«No sé si cuando vuelva el hospital seguirá en pie»
El anestesista que ha estado cuatro meses en un centro sanitario de Gaza que ha sido seis veces atacado por Israel, «entre aliviado y culpable» tras su regreso a Valencia
Manuel García
Valencia
Jueves, 31 de julio 2025, 23:51
«No sé si cuando vuelva quedará ni siquiera hospital en pie». Lo primero que llama la atención es escuchar una voz con un tono ... seguro, firme. Se hace difícil de entender cuando alguien ha estado cuatro meses en el infierno: atendiendo a heridos, a personas que se morían ante sus ojos. Y a niños, a muchos niños, con disparos en diferentes partes del cuerpo, incluso en la cabeza, con restos de masa encefálica por los suelos, desnutridos, asesinados directamente.
Publicidad
El anestesista valenciano Raúl Incertis reconoce que hoy ha sido la primera vez que ha podido dormir a pierna suelta después de los últimos cuatro meses en el hospital Nasser, en Jan Yunis, en Gaza, gracias a la oenegé Glia dependiente de los Equipos Médicos de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud en Gaza. Ni siquiera un centro sanitario, que en teoría debería ser seguro, se ha librado de los ataques israelíes. Hasta seis ha sufrido un hospital desbordado con el doble de los 300 pacientes que normalmente podría acoger en una situación normal.
El cansancio y la falta de incidentes en forma de bombardeos le han permitido descansar del tirón, la primera vez en cuatro meses: «Aquí se duerme muy bien y abres la nevera y hay cosas». Además, el bocadillo que se comió nada más llegar le supo a gloria después de un periodo donde, aunque pasaba hambre, no era de los más desafortunados, ya que incluso podía comer dos veces al día.
Precisamente esa falta de alimentos tampoco ayudaba, más bien al contrario, a la recuperación de los enfermos, ya que las heridas tardan más en cicatrizar y se producen infecciones.
El largo viaje de 24 horas, con paradas en Jordania y Estambul antes de llegar a Valencia, «salir de Gaza no es fácil», también ha contribuido a que Raúl, quien habla con naturalidad, pueda comenzar un necesario proceso de recuperación.
Publicidad
«Estoy quemado y cansado», reconoce sin rubor. Nadie podría no estarlo. Ha estado estos últimos 120 días en medio de un infierno con ataques continuos «hasta seis en el hospital en que yo estaba». Aunque la intención inicial era estar un mes, este plazo se fue alargando. Los primeros dos meses y medio fueron frenéticos, las jornadas de trabajo eran interminables. Hasta que su cuerpo, que ha perdido doce kilos de peso, le dio un aviso: «Un día me desperté y no quería bajar a trabajar». Y eso que las noches eran infernales: «Te despertabas ocho o diez veces cada día y cuando dormía no paraba de soñar con cosas del trabajo».
Ya en Valencia, a miles de kilómetros del conflicto no tan lejano, tiene sentimientos enfrentados. Por un lado, una sensación de alivio, agradecido por tener problemas del primer mundo, «que son los que deberíamos tener todos». Pero por el otro, una cierta culpabilidad por haber dejado a sus compañeros, muchos de ellos que ya se han convertido en amigos, en ese escenario de horror. Pero ellos lo han apoyado en esta necesaria decisión, para evitar que su cansancio pueda repercutir en errores. Y los alaba: «Son grandes profesionales que todos ellos han perdido a familiares directos, pero aún así no se quejan nunca».
Publicidad
Para los políticos y para la Unión Europea tiene palabras muy sencillas pero muy directas: «Que se vistan de batalla y que se pasen un par de días en el hospital recibiendo a enfermos y a mutilados. Me gustaría que Ursula von der Leyen pudiera ver a un niño con la cabeza abierta, que estuvieran atendiendo a niños en el suelo». Pero Raúl no lo dice en tono agresivo. Ni mucho menos. Resulta difícil hablar con él sin que a uno se le ericen los pelos.
Aunque no tiene una fecha prevista para su regreso, tiene claro que lo hará: «Por supuesto». Mientras tanto, es consciente de que el bajón llegará, «estoy seguro» y piensa enfrentarse haciendo cosas que en Gaza sólo pueden soñar con ellas: «Descansar, ir a la piscina y a la playa y estar con los amigos».
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión