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Puerta blindada del refugio del palacio del Montortal, en la plaza Tetuán. Iván Arlandis

El refugio antiaéreo más singular de Valencia

Se encuentra en el Palacio de Montortal, el suelo es de mosaico Nolla azul y gris y es uno de los pocos que conserva la puerta blindada

Lola Soriano Pons

Valencia

Lunes, 14 de julio 2025, 00:48

Todavía quedan muchos interrogantes por responder, dudas que se irán resolviendo conforme avancen los trabajos arqueológicos, pero en el Palacio de Montortal se está trabajando ... en la recuperación de todo el edificio majestuoso y, en especial, en un refugio antiaéreo que se construyó para proteger a los marqueses de las bombas lanzadas desde los aviones durante la II Guerra mundial.

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Se trata de uno de los refugios más singulares de Valencia, ya que es «uno de los pocos sino el único que conserva la puerta blindada y de cierre hermético contra gases», detalla Pepa Pascual, jefa del servicio de Arqueología Municipal.

Otro de los datos que lo hacen singular es que el suelo de la instalación son mosaicos Nolla, unas teselas que se suelen usar en plantas nobles, pero que en este caso también se utilizaron en este espacio de albergue antibombardeos. El motivo lo detalla la jefa de arqueología que depende de la concejalía de Cultura que dirige José Luis Moreno.

«Este refugio no se construyó durante la Guerra Civil, sino al terminar esta. Los dueños del palacio hicieron una reforma en los años 40 y se aprovechó para crear el refugio. Y se empleó el mismo pavimento que se estaba instalando en el vestíbulo». Algunas salas del refugio tienen las teselas de un tono gris y otras en azul.

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Fachada del palacio de Montortal, suelo Nolla en el refugio y respiradero. Iván Arlandis

Los arqueólogos y arquitectos están realizando catas en este refugio antiaéreo para tener información de cómo se hizo, con qué materiales, ya que no estaba incluido en el catálogo de refugios de Valencia.

La superficie de este espacio es de 87,23 metros cuadrados y la superficie útil, de 53,92 metros cuadrados.

Refugio de la II Guerra Mundial

Como ya se ha recogido en un primer informe, el refugio es de la década de los 40 y se describe que no es de la Guerra Civil porque Fernando Núñez-Robres Galiano, marqués de Montortal, «a sus 54 años, junto a su hija María del Milagro Núñez-Robres Rodríguez del Valcárcel, de 17 años, y su hermana María del Carmen Núñez-Robres, o quizás su otra hija, fue uno de los 136 refugiados que, a bordo del barco argentino Tucumán, salió desde Alicante hasta Marsella el 23 de enero de 1937 para finalmente llegar a Argentina» y fue tras la Guerra Civil Española cuando volvió a Valencia.

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Eso sí, al regreso estaba en marcha la II Guerra Mundial. En 1941 se publicó un decreto del Ministerio del Ejército en el que se hablaba de la defensa pasiva y ya el 22 de julio de 1943 en el Boletín Oficial del Estado se incluyó el decreto de 20 de julio de 1943 sobre la construcción de refugios antiaéreos en poblaciones de más de 20.000 habitantes.

Precisamente ese mandato de crear refugios llevó a que el VI marqués de Montortal y VII marqués de la Calzada incluyera uno en la gran reforma que hizo del palacio que desde 2022 es propiedad del Ayuntamiento de Valencia, tras pagar 3,5 millones de euros por él.

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Como se recoge en el informe municipal, a la hora de construir el refugio se «siguieron las normas para la construcción de los refugios privados de protección personal en las edificaciones particulares contra los ataques realizados por aeronaves». E incluso se recoge en el informe que la construcción estaba más que justificada «por su proximidad a otros edificios militares que podían ser objeto preferente de posibles ataques enemigos», en referencia a Capitanía de Valencia.

Escalera de acceso al refugio y estantes para guardar víveres. Iván Arlandis

Las posibilidades económicas de la familia permitieron la creación de un completo refugio de carácter privado, amplio (con dimensiones suficientes para acoger a los diversos miembros de la familia) y con diversas estancias capaz de proteger a sus ocupantes del impacto directo de las bombas de peso considerable empleadas por la aviación.

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En cuanto a la ubicación de este espacio de protección, cabe destacar que se encuentra en un sótano, relativamente alejado de los muros de la fachada del edificio y se accede por unas escaleras situadas junto al vestíbulo.

A prueba de bombas

La cimentación desciende como mínimo un metro bajo la solera para evitar que «por efecto de una posible explosión pudiera descalzar o destruir los muros en su base», tal como se ha podido comprobar en las catas. «El techo y la cubierta fueron construidos con una gruesa capa de hormigón armado, con varillas cruzadas y estribos verticales para poder resistir el peso de los escombros en caso de derrumbe», tal como añade Marta González Ceballos, arquitecta.

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Contaba con luz, baño y varias estancias con estantes para guardar los víveres necesarios para sobrevivir un tiempo. Y hay una antecámara situada al final de la escalera de acceso para impedir la entrada de los gases nocivos. Y, precisamente en esa entrada, se conserva una puerta blindada y de cierre hermético contra gases. Como añade Pascual «si no es la única es una de las pocas que se conserva de un refugio» y, tal como se recoge en el informe municipal, «está situada angularmente para dificultar su perforación simultánea por la metralla».

También hay una segunda puerta, esta vez como una trampilla de escape que comunica con la planta principal.

Y en una pared próxima se conserva una rejilla, con forma de ojo de buey, que servía para tener una toma de aire exterior.

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En el suelo se combinan una cenefa gris de Nolla de cuatro centímetros con teselas azules «y por la fecha de construcción del refugio, podemos datar el mosaico en torno a 1945, correspondiente a la etapa de la fábrica de Nolla S. A., por adquisición de Tomás Trenor Azcárraga a la sociedad 'Hijos de Miguel Nolla' en 1920».

Como el edificio tiene que someterse a un proceso de restauración con el fin de poder convertirse en el posible museo de la Diputación, lógicamente también se tendrá que poner en valor el refugio antiaéreo, como pasó en el caso de Bombas Gens, el Centro de Artes Digitales que también cuenta con un refugio que es visitable.

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En cuanto al número de refugios del Cap i Casal, cabe recordar que en 1938, debido al aumento de los bombardeos, «se registraron hasta 300 y al finalizar la guerra había 342», según consta en el informe de Patrimonio, entre los públicos, particulares, escolares y fabriles, pero a a partir de 1950 muchos fueron demolidos.

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