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La orquesta de Valencia en una foto de archivo. LP
Orquestas con puntos débiles

Orquestas con puntos débiles

Los músicos de Les Arts reclaman aumentar la plantilla y los del Palau critican la actual gestión

CESAR RUS

Valencia

Martes, 10 de octubre 2017

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valencia. Valencia cuenta con dos orquestas de las que los melómanos locales se sienten orgullosos. El nivel cultural de una ciudad viene marcado por la calidad de sus instituciones. En el campo de la música clásica, las orquestas juegan un papel central. Son dos formaciones muy distintas, por historia, por músicos, por nivel y por método de trabajo. En a etapa final del gobierno del PP se planteó la posibilidad de fusionarlas, algo que se desechó, probablemente por la dificultad, casi imposibilidad, técnica de hacerlo. Esa idea se recuperó al inicio del mandato del actual gobierno y también se desechó, con buen criterio. Hoy en día las orquestas se encuentran en circunstancias muy distintas, con éxitos en su haber y con retos por delante.

El camino de la desilusión

Davide Livermore se hizo cargo del Palau de les Arts hace dos años y medio, en el peor momento de la historia del teatro. El italiano ha conseguido, con sus méritos y deméritos, estabilizar la situación y mantener los pilares del proyecto. En él, la orquesta ocupa un lugar central y Livermore tuvo que lidiar para que mantuviese su autonomía y se descartase toda posibilidad de fusión. En estos dos años y medio se ha conseguido mantener el nivel de la orquesta que sigue luciendo un nivel superior a la mayoría (si no la totalidad) de las orquestas españolas; sin embargo, en la situación actual se corre el riesgo de caer en la desilusión y que a la larga la calidad de la orquesta mengüe.

La orquesta fue creada por Lorin Maazel, uno de los mejores directores de la historia. Fue la posibilidad de crear una orquesta de cero lo que le sirvió a Helga Schmidt para seducir al legendario director. Durante la primera década de existencia, trabajó con muchos de los grandes directores del panorama internacional, lo que se conoce como director-estrella: Mehta, Chailly, Gergiev, Jurowski, Noseda... Sin embargo, con la llegada de Livermore esas batutas han desaparecido y los pocos directores invitados con los que trabajan no consiguen entusiasmar, con excepción, tal vez, de Nánási. Eso resta parte de estímulo a los músicos de la orquesta. Algunos músicos también lamentan el reducido número de conciertos sinfónicos de grandes obras del XIX y XX.

En esa desilusión juega un papel importante la ausencia de giras. Son muchos los músicos que sienten que la calidad de la orquesta no se reconoce fuera de la ciudad. Es una orquesta de primer nivel que debería darse a conocer para aumentar su prestigio y reconocimiento a nivel nacional e internacional. Roberto Abbado ha intentado llevar adelante giras, pero al final no han llegado a buen término, bien por imposibilidad, bien por falta de entusiasmo al respecto por parte de intendencia.

En la Orquesta de la Comunitat piden giras fuera de la ciudad para aumentar su prestigio

Una orquesta agrupa a un conjunto de artistas que pueden tener opiniones muy dispares entre sí y resulta muy difícil establecer un juicio general sobre la calidad artística de un director. Sin embargo, algunas opiniones se repiten. Respecto a Fabio Biondi, el maestro italiano cuenta con un indudable reconocimiento como músico y, en el repertorio barroco, se le reconoce como una autoridad. Ahora bien, muchos consideran que la orquesta no es una orquesta barroca ni debe serlo y no se muestran cómodos con el peso que el repertorio del XVIII está adquiriendo y como, por ejemplo, el gran repertorio alemán (Wagner o Strauss) ha desaparecido prácticamente. Por otra parte, la técnica de dirección de Biondi no convence cuando ha interpretado repertorio del XIX, pues, efectivamente, no es una manera de dirigir muy clara y ortodoxa.

