Anatomía de una tragedia
Estudios. Los análisis del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas explican cómo el agua inundó el corazón de la provincia el 29 de octubre
Pondremos la tarde sobre la mesa. La estiraremos todo lo larga que fue, desde las 15.05 hasta las 21.30 horas, en esos 360 ... minutos horribles que nos cambiaron la vida a todos. Vamos a poner debajo del telescopio lo que ocurrió el 29 de octubre para intentar explicar lo que pasó. El deseo, claro, es que no vuelva a suceder, que nunca más tengamos que vernos engullidos por el barro y la pena y el barro. Y es que el calendario es inexorable y el tiempo pasa. El aniversario de la peor tarde de nuestras vidas está cada vez más cerca. El martes, de hecho, se cumplirán nueve meses del 29 de octubre, un aniversario que está cada vez más cerca, para desazón de quienes viven en la zona cero y ven lo mucho que queda por hacer cuando está a punto de cumplirse n año. Mientras, los estudios científicos e hidráulicos permiten arrojar luz sobre la oscuridad de aquella tarde. Hoy volvemos al 29 de octubre para desvelar, gracias a los estudios del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (Cedex), detalles de aquellas horas: el agua que atravesó Chiva a 50 kilómetros por hora, un cauce del Turia lleno mucho antes de que l'Horta Sud se inundara o el efecto sifón tras el by-pass son algunas de las claves de esta autopsia de la tragedia.
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Es ahí, en la ciencia, donde se pueden encontrar las respuestas a lo ocurrido. Los trabajos de los ingenieros de caminos, canales y puertos y de los hidráulicos, así como de los expertos en geografía física y dinámica de fluidos permiten explicar lo que pasó y dar respuesta a preguntas que en las primeras horas provocaron no pocos bulos. En La Torre, por ejemplo, se preguntaban de dónde llegó el agua, si el Turia no se desbordó. El Poyo está más de dos kilómetros en línea recta desde la ya fatídica curva de Paiporta y a casi tres desde Alfafar, por lo que los residentes no entendían el por qué de esa fuerza del agua. Los geógrafos explicaron rápidamente que La Torre, y las pedanías de Valencia, están en el cono aluvial del barranco. Paiporta está a 52 metros sobre el nivel del mar y las pedanías del sur de la ciudad, casi a cota cero, por lo que el agua cayó medio centenar de metros e, impulsada por su propia fuerza, llegó hasta distancias increíbles, hasta pueblos situados lejísimos de la rambla de Chiva que no se explicaron de dónde venía esa lengua de agua, ese espejo que reflejaba las luces, ese mar en medio de la huerta del que hablaban los héroes de la residencia de Paiporta. Y eso que, como demuestran los estudios del Cedex, el nuevo cauce del Turia se llenó de agua mucho antes de que la inundación llegara a l'Horta Sud. Los 5.000 metros cúbicos por segundo respondieron como debían responder y sirvieron para que la lluvia que cayó en la cuenca alta del Turia pasara de largo por la ciudad de Valencia y saliera a un Mediterráneo removido por el temporal.
Los análisis del centro también prueban que La Reva se inundó por tres puntos distintos, algunos tan lejanos del barranco como las vías del tren situadas al norte, donde llegó el agua tras pasar por el estrechamiento del barranco junto a las campas de coches de Cheste, o que el by-pass ejerció un poderoso efecto sifón que lanzó el agua a una velocidad muy elevada por el norte de la A-3, a la salida de los polígonos de Riba-roja, y entre Aldaia y Xirivella, por los ya famosos paleocauces que el agua, embravecida, recuperó aquella tarde. También demuestran que las toneladas de líquido, barro y sedimentos fluyeron por Chiva, ensortijada alrededor del barranco, a velocidades cercanas a los 50 kilómetros por hora, lo que da cuenta del apocalipsis que se vivió en aquella tarde cuando el cielo se abrió.
Es un análisis científico de lo que pasó. Con el aniversario a la vuelta de la esquina, todavía quedan preguntas sin respuesta. Los científicos se afanan en responder algunas de ellas. La justicia tiene que responder otras. Ambos, han de hacerlo, permitirán descansar a los vecinos afectados.
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La tarde en que las calles de Chiva se convirtieron en un río de aguas bravas
Son poco después de las 15 horas del 29 de octubre. El agua parecía que había dado una tregua, pero muchos chivanos están todavía comiendo cuando los goterones vuelven a impactar contra el empedrado. El cielo se abre y caen más de 350 litros en apenas cuatro horas. Es agua que cae sobre mojado, sobre un barranco que no puede absorber más. Se forman escorrentías y más tarde, un auténtico río que se lo lleva todo. A las 17.30 horas, el apocalipsis se ha desatado sobre Chiva. Estudios del Cedex prueban que, mientras l'Horta Sud vivía ajena a lo que pasaba aguas arriba, en Chiva los coches flotaban. El agua alcanzó los 50 kilómetros de hora, según las simulaciones del Cedex.
Según los cálculos de los ingenieros, que han analizado tres enclaves distintos de la localidades, el agua alcanzó velocidades muy elevadas por la pendiente y los continuos repechos que formaba el barranco. Tanto es así que los trabajos desde entonces se han concentrado en aplanar el terreno y eliminar recodos que aquella tarde provocaron que el agua fuera de un lado a otro y generara remolinos. En el primer tramo, en la entrada del pueblo, el agua arribó por la entrada del Azagador, donde la rambla recoge las escorrentías que vienen de la montaña. El conocido como barranco del Gayo generó ahí auténticas cascadas, que el Cedex confía en poder evitar mediante cuencos. Aguas abajo, se ha analizado lo que ocurrió en el paseo de San Isidro, donde había tanto un desnivel como un recodo que provocó remolinos. Ambos han desaparecido ahora. Finalmente, el Cedex ha estudiado la salida del barranco hacia Cheste, por la calle Buñol y junto a la iglesia, donde las mayores velocidades del agua se generaron ya a la salida del pueblo debido a marcados desniveles que conformaban lo que fue casi un río de aguas bravas que voló hacia l'Horta Sud sin que nadie les advirtiera.
