com desde hace 13 años, o lo que es lo mismo, el único puesto de venta ... de toda Valencia que ofrece churros y buñuelos sin gluten en Fallas. Este es el motivo por el que en estas fechas se convierte en el ángel de la guarda para los 8.000 celíacos que hay en la ciudad que, gracias a Jesús Manuel, pueden degustar estos dulces tradicionales. Con su mujer y él mismo enfermos y al borde de la jubilación, ninguno de sus 11 hijos quiere coger el testigo y continuar con esta tradición. Es por ello que que han creado una campaña de recogida de fondos para compartir la receta y así no dejar desamparados a los intolerantes al gluten cada mes de marzo.
45.000 euros, contantes y sonantes. Ese es el precio del secreto mejor guardado de Jesús Manuel. No es la fórmula de la Coca Cola, pero se le parece. Su voluntad es que el proyecto al que ha dedicado parte de su vida no caiga en saco roto y aparezcan otros establecimientos y obradores que se preocupen por los celíacos. Por ahora, la meta pinta complicada pues el 'crowdfunding' sólo tiene 50 euros repartidos en cinco donativos de diez euros cada uno: «El milagro quedará más evidente si se consigue cumplir con la cantidad en menos de una semana», explica el gerente de esta iniciativa que, cabe recordar también, está patrocinada por el Ayuntamiento y la Asociación de Celíacos de la Comunitat Valenciana (ACECOVA).
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Gran parte de la clientela que pasa por su puesto son intolerantes al gluten, pero cada vez más valencianos que no sufren este trastorno alimentario se pasan por el número 41 de la calle Jesús, el enclave donde está aparcado ChurrosNumerosos.com, atraídos por la calidad de sus productos. Aunque no lo parezca, esto es un favor que Jesús Manuel ofrece a sus conciudadanos porque no se dedica profesionalmente a ello. De hecho, ha trabajado en infinidad de oficios. En 1982 se licenció en Química Industrial en la facultad de Ciencias de Burjassot. Ejerció de aquello que había estudiado en algunas empresas de Paterna hasta que se marchó a Lorca como asesor comercial para el curtido de pieles.
A principios de los 2000 regresó a Valencia para trabajar como profesor de instituto y en varias empresas. También dirigió durante cinco años un restaurante de vacaciones en un pueblo de montaña turolense. Sin embargo, desde hace dos décadas, y como complemento sus dedicaciones profesionales, le ofrecieron montar una churrería en la falla 'Els Generals', situada en la calle General Llorens. Ahí empezó su particular semilla solidaria para con los vecinos de la ciudad. Ayudado por su esposa y varios de sus hijos, ofrecían docenas de quince o dieciocho unidades de churros, a las familias numerosas en función de su categoría. Hecho que, en su días, les valió el reconocimiento de muchos medios de comunicación.
En el año 2010, a uno de sus hijos se le ocurrió la idea de preparar churros y buñuelos sin gluten para que los celíacos también pudieran probarlos en estas fechas tan señaladas. «Al comprobar su buena calidad y el éxito que tenían, optamos por ir aumentando la producción de estos dulces sin gluten frente a los de trigo, hasta dedicarnos de manera exclusiva», recuerda Jesús Manuel. Hace 8 años la familia se mudó a Burgos para abrir una delegación de asesoramiento energético a empresas para que ahorraran en sus facturas de luz y gas, sin interrumpir su servicio de venta en Valencia desde primeros de marzo hasta la fiesta de San José.
El año pasado la artrosis se cruzó en el camino de Jesús Manuel. «Aunque no me limita mucho en mis otras actividades profesionales, sí lo hace en la churrería», lamenta este valenciano que se ha visto abocado a ofrecer el traspaso del «muy rentable y socialmente necesario negocio de los churros y buñuelos sin gluten que nadie ha querido adquirir». Su esposa también sufre un enfermedad y gracias a que uno de sus hijos es programador informático, los clientes pueden hacer los pedidos en línea y pagarlos por bizum o transferencia. Otra de sus hijas que vive en Londres mantiene actualizadas las redes sociales mientras que otros dos lo ayudan a elaborar y servir los churros, buñuelos y chocolate en el puesto de venta.
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