Vista aérea del Roig Arena. José Luis Bort

Roig Arena, el nuevo reclamo de Open House

El espectacular recinto recién inaugurado abandera la ambiciosa programación de este año del festival de arquitectura que, este año, se celebra en Valencia el último fin de semana de octubre

Jorge Alacid

Valencia

Viernes, 3 de octubre 2025, 12:35

Open House, el festival de arquitectura que este año cumple su séptima edición, suele emplear como argumento triunfal para que su propuesta de acercar a la ciudadanía esa disciplina cuente con el entusiasta apoyo popular. Es una pauta que se repite año tras año. Unas veces, porque suscita el interés en conocer por dentro el Espai Verd, el monumental edificio que sólo una vez recorrido su interior se puede entender cabalmente. Otros años, la Finca Roja, la no menos emblemática pieza arquitectónica alojada en el corazón de Valencia, cuyo poder simbólico suscita también la atención de los asiduos al festival.

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Dos propuestas que también en la edición de este año, programada el último fin de semana de octubre, saldrán al encuentro de quienes se inscriban, a las que se añaden otros hitos igualmente de alto interés. Por ejemplo, The Terminal Hub, la antigua base de los ferris a Baleares, donde se presentó este viernes la programación. O el nuevo icono de la ciudad, el Roig Arena, una obra del despacho valenciano Erre Arquitectura que se pone ahora al alcance de todos los públicos. O una pieza arquitectónica muy arraigada en el corazón de Valencia: el cuartel de Zapadores... que tal vez nunca más se pueda visitar. Tiene fecha de caducidad: quien se anime, debe darse prisa a formalizar la inscripción.

Precisamente ese es el objetivo de fondo de Open House: divulgar entre el gran público la importancia que la arquitectura tiene en la vida diaria, en nuestras rutinas más cotidianas. Invitar a quienes participen en sus recorridos por Valencia o se interesen por conocer algunos de los edificios integrados en su programa a reflexionar sobre la trascendencia que todas estas piezas, desde las más antiguas y cargas de Historia hasta las novedades más recientes, tienen sobre el latido ciudadano.

Es la intención primordial de Sara Portela, directora del festival, que además suele insistir en otra vertiente que ha terminado de darle a su propuesta ese sello popular que pretendía desde su puesta en marcha: convertir el programa en una serie de actividades más allá de la sede original. «Valencia vive un momento de efervescencia cultural», opina Portela. «La ciudad», a su juicio, «respira vitalidad y denota un creciente interés en iniciativas culturales en los últimos años». «Esta tendencia ha llevado al festival de arquitectura Open House Valencia a transformarse en un proyecto de divulgación mucho más ambicioso, con un programa de dos meses que ofrece actividades y eventos tanto para la ciudadanía, como para las empresas y profesionales», añade.

Municipios como Fontanars, Lliria, Xátiva o Cocentaina se han integrado progresivamente en la programación, siempre bajo la misma pretensión de que incluso quienes habitan esas ciudades, en teoría buenos conocedores de los edificios que forman parte de las rutas de Open House, adquieran un nivel superior sobre las posibilidades que todos ellos encierran o las historias que habitan entre sus muros. Esa llamativa presencia de otros municipios más allá de la capital de la Comunitat es uno de los argumentos que abrillantan la edición de este año, pero no el único. La organización ha conseguido que se pongan a disposición de los interesados más edificios de vivienda que nunca (doce) y también otras propuestas de similar importancia: monumentos como la iglesia de San Nicolás, dotaciones escolares de acusada raíz valenciana como el Colegio Guadalaviar o emblemas de Valencia como el Hotel Only You, el antiguo Astoria.

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A esas bazas ganadoras se suman otras que también encarnan el espíritu primordial del festival: conocer Valencia mediante una experiencia completamente distinta. Saber cómo son las tripas del gigante Gulliver de la mano de su creador o asomarse a los secretos que oculta el Centro de Arte Hortensia Herrero, a los misterios que albergan los tanques hoy vacíos de las Bodegas Vinival o al encantador paseo por el corazón del Espai Luis Vives. Unos valiosos intangibles que percutirán en el corazón de quienes participen en una edición que Portela abrocha también en cifras: en total, 71 obras y 18 rutas (con 20 pases), con esos cuatro municipios Invitados y más de 40 actividades satélite. Y otro activo de gran relevancia para la organización: la participación de once estudios de arquitectura cuyos integrantes hacen suyo ese propósito común: que sea para todos los públicos.

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