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El polígono de la Reva se inundó por tres sitios a la vez
Uno de los primeros puntos en torno al Poyo que se inundaron fue el polígono de la Reva, en Riba-roja, donde cientos de trabajadores intentaron salir a eso de las 18.30 horas pese a que el Ayuntamiento había pedido que no lo hicieran. Se encontraron con las calles inundadas y con un importante atasco de salida. El agua entró primero por la calle Masía Vallesa de Mandor y por Mas de Porxinos, tanto por el oeste como por el sur del polígono. Más tarde entró por la CV-383, pegada a las vías del tren y en la otra punta con respecto al barranco, pero se da la circunstancia de que el Poyo hace un giro hacia el sur justo en el vértice suroeste del polígono, y tras las campas de Cheste pasa de un ancho de varios centenares de metro a uno mucho más reducido, por lo que el agua se salió allí y buscó el paleocauce, ese término que nos ha enseñado Ana Camarasa, la catedrática de Geografía Física experta en ramblas mediterráneas. Así las cosas, los trabajadores de empresas situada al norte del polígono se encontraron con más de un metro de agua y con un torrente que les impidió volver a casa. Muchos de ellos hicieron noche en sus respectivas empresas. En el polígono se vivieron hasta rescates heroicos, como el del joven que rescató a tres mujeres en una tabla.
El efecto sifón del by-pass anegó el pla de Quart
Los ingenieros hidráulicos y de caminos, canales y puertos que han participado en las distintas comisiones de investigación que se han celebrado en las administraciones públicas para descubrir qué pasó el día de la dana siempre han tenido muy claro que las distintas infraestructuras que hay antes de llegar a l'Horta Sud (o, incluso, en la propia subcomarca, como el caso de la pista de Silla) generaron un efecto sifón que hizo que el agua se concentrara a un lado de la carretera y terminara saltando al otro con fuerza. Es lo que ocurrió, según los análisis del Cedex, con el by-pass, donde el barranco del Gallego destrozó un viaducto que todavía no ha podido ser repuesto. En los estudios del Cedex se ve cómo el agua salta el nudo de conexión entre la A-7 y la A-3 con fuerza y se extiende por el pla de Quart y por los polígonos de alrededor de Aldaia y Alaquás a velocidades muy superiores al del resto de enclaves. La inundación se lamina en este punto mientras el agua sigue por el Poyo hasta l'Horta Sud, pero lo hace ya de forma desordenada dado que se adentra en una zona hiperpoblada con miles de construcciones que agravaron el avance del agua, que rebotó y buscó su cauce a veces de forma muy violenta.
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El cauce del Turia, lleno mucho antes de que el tsunami llegara a Picanya
Los estudios del Cedex también demuestran el efecto «tanque de tormentas» del nuevo cauce. El río, pese a que por la zona de la cuenca del Turia había llovido relativamente poco, ya iba lleno de agua cuando la inundación llegó a l'Horta Sud. Aunque los ingenieros no se ponen de acuerdo en cuánta agua llevaba, parece claro que sí se rozaron los 5.000 metros cúbicos por segundo que puede aliviar la obra hidráulica. Esos millones de litros terminaron en el Mediterráneo, un Mediterráneo muy removido que retrasó la evacuación. Esa salida al mar salvó la ciudad de Valencia y posiblemente también l'Horta Sud, porque se evitó que esa agua llegara a las localidades al sur del cauce.
Una simulación del Cedex a la que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS muestra que las primeras inundaciones se dan al sur de la A-3, cuando el Poyo se encuentra con los polígonos y busca espacio en los campos situados al otro lado de la autopista. Asimismo, el agua se sale del barranco en puntos de Picanya y, sobre todo, de Paiporta. Es agua que viene del barranco de Horteta, que es la primera en llegar a l'Horta por su cercanía y porque en Turís también se había abierto el cielo.
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En la simulación se ve que en el punto álgido de la barrancada el agua inundó los alrededores tanto de la A-3 como de la A-7. Es ahí, a la salida de esas dos autopistas, donde el agua alcanza las velocidades más elevadas, cuando salva los obstáculos de forma violenta. Luego, llega al pla de Quart y comienza a inundar los alrededores de Aldaia. Además, Paiporta está ya anegada y el agua baja con fuerza hacia la Albufera y hacia el cono aluvial de la rambla. El agua recorre rápidamente los casi tres kilómetros que hay entre Alfafar y La Torre y los casi dos que hay entre el recodo de Paiporta y las pedanías de Valencia, que no terminan de entender, al menso de primeras, de dónde viene el agua si el río ha aguantado. La barrancada se retira conforme avanza la noche. La zona de los polígonos de Riba-roja es la primera en ver retirarse las aguas, mientras que l'Horta todavía sufre las consecuencias de la segunda avenida que llega desde el Poyo y que se encuentra con dos barreras que tarda en franquear: la pista de Silla y su mediana elevada, que ahora ha desaparecido, y las vías del tren, que agravaron la inundación en localidades como Benetússer o Sedaví. Los vecinos de esta zona han pedido que se le dé una vuelta a la ubicación de esta infraestructura, clave para el corredor mediterráneo, pero su retirada no está encima de la mesa.
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