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Dolores Delgado. Efe
Dolores Delgado, pesadilla de yihadistas y «fiscala»

Dolores Delgado, pesadilla de yihadistas y «fiscala»

Perfil ·

La ministra de Justicia, conocida como «alter ego femenino de Garzón», destaca por su militancia progresista y su defensa de la justicia universal

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Miércoles, 6 de junio 2018

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El 14 mayo de 2010, a Lola Delgado, nadie le llama Dolores, se le escaparon las lágrimas en la escalera (ya desaparecida) del viejo edificio de la Audiencia Nacional. Era la despedida de Baltasar Garzón, inhabilitado por la condena de las escuchas ilegales del 'caso Gürtel'. Delgado quiso dejarse ver. Quería dejar patente que ella pertenecía al círculo más íntimo del magistrado defenestrado, al grupo de jueces y fiscales más progresistas de la calle Génova. En esos peldaños, entre sollozos y abrazos, junto a Delgado y Garzón también estuvieron los otros dos iconos judiciales de esa camarilla 'progre', los jueces Santiago Pedraz y Fernando Andreu, todavía hoy sus mejores amigos en la judicatura y con los que nunca falta a su cita diaria a tomar el aperitivo en las inmediaciones de la Audiencia.

Esta «fiscala de la Audiencia Nacional» (así se ha hecho presentar en la nota de prensa del Gobierno) es conocida por sus amigos y detractores como el «alter ego femenino de Garzón». Se sitúa en las antípodas de su predecesor, Rafael Catalá, y no solo por ser mujer, progresista y generadora nata de simpatías por su trato cercano. Delgado, a diferencia de Catalá, es conocidísima en los círculos judiciales. Además, su carrera profesional -también a diferencia de su antecesor- se ha desarrollado en los juzgados. Su trayectoria es larga, 30 años, 25 como fiscal en una plaza tan dura y expuesta como la Audiencia Nacional.

Pero nadie en la sede de los tribunales centrales dudaba de que, llegado el día, si alguna opción de izquierda le ofrecía un puesto atractivo Lola Delgado terminaría por aceptar. Su compromiso político y su activismo es archiconocido. De hecho, se había pasado los últimos meses haciendo campaña por toda España como candidata al Consejo Fiscal por la Unión Progresista de Fiscales. Al final, se hizo con el puesto.

Segunda mujer

La carrera profesional de la segunda mujer en ser ministra de Justicia se ha desarrollado tres ejes: la lucha contra la droga de la mano del también fiscal Javier Zaragoza; luego, el combate a ETA con Garzón; y en los últimos años la batalla con la yihad. Dicen en los servicios antiterroristas que poca gente sabe más del terrorismo islámico en España que ella, sobre todo de los grupos nacidos tras el ocaso de Al Qaeda. Dicen que su trabajo en el combate a la yihad ha llegado a marcar impronta en las investigaciones más recientes, estableciendo pautas de trabajo para lograr acusaciones firmes y condenas para las siempre complejas tramas integristas.

Suya, por ejemplo, fue la idea de dar carta de naturaleza oficial a la figura del agente encubierto para infiltrarse en las redes yihadistas. Entre sus éxitos profesionales más recientes está el de haber conseguido duras condenas para los terroristas de la 'operación Caronte' que pretendían atentar en lugares emblemáticos de Barcelona.

Pero su pasión más profunda no es la yihad, es la defensa de la justicia universal, entusiasmo heredado de Garzón y que le llevó a ser uno de los miembros del mundo judicial más activos en contra de la reforma del Gobierno del Mariano Rajoy, que limitó el trabajo de los tribunales españoles en este campo. De ella fue la acusación en el proceso más destacado de justicia universal celebrado en España hasta el momento, el juicio y condena a 1.084 años de cárcel por delitos de lesa humanidad al exmilitar argentino Adolfo Scilingo.

Sus enfrentamientos con sus superiores no son muchos pero hay dos sonados, su oposición pública a que la Fiscalía promoviera el archivo de los casos de aperturas de fosas de la Guerra Civil y su reciente oposición a la detención del exempleado del HSBC Hervé Falciani para su extradición a Suiza, también defendida por el Ministerio Público.

Heredará la revisión de los delitos sexuales tras la sentencia de 'La Manada'

Entre las múltiples tareas que asumirá a partir de ahora, está el estudio de la tipificación de los delitos de agresión y abuso sexual en el Código Penal tras la polémica sentencia de La Manada.

Tras prosperar la moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy, el socialista Pedro Sánchez se ha puesto al frente de la Presidencia del nuevo Ejecutivo que deberá continuar los trabajos sobre la revisión de los delitos sexuales que el PP comenzó y ha dejado pendiente.

El anterior ministro de Justicia Rafael Catalá encomendó a la sección cuarta de Derecho Penal de la Comisión General de Codificación dependiente de su departamento este análisis, después de que los cinco miembros de La Manada fueran condenados por un delito de abuso sexual y absueltos del de agresión.

Los socialistas ya expresaron su rechazo al fallo judicial desde el primer momento e incluso su líder, Pedro Sánchez, cuestionó la visión del tribunal por no apreciar ni intimidación ni violencia contra la víctima. «Si lo que hizo 'La Manada' no fue violencia en grupo contra una mujer indefensa, ¿qué entendemos entonces por violación?», se preguntó el ahora presidente del Gobierno en su perfil personal del Twitter. Y aunque desde el PSOE se mostraron a favor de revisar el Código Penal, pidieron calma y no legislar en caliente.

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