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Urgente Un hombre cae de una tercera planta en Valencia huyendo de la Policía tras discutir con su pareja

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La encuesta de GAD3 para LAS PROVINCIAS acredita algo que ya resulta indiscutible. Vox es para Pedro Sánchez lo mismo que Podemos fue para Mariano Rajoy. Un espantajo que concentra poderosamente el voto útil en un espectro ideológico al tiempo que galvaniza al contrario; incluso más que un espantajo, un talismán. En la Comunitat Valenciana el principal beneficiario de esta dinámica es Ximo Puig, gracias a la intuición de ponerse a la rueda del sanchismo adelantando ¡un mes! las elecciones autonómicas. Para su estricto provecho, como demuestra el estudio demoscópico. El PSPV sube diez escaños, mientras que sus socios botánicos pierden entre once y catorce. Más específicamente, Compromís podría perder cien mil votos en favor de los socialistas y Podemos, otros cincuenta mil. Música celestial para los oídos de Puig. La mayoría de los valencianos no cree que la Comunitat esté mejor que en 2015. Toda la cantinela del Botánico contra el ostracismo en el que el PP dejó este territorio, toda la matraca de la regeneración y el rescate de las personas, toda la primavera y hasta el renacimiento anunciado a bombo y platillo por los voceros institucionales no han calado en la ciudadanía, que sigue sin observar una mejora cierta y evidente. O sea que más allá de la cháchara y el blablaba esto sigue como estaba, según los encuestados. Bien viene un cubo de agua fría para acabar con los calentones partidarios y aterrizar en la cruda realidad, lo que no quita para que ahora mismo la reedición del pacto del Botánico sea la única mayoría posible según los números de GAD3. Una mayoría donde esta vez el PSPV contaría con una posición más dominante, si es que el ego de Mónica Oltra es capaz de soportarlo. Pero sin duda lo soportará, más allá de las frustraciones de Oltra, su tropa no dejará que un criterio personal los obligue a dejar la prebenda de los cargos públicos para retornar a la oscura bancada de la oposición. Fuera del poder, ya se sabe, hace mucho frío, y muchos compromiseros se toparían de nuevo con los sueldos mileuristas de antaño. El estómago es el órgano más racional del ser humano.

Lo más significativo por el lado de las derechas es la indecisión. Ojo indecisión no es abstención. Uno de cada cinco antiguos votantes del PP no sabe a quién votara, tampoco uno de cada cuatro votantes de Ciudadanos. La coyuntura política parece apuntar a que la mayoría de esas papeletas no se quedarán en casa, acabaran votando, la cuestión es a quién acabarán votando, porque el espectro de la derecha cuenta ahora mismo con tres marcas distintas. De lo que sale una conclusión obvia: un solo partido para representar a todo el centroderecha es insuficiente, pero tres son demasiados; dispersa el voto, lo que traducido quiere decir que inutiliza parte de los votos. A medio plazo, parecería lógico que esas tres siglas acaben siendo dos, bien por la defunción de alguna de ellas, bien por la vía de la fusión/concentración, aunque ese escenario resulta ahora mismo muy lejano para ser planteado. De momento a cada uno le toca jugar sus cartas con la máxima de las ambiciones.

La reedición del Botánico es ahora la única mayoría posible, donde esta vez el PSPV contaría con una posición más dominante

¿Será posible pues un gobierno a la andaluza con la suma de PP, Ciudadanos y Vox? De momento, no llegan a los cincuenta diputados. De aquí a un mes ya veremos, las corrientes de opinión fluyen constantemente y unos cambios mínimos provocan significativos efectos en las cuentas electorales. Hasta la hora de votar, todo es posible. Incluyendo una tercera vía que ni es el pacto a la andaluza ni el gobierno botánico, sino una alianza de PSPV con Ciudadanos. El sondeo demuestra que es una alternativa probable, que está ahí, sobre la mesa, muy cerca de sumar una mayoría. Es una vía que no conviene remover mucho, porque asusta. Le asusta a Ciudadanos porque parte de su electorado puede darle la espalda, por eso insisten tanto en que nunca, nunca, pactarían con los socialistas; pero ese nunca conviene cogerlo con pinzas porque en realidad quiere decir 'nun-ca-nun-ca antes de votar el 28-A'. También asusta a Puig, porque puede ser utilizado por Compromís en su contra; porque algún votante de izquierda desencantado con Compromís o Podemos se lo piense dos veces antes de decidirse en la urna por el PSPV, porque una cosa es la moderación y otra que el PSPV acabe en un pacto con los proscritos de Ciudadanos. Ambos tratarán de que se hable poco de esa vía, y luego ya veremos.

PP, Cs y Vox de momento no llegan a los cincuenta diputados, de aquí a un mes ya veremos, hasta la hora de votar todo es posible

Los datos publicados este domingo, comparados con sondeos previos a lo largo de la legislatura corroboran algunas impresiones conocidas. Como que la moción de censura contra Rajoy provocó una inflexión profunda en la relación de fuerzas. A partir de ese momento, el PSOE se disparó y al mismo tiempo Ciudadanos empezó a vaciarse. La estrategia de los naranjas para cercar al PP les ha salido desastrosa y desde entonces no levantan cabeza. Eso explicaría tantos nervios y tantos errores continuados. En la Comunitat suben con Toni Cantó, pero no suben tanto como cabía suponer; Cantó es un político singular, con un perfil propio muy marcado, que no es en todos los extremos un perfil encajable en la sociología del centroderecha valenciano. A Ciudadanos le ha faltado una Inés Arrimadas en Valencia; ni Carolina Punset, ni Alexis Marí, ni Carmen Sánchez, ni Cantó o Fernando Giner lo son, por razones distintas. Mala suerte para Rivera en un territorio que le era extremadamente propicio y que no ha sabido o no ha podido solventar con pleno éxito. Otra señal curiosa, el PPCV sigue en el 22% de los votos, igual que hace un año; luego la irrupción de Vox, aparentemente, no le ha perjudicado en exceso. Para Bonig los datos resultan insuficientes pero esperanzadores: ahora tiene opciones de alcanzar la Generalitat, antes de Vox no las tenía. Podemos ha caído de forma progresiva a lo largo de estos cuatro años, hasta encontrarse con unos mínimos muy preocupantes, a punto de convertirse en jugador de tercer nivel. La erosión de Compromís también es evidente, pero no tan acentuada: se demuestra que va a pagar los excesos de su gestión autonómica y municipal, unas veces sectaria (educación, señas de identidad), otras veces estrambótica (tráfico, inversiones empresariales) y otras errática e ineficiente (fallas, limpieza). Por la parte de Vox, se nota que la pujanza nacional no es trasladable al ámbito autonómico, en parte quizá por la invisibilidad que han practicado; en su primer movimiento, las listas, han aparecido nombres inconvenientes por puro decoro ético, como incorporar a familiares de los dirigentes. Puede ser una forma de blindaje, pero esa 'pureza de sangre' en política sólo puede entenderse como nepostismo, y se parece demasiado a lo que ha venido practicando Podemos estos años. Un elemento de coincidencia que no puede aceptarse como tranquilizador para la salud democrática.

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