La valenciana que 'domestica' virus para luchar contra superbacterias
Una bióloga de la UV impulsa desde Paterna una técnica pionera en el mundo para usar fagos que acaban con las infecciones en enfermedades inmunitarias, raras o cáncer
No se ven, ni se escuchan, pero el mundo entero tomó conciencia con el Covid de lo importantes que son los virus y las bacterias ... y cómo afectan a nuestras vidas. Y más aún cuando esas bacterias van haciéndose cada vez más resistentes y destruyen el organismo. Es entonces, cuando todo parece perdido y ningún medicamento funciona, cuando surge la figura de los fagos. Virus diseñados en el laboratorio de Paterna que dirige la investigadora valenciana Pilar Domingo-Calap que se comen a esas superbacterias y son capaces de eliminar una grave infección. Una investigación pionera a nivel mundial.
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Esta profesora titular de la UV dirige un grupo de investigación de Virología ambiental y Biomédica en el Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (I2SysBio), donde ya están salvando vidas de personas con enfermedades autoinmunes y raras gracias a esos virus que investigan y desarrollan. «El mundo está lleno de virus y los buenos atacan a las bacterias, se las comen, porque hoy en día las bacterias multirresistentes en nuestro país matan a unas 15.000 personas al año», señala la experta.
En los casos más extremos, entran en juego estos fagos. «Cuando los antibióticos no funcionan, hace falta buscar alternativas, alternativas científicas y desde mi laboratorio lo que hacemos es usar fagos y descubrir nuevas formas de combatir estas bacterias de forma natural porque son virus que están en la naturaleza», explica Domingo-Calap.
Estos virus logran romper la barrera que forman las bacterias y acabar con la infección, incluso en enfermedades raras como la fibrosis quística. «Si un paciente con esta enfermedad tiene una bacteria, pero la tiene dentro del pulmón y no llega bien en el tratamiento, hace falta alternativas capaces de matar la bacteria y ahí entran los fagos», expone.
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Ya han logrado salvar a 15 personas con este método y serán muchas más. «Va dirigido a cualquier infección de cualquier persona con una bacteria multirresistente no tratable con un antibiótico, entonces podemos usar un fago», explica.
Para diseñar ese virus, toman muestras de los pacientes y muestras ambientales de hospitales, incluso buscan virus que pueden estar en el suelo, en la acequia o en la piel de una persona. «Lo buscamos para realmente matar esas bacterias. Lo que hacemos es evolución dirigida hacia que maten más rápido o maten mejor la bacteria que queremos», detalla.
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¿Y cómo se aplica? «Se hace una intervención al paciente y se le meten directamente los fagos en la zona de infección. También hemos tratado, por ejemplo, una prótesis de codo, de un chico que iba a perder el brazo por una grave infección. Pues le pinchamos y la infección ha desaparecido en menos de una semana», asegura la experta. «Los pacientes que hemos tratado ha sido con resultados de erradicación completa de la bacteria, o sea, que ningún antibiótico a día de hoy funciona tan bien como estos fagos», dice orgullosa.
La investigadora, eso sí, puntualiza que los antibióticos son lo más adecuado para el tratamiento habitual, pero se muestra en contra del «abuso y el mal uso» que se hace de ellos, que los convierte en menos eficaces. «Los fagos son para personas que no les queda otro recurso, cuando esos antibióticos no funcionan, no es que usemos fagos para todo. Hay que guardarlos para lo que es se tiene que usar». Personas con cáncer, inmunodeprimidos y trasplantados son los perfiles que más requieren esta intervención casi milagrosa.
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Otra paciente que había sido trasplantada dos veces del pulmón, pero seguía con una bacteria superresistente, también ha sido tratada por este laboratorio valenciano. «La tratamos con fagos porque lo que le causaba el rechazo era la infección que se le ponía en el pulmón, y así hizo que le erradicásemos la bacteria, que nunca más ha vuelto a aparecer», indica. «O sea, hablamos de tratamientos súper diseñados a la carta, personalizados, pero súper efectivos para matar a la bacteria patógena. Específicos y que van directos al problema», destaca la experta.
El más idóneo
¿Pero cómo llegan a encontrar ese virus tan personalizado? Dar con el más idóneo y eficaz no es una tarea sencilla y requiere de mucha prueba-error. «El hospital nos envía el aislado clínico de ese paciente, que aquí en la parte de bioseguridad lo metemos y buscamos fagos. Entonces, enfrentamos muestras ambientales, que puede ser de cualquier cosa, de aguas, de ríos, de suelos, de comida, de lo que queramos. Se enfrentan a la bacteria de interés, a ver si hay alguna que se la coma. Si eso pasa, nosotros lo vemos y ya pasamos al aislamiento de ese fago», explica.
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Se desarrollan en muy poco tiempo, pero lo que cuesta es dar con ese virus. «Depende de la bacteria y lo que tarde en crecer, si es una ecoli o una bacteria de crecimiento rápido, pero si en 20 minutos replica, en pocas horas vemos si tenemos algo. Pero hay que buscar cientos de muestras porque tenemos que encontrar el fago», expone Pilar.
Este proyecto cuenta con financiación de la Conselleria de Educación, el Ministerio de Ciencia e Innovación y fondos europeos, además de capital privado. Y no ganan dinero con esos virus, ya que no los venden. «Todos los tratamientos que hacemos tanto en la empresa como en mi laboratorio son altruistas, no cobramos a los pacientes, pensamos que es un tratamiento al que deberían tener acceso los pacientes y no van a pagar por ello».
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Y aunque la sanitaria es la aplicación fundamental, estos fagos también se pueden usar en otros campos. «También en alimentación, en agricultura, estamos viendo listeria, salmonela o ecoli en alimentos y campos de cultivo. Podemos utilizar fagos como desinfectante para evitar y reducir ese impacto», añade.
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