El banco de sangre, en números rojos

Trabajan con «mucha angustia» y muestran la nevera del Centro de Transfusión de Alicante donde se conservan y guardan las reservas de sangre. Está prácticamente vacía. Queda un stock para cubrir menos de dos días. La provincia se encuentra en una situación de alerta y ha lanzado un SOS. Se necesitan urgentemente donaciones y de todos los grupos y los empleados apelan a la solidaridad pero también a la conciencia de los alicantinos para ayudar a cubrir la demanda en los hospitales.

«La sangre no se fabrica», insiste Mabel Ortiz, jefa del servicio de Hematología del centro. Siete equipos móviles recorren cada día diferentes municipios alicantinos en las campañas que llevan a cabo todo el año para captar donaciones. Pero ni con esas. Alicante es la provincia de la Comunitat que ahora mismo está «peor», y tampoco puede pedir ayuda a Valencia o Castellón porque su situación también es difícil. Las pasadas fiestas de Navidad están pasando factura.

El problema, según Ortiz, es que la sociedad no tiene conciencia de su importancia y «piensa que no le va a tocar», en referencia a que en algún momento puede necesitar una transfusión. «La sangre solo depende de que dones, pero parece que la sensación que hay es que vas al hospital y te la dan como si fuera un fármaco más», añade.

El número de donantes en la provincia fue de 37.113 durante el pasado año, lo que supone una «tasa muy bajita». Con una media de 1,5 donaciones, se han contabilizado en 2014 cerca de 55.000 unidades, un 5,5% menos que en 2013. Esta caída cuesta recuperar. Para alcanzar una situación óptima, se necesitan 250 donaciones diarias y de un stock para menos de dos días que ahora se tiene se deberían conseguir reservas para una semana.

¿Por qué Alicante está en una situación más deficiente en la Comunitat? Para la jefa de servicio, a la falta de conciencia social -algo que ocurre en todo el país a diferencia de las donaciones de órganos, donde se está a la cabeza- se le añade una población cada vez más envejecida, y que, por tanto, «consume más sangre» y con un peso importante de extranjeros. «La situación es crítica, necesitamos darle un empujón», insiste la responsable.