'La deuda' de Daniel Guzmán: cuando ser bueno no es suficiente
La nueva y más ambiciosa película del director de 'A cambio de nada' plantea temas de acuciante actualidad como la vivienda, el desprecio a la vejez y el precio de la dignidad
Después de haber llorado con la primera película de Daniel Guzmán, aquella magnífica 'A cambio de nada' en la que el director lanzó a la ... fama a Miguel Hernán, uno acude a ver 'La deuda' con unas expectativas muy elevadas, convencido de que no estará, ni mucho menos, a la altura de la historia de aquel adolescente abocado al fracaso por culpa de las injusticias del sistema. Por eso la sorpresa es tan grande una hora y cincuenta minutos después, con los títulos de crédito deslizándose de arriba abajo en la pantalla. «Joder, qué buena», es el primer pensamiento, que se ve sobrevenido por varios días de reflexión acerca de los dilemas que plantea.
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Un tipo venido a menos, rechazado por el sistema (característica que tanto le gusta plasmar en sus personajes a Guzmán) vive con una anciana dependiente que necesita cuidados constantes. El tipo no encuentra trabajo, así que se ve obligado al hurto menor como método de supervivencia de sí mismo y de la anciana. Un día, reciben una orden de desahucio. El edificio ha sido vendido a un fondo de inversión que transformará su hogar en un bloque de pisos turísticos. Para evitar que lo desahucien, el tipo debe pagar una suma de la que no dispone, por lo que tomará una decisión equivocada que les cambiará la vida a ambos.
'La deuda' plantea multitud de asuntos de gravísima urgencia en la actualidad española: el problema de la vivienda, que ha dejado de ser un derecho fundamental para ser un recurso económico; el desprecio sistemático a la vejez (en nuestro país hay tres millones de ancianos que se sienten solos); la delincuencia como única vía de escapatoria; y por encima de todo, el hecho de que a las personas buenas y puras, en determinadas situaciones, no les queda otra que hacer el mal. En 'La deuda' el espectador es apelado constantemente con cuestiones que es muy difícil dejar a un lado:¿haría yo algo así en una situación como esta? ¿Me convierte en malvado esto que he hecho, si carecía de alternativa?
Probablemente esa sea la gracia de 'La deuda', que resulta sumamente real. Por su ambientación en un barrio obrero en el que conviven la carencia con las pequeñas alegrías cotidianas –como en la vida misma–, pero también por otro motivo que ya es una constante en el cine de Guzmán. Ese batiburrillo de actores y actrices de primerísimo nivel junto a otros totalmente aficianados, colegas del director incluso, que ostentan papeles de peso. Así es el caso de Rosario García (la anciana), cuyo presencia no se ve desequilibrada por unos más que solventes Luis Tosar, Aitana Sánchez-Gijón o Susana Abaitua. Que el elenco no quede desequilibrado es gracias a una dirección muy precisa y cuidada.
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Como curiosidad, Guzmán entrevistó a más de setecientas ancianas de decenas de residencias hasta dar con su protagonista, una mujer de más de noventa años que jamás se había puesto delante de una cámara.
Es ese el mecanismo que el director utiliza para narrar su historia, que consigue un registro sin impostura en el que el guion recuerda a cualquier conversación que uno pueda tener en su vida cotidiana. Por eso 'La deuda' es tan efectiva. Por eso y por la crudeza del argumento y los dilemas que plantea. Cualquiera que salga de la sala se preguntará: ¿hasta dónde estaría dispuesto a llegar con tal de garantizar la supervivencia de las personas a las que quiero? 'La deuda' nos quiere decir que, por muy buenos que nos consideremos, es probable que en una situación extrema nos convirtiéramos en malvados, aunque solo fuese para proteger a los nuestros en detrimento de otros. Y en ese caso, ¿seríamos realmente malvados?
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El director, que siempre da voz en sus películas a personajes desgraciados y machacados por la sociedad, dice que lo hace porque el barrio y sus conflictos le otorgaron las herramientas necesarias para ser quien es hoy en día. Personalmente, espero que esas herramientas le valgan para una larga carrera como director.
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