Roberto Abbado llegó para dirigir 'Don Pasquale' justo cuando se produjo la destitución de Schmidt. En ese momento gustó a muchos músicos por su exquisita dirección. Algunos destacan que es un director que da más de sí en el directo que en los ensayos. El pasado mes de mayo despertó recelos cuando dirigió el 'Tancredi' sólo con una mano y titubeó a la hora de cancelar o no el concierto sinfónico en el Palau de la Música, que al final canceló. Eso generó una cierta tensión con la intendencia, pero también con los músicos de la orquesta. En general, existe la sensación de que su relación con Livermore no es óptima y que muchos de los proyectos que Abbado podría llevar adelante no terminan de materializarse por falta de voluntad. En ese sentido no se aprovecharían los contactos y el prestigio internacional que Abbado tiene.

Otra demanda de los músicos es la falta de profesionalidad de la administración del teatro en relación con la orquesta. Falta una mayor previsión para poder organizar el trabajo. Asimismo, muchos músicos de la orquesta quieren compatibilizar su trabajo con la orquesta con otros compromisos artísticos y a veces es muy difícil por organización. En ocasiones, incluso, este tipo de demandas despiertan recelos. Es importante que los músicos no vean coartadas sus aspiraciones artísticas y puedan desarrollarse en ese sentido cómodamente en la orquesta.

Son muchos los músicos de primer nivel que han abandonado la orquesta. Es normal que un buen músico opte por marcharse si encuentra una oferta más estimulante. El problema es que, cada vez más, Les Arts pierde atractivo para atraer a nuevos músicos de primer nivel. A eso se une una plantilla reducida que debería ampliarse, lo que dificulta también la estabilidad artística, una ampliación que no depende únicamente de la intendencia. De persistir este conjunto de circunstancias, a la larga la calidad de la orquesta puede verse afectada. Es importante que esa sensación de desilusión se invierta.

Nueva vieja orquesta

La Orquesta de Valencia cumple el año que viene 75 años. Su lugar en la vida musical valenciana a lo largo de esos años ha sido central. A lo largo de esa historia ha tenido época fáciles y difíciles pero en los últimos 30 años, desde la inauguración del Palau de la Música vive una época de estabilidad. Su calidad es menor que la de la Orquesta de la Comunitat y actualmente se puede considerar una orquesta de nivel medio dentro del panorama español.

La orquesta inició un proceso de modernización y profesionalización con la llegada de Gómez-Martínez. Ese camino se continuó en los primeros años de la titularidad de Yaron Traub. Sin embargo, en las últimas temporadas ha habido un estancamiento en la evolución de la orquesta. La razones de ello son principalmente dos. Por un lado, problemas de plantilla que hacen que no se cubran todas las bajas por jubilación. Por otro lado, Traub limitó considerablemente su repertorio y transmitió cierta sensación de monotonía. Ramón Tebar tiene el encargo de dar un nuevo impulso a la orquesta para volverla a poner al nivel de otras buenas orquestas españolas e ilusionar a una plantilla que a veces afronta los conciertos como un trámite.

La bicefalia entre Vicente Ros y Manuel Muñoz genera tensiones

A diferencia de lo que ocurre en la Orquesta de la Comunitat, los músicos de la Orquesta de Valencia han sido más indiscretos a la hora de evidenciar sus desacuerdos. No siempre las buena maneras les han acompañado. Un ejemplo tuvo lugar el pasado verano cuando se anunció la titularidad de Ramón Tebar. Los músicos repartieron un manifiesto manifestando que no se les había consultado. En general, hubo cierto malestar en la orquesta por el hecho de que se supiese por la prensa que se iba a contratar a Tebar. En realidad, fue un problema de asesoría. Por alguna razón, se decidió que era buena idea esperar a que terminase el contrato de Traub para anunciar su sustituto. Fue una decisión absurda. Cuando se anunció a la orquesta, ya era tarde. En el mundo de la música clásica se saben los sustitutos años antes de que ocupen su cargo y, normalmente, a mitad de contrato del titular saliente. Un buen ejemplo es que sabemos desde 2015 que Petrenko sustituirá a Rattle el año que viene al frente de la Filarmónica de Berlín.

Pero no es sólo eso. Guste o no, el modelo de gestión del Palau de la Música no termina de funcionar. La bicefalia entre Vicente Ros y Manuel Muñoz, además de incomprensible, genera tensiones innecesarias. Por otra parte, las programaciones han visto retrasada su presentación, en las dos temporadas anteriores se conoció apenas unas semanas antes de su inicio. Sólo este año se ha vuelto a una cierta normalidad.

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