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Una mujer herida es atendida en el lugar del ataque.
Nuevo hachazo yihadista en Londres

Nuevo hachazo yihadista en Londres

Un atentado cometido por un ciudadano británico en las inmediaciones del puente de Westminster deja cinco muertos, incluido el agresor, y 40 heridos

Iñigo Gurruchaga

Miércoles, 22 de marzo 2017, 15:59

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«Nuestra ciudad es una de las más seguras del mundo. Londres es la más grande ciudad del mundo y estamos juntos ante aquellos que intentan dañarnos y destruir nuestra manera de vivir. Siempre lo hemos hecho y siempre lo haremos. Los londinenses nunca serán amedrentados por el terrorismo». Las palabras del alcalde de la capital británica, Sadiq Khan, resonaban anoche en la ciudad herida.

El puente de Westminster es una algarabía diaria. Visitantes de todo el mundo lo abarrotan posando para fotos y selfies que han de tener como fondo el Big Ben, la torre del Parlamento que marca las horas. Hay siempre pillos manteros que intentan timar a los turistas, puestos de castañas y el gaitero. Funcionarios o diputados caminan con maletines o salen a correr por las riberas del Támesis.

Poco antes de las tres de la tarde, un hombre barbudo de nacionalidad británica condujo un vehículo por la acera oeste del puente, la menos transitada, arrollando a hombres, mujeres y niños. Se empotró finalmente junto a la verja que protege una escalera que lleva al pasillo subterráneo entre el Palacio de Westminster, donde están las cámaras parlamentarias, y Portcullis House, en la acera opuesta, con oficinas y salas de comités. Allí, el presunto islamista salió del vehículo y atacó con un cuchillo a uno de los policías que protegían el acceso. Se oyeron tres disparos. Los servicios de emergencia intentaron salvar al autor del atentado, que murió allí. El viceministro de Asuntos Exteriores, Tobias Ellwood, intentó reanimar al policía, que también falleció.

Cierre del Parlamento

Turistas y locales huyeron ante la situación de alarma. Una diputada que advirtió la presencia de policías armados en el interior de Portcullis House, Mary Creagh, salió del edificio y fue a la contigua estación de metro. Fue a la sala de control y pidió que la cerrasen. La primera ambulancia llegó en seis minutos. El despliege de Scotland Yard, con su sede a cincuenta metros del incidente, fue inmediato.

En el puente quedó la escena dantesca de la masacre y el espectáculo de la solidaridad humana anónima. Hombres y mujeres tendidos para socorrer a quienes yacían en el pavimento, heridos con variada gravedad. Una mujer estaba muerta. Durante la noche moriría otra persona, en el hospital de Santo Tomás, que está justo en el inicio del trayecto del terrorista. La Policía de Londres este jueves facilitaba el balance actual de víctimas: tres muertos, más el terrorista solitario.

Las ambulancias asistieron a doce heridos de consideración en el puente, otros ocho sufrían lesiones leves. Los llevaron al hospital, donde algunos presentaban «heridas catastróficas», según un parte médico. Fue rescatada del río una mujer herida de gravedad, presuntamente otra víctima del ataque. A lo largo de la tarde, los heridos más graves fueron trasladados a otroshospitales de la capital. La Policía pidió que no acudiese gente al lugar para que los servicios de emergencia pudiesen transitar con más facilidad. Al final el número de heridos ascendió hasta unos 40.

Las fuerzas de seguridad dictaron el cierre de los edificios parlamentarios y del Gobierno, en el centro monumental de Londres, que es también el epicentro de la política de Reino Unido. La primera ministra, Theresa May, fue evacuada desde el Parlamento hasta su cercana residencia en Downing Street. La Policía actuó con la precaución necesaria ante la posibilidad de que lo ocurrido fuese parte de un atentado más ambicioso, de que hubiese algún cómplice del asesino aún libre. Hasta confirmar que era un hecho aislado.

En la Cámara de los Comunes, su vicepresidente explicó que se les había transmitido la orden de permanecer encerrados. Lo mismo en la Cámara de los Lores. La portavoz laborista para Relaciones con los Comunes, Vera Vaz, se puso en pie para intervenir. Quiso agradecer en ese momento el trabajo de los policías que protegían el edificio. La Cámara emitió un murmullo de aprobación.

A medida que avanzó la tarde, los ocupantes del Parlamento fueron congregados en Westminster Hall, la parte más antigua del palacio, que ha sobrevivido a intentos de quemarlo y a bombardeos. Luego los llevaron a la abadía de Westminster, donde hay un rincón dedicado a los literatos, desde el londinense Chaucer de los peregrinos que encarnaban su propio viaje vital como paje, mercader o burócrata, hasta el poeta más pesimista del mundo, Larkin. También está en el Rincón de los Poetas la placa de John Betjeman, que escribió en Oh, abadía de Westminster, algunas líneas memorables sobre la ciudad bombardeada por la aviación nazi: «Pensad en lo que significa nuestra nación, libros de la tienda Boots y caminos campestres, libertad de expresión, pases gratuitos y distinción de clase, democracia y desagües adecuados».

Metódicos

En el espíritu desordenado del brexit prevaleció en la abadía el carácter metódico de los habitantes de la isla. Diputados, lores, ayudantes, sirvientes del Parlamento esperaron a ser identificados por la Policía y preguntados sobre la posibilidad de que sus testimonios personales sobre lo ocurrido tuviesen interés para la investigación.

Entre los heridos en el atentado, tres adolescentes del colegio Saint Joseph de Concarneau, en el departamento francés de Finistère. Uno de ellos sufre lesiones muy graves. Corea del Sur también identificó a cinco ciudadanos entre los heridos. El Ministerio de Exteriores español descartó la existencia de afectados nacionales por el atentado. La Embajada rumana afirmó que dos ciudadanos de su país se encuentran entre los heridos. El arcoíris cotidiano sacudido por un terrorismo que, en palabras de otro alcalde de Londres, Ken Livingstone, tras el más grave atentado que sufrió la ciudad, en 2005, es obra de «una fe pervertida». Dijo entonces: «Hagáis lo que hagáis, sean cuantos sean los que matéis, fracasaréis».

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