Rovira, durante la comisión de investigación sobre la dana del Congreso. Fernando Sánchez/EP

Las salidas de tono del conseller Rovira: del exceso de profesorado al «ventilador de porquería»

El máximo responsable de Educación ha dejado un reguero de frases llamativas, polémicas y también desafortunadas durante su paso por el departamento

Joaquín Batista

Valencia

Jueves, 4 de diciembre 2025, 00:43

José Antonio Rovira ha protagonizado no pocas declaraciones llamativas cuando no polémicas, en parte como consecuencia de su peculiar manera de expresarse. Directa, si no ... ruda, y con un marcado perfil político poco dado a las medias tintas.

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Apenas llevaba unos días en la conselleria cuando deslizó que en algunos institutos sobraban profesores, cuando en realidad quería criticar el acuerdo de plantillas que le legó el Botánico. Y pocas horas antes de abandonar el cargo dejó una declaración muy cuestionada en la comisión del Congreso de los Diputados sobre la dana, referida al director del instituto de Cheste, fallecido la fatídica tarde del 29 de octubre. «Tomó la desgraciada decisión de volver a Valencia», dijo, lo que ha levantado ampollas entre las víctimas, hasta el punto de que se le ha pedido una disculpa pública.

Entre medias se las ha tenido tiesas con la oposición en Les Corts, sobre todo con Gerdad Fullana, el portavoz de Educación de Compromís, y también se le han afeado declaraciones sobre el valenciano, confusiones de términos -coeducación, que es educación en igualdad, con condolencia, que es enseñanza compartida- y respuestas a la prensa sobre sus decisiones en momentos críticos relacionados con la dana.

Su catálogo de frases controvertidas se inició con una de sus primeras entrevistas (en agosto de 2023, al diario El Mundo), cuando ante una pregunta sobre si pediría más presupuesto respondió de manera tangencial para criticar el citado acuerdo de plantillas, en el sentido de que un incremento de docentes progresivo suponía una carga económica añadida y heredada. «Ya hay directores de instituto que dicen que no saben qué hacer con tanto profesor. Esta ha sido la gran bomba que nos ha dejado el Botánico y que nos hunde presupuestariamente», aseveró. Fue suficiente para echarse encima a sindicatos y oposición, si bien es cierto que poco después matizó la declaración, diciendo que no sobraban profesionales pero que se iban a revisar los acuerdos por si incluían excesos. Meses después, en mayo de 2024, los anuló.

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Rovira también arremetió contra la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) tras una polémica por un mensaje en redes sociales de la Conselleria de Agricultura, entonces en manos de Vox, escrito en valenciano no normativo. El ahora conseller de Hacienda dijo que no creía que la AVL tuviera «la verdad absoluta» sobre el valenciano y se preguntó «por qué no va a tener el consejero de lo que sea la libertad de poder elegir sus normas» en sus comunicaciones. Sucedió lo mismo (ofensiva de sus contrarios y también del órgano estatutario), y en un contexto poco propicio para él, pues coincidió en el tiempo con el caos en las adjudicaciones de plazas docentes. Sin olvidar que era el máximo responsable de las políticas lingüísticas de la Generalitat.

El tono bronco de Rovira también ha salido a relucir en sede parlamentaria. Célebre, por lo polémica, fue su intervención desde su escaño, sin tener la palabra, gritando a Baldoví que Pedro Sácnhez «salió corriendo» de Paiporta (en respuesta a la crítica del nacionalista hacia Mazón, que según este «huía» de las víctimas).

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Por no hablar de los choques que ha tenido con Fullana en las comisiones de Educación, hasta el punto de llegar a perder las formas llamándole «sinvergüenza», «ventilador de porquería» o «difamador profesional». Estas últimas por buscar el diputado nacionalista asociaciones entre denuncias sobre supuesta corrupción y su persona.

Cierto es que el de Compromís siempre le ha buscado las cosquillas a sabiendas de su verbo fácil. Un ejemplo, que se produjo justo al final de la comisión del pasado diciembre que versó sobre la gestión de la dana: Fullana, fuera de micrófono, le dijo: «a Picassent tienes que ir tú», frase que aludía al municipio de uno de los centros que acogió al alumnado desplazado del instituto de Catarroja. «Representas la parte de la política que siempre he despreciado: la de la mentira, la del fango y la del beneficio personal», le contestó el conseller.

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En esa misma comisión Rovira no estuvo muy fino cuando cuestionó a una directora de centro por no querer abrir las puertas un día festivo para limpiar, diciendo que «seguramente era de Compromís», ni cuando respondió a las críticas de las asociación de directores de institutos, ADIES PV, que trajo a colación José Luis Lorenz, diputado socialista. «Le ha faltado decir el nombre completo, del País Valencià, así lo entendemos perfectamente. ¿Cómo no vamos a tener críticas?», se preguntó Rovira. No mentía, pues a eso aluden las siglas de la organización, igual que sucede con la de Primaria (ADEP PV), si bien estas se sintieron ofendidas y le exigieron horas después una disculpa pública alegando que ellos no miran la filiación política de sus asociados y que son las organizaciones más representativas -en verdad, las únicas- entre los equipos directivos de la escuela pública.

Por último, el nuevo conseller de Hacienda tampoco estuvo muy acertado cuando, tras el accidente mortal de un trabajador de Tragsa en el colegio Lluís Vives de Massanassa, justificó su ausencia del lugar del suceso y la del expresidente Mazón en que sus familias residían en Alicante y también tenían derecho a compartir algo de tiempo con ellas.

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