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El compositor Carles Chiner Jesús Signes
«A Gener no nos interesa la visión de la música como panfleto político»

«A Gener no nos interesa la visión de la música como panfleto político»

El vocalista de la banda valenciana Carles Chiner, que presenta 'Cante el cos elèctric' el miércoles , considera que el artista «ha de formular preguntas incómodas»

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Lunes, 29 de octubre 2018

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El cantante Carles Chiner escuchó con 18 años a The Beatles y de esta música británica le llegaba algo, «un misterio» que le atrapó al mismo ritmo que lo hacía la poesía de Walt Whitman o los relatos de Ray Bradbury. Una literatura futurista que 'Cante el cos elèctric', el tercer álbum del grupo Gener, ha sabido integrar como «un canto al cuerpo humano y a las máquinas».

-¿Cómo definiría este proyecto?

-'Cante el cos elèctric' es un disco pop conceptual que nace a partir de un poema de Walt Whitman, 'I Sing the Body Electric'. Ahora las máquinas son un arma de doble filo, nos facilitan las cosas, pero nos saturan de información. El álbum canta la realidad que vivimos y como las crisis de pareja suceden con pantallas alrededor. Utilizo el mismo tema que Whitman, pero desde la modernidad, con la realidad actual en la que estamos todos hiperconectados a través de las nuevas tecnologías.

-Y en medio de ese tumulto, ¿cree que la hiperconexión nos está alejando?

-Es otro tipo de soledad de la que conocíamos hasta que las máquinas irrumpieron de lleno en nuestras vidas. La soledad no es mala, es un bien precioso y de ella nace la reflexión. Pero hoy en día no hablamos tanto de soledad sino de aislamiento en la hiperconexión, algo paradójico.

-Hay bandas que asocian el valenciano con la reivindicación política, ¿vosotros también seguís esa línea?

-A nosotros el panfleto político no nos interesa. Hay gente que sí que confía en la música como arma política, pero el creador debe liberarse de estas cargas y tener su voz personal. Lo que no nos gusta es que todas las canciones sean una solución demagógica. Sería muy bonito salvar el mundo con una canción, pero aún no se ha visto.

-Entonces, ¿deberían coexistir diferentes propuestas en el panorama musical?

-Desde luego, eso es síntoma de normalidad. Lo que me parece que atrasa la creatividad es quedarse replicando una cosa que sucedió hace 20 años. El escritor Ernesto Sabato hablaba justamente de que 'la expresión artística es más propicia para lanzar preguntas que para ofrecer soluciones' y así pasa con la música. El artista lo que puede hacer, que le diferencia del político, es formular preguntas incómodas y señalar a puntos del alma oscuros que no queremos ver por convicciones.

«En la Comunitat hay una gran efervescencia y creatividad, pero no industria musical»

-¿Considera que en la escena valenciana continúan habiendo parcelaciones lingüísticas?

-Creo que ha habido una evolución que desmiente el discurso de que cantar en valenciano es un acto político. Aún así, en la posttransición había más conexión entre la música que se hacía en otras comunidades. En cambio, hoy en día, quitando de dos o tres bandas, no sabemos lo que se hace fuera y eso que vivimos en un mundo hiperconectado

-¿Cuál es la salud de la industria musical en la Comunitat?

-Hablar de industria es demasiado. Hay una gran efervescencia, mucha creatividad y propuestas interesantes, pero no hay industria. No existen discográficas en la Comunitat quitando a Maldito Records. Lo que hay son plataformas de autoedición que ponen un sello para que les pagues por editar el disco.

-Desde el sector público, ¿cree que se ofrecen las suficientes ayudas?

-Las instituciones no hacen nada por la música y tenemos que dejar de esperar que lo hagan. Ese discurso es paralizante. He cobrado subvenciones a los dos años y eso es una trampa del sistema, una zancadilla al proceso creativo. Los artistas cuando antes huyamos de esto mejor. Aunque un apoyo sería genial. Pero dudo que se reúnan para cambiar las ayudas que al final son un reparto de migajas.

-¿Cuál espera que sea la reacción del público ante este álbum?

-A la gente le va a gustar porque apuntamos hacia cómo nos relacionamos entre nosotros a través de la tecnología. Estamos ante un avance maravilloso, pero también estamos en la fase de ser niños con un juguete nuevo. Espero que se desarrolle una cultura digital, empezando por abordar la gratuidad de los contenidos. La información tiene que tener un precio justo que se pueda pagar. Si no hay precio no hay trabajo detrás y, si lo hay, acaba siendo precario.

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