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Valencia CF | Amanece en Mestalla

Montoya y Mina alejan el descenso con una victoria tres meses después

Héctor Esteban

Domingo, 15 de enero 2017, 09:56

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Voro tiene la habilidad de hacer que la lógica sea el camino más corto hacia la victoria. Un tipo que se aleja de estos ataques de entrenador que tanto daño hacen al fútbol. El Valencia de hoy en día no está para echarle un pulso a aquellos que habitan en los puestos de Champions. Ni de lejos. Pero sí para plantar cara al pelotón de la Liga. El único camino para la salvación, el objetivo real a 16 de enero. El técnico guadiana, con los mejores números de la terna de esta temporada, echó mano del manual del sentido común para derrotar al Espanyol. La misma fórmula que aplicó ante el Alavés y Leganés. El secreto está en que ningún jugador haga lo que no sabe. Es suficiente. Con esa máxima, la victoria siempre está más cerca.

El Valencia ganó y eso fue noticia. En Mestalla no lo hacía desde el 22 de septiembre, con el de lAlcúdia ya en el banquillo tras la destitución de Ayestarán. En Liga, desde el 16 de octubre, en el debut de Prandelli, la única victoria del italiano del italiano que dejó en la estacada a un club antes de las campanadas. La angustiosa travesía ha durado un trimestre, con sus días y sus noches. El triunfo de ayer sirve, primero, para confirmar la ligera mejoría del enfermo, todavía en la UVI, que es la antesala de los puestos de descenso. Hoy tiene más sentido que nunca aquello del partido a partido. Los pitonisos no aportan en este trayecto. La victoria servirá para, al menos durante esta semana, dar portazo a los nervios en el vestuario.

El Valencia jugó bien. Lo suficiente para que el de ayer fuera el mejor partido de la presente temporada. Los elementos se alinearon. Compromiso local y un rival desaparecido. Además, la jornada salió redonda tras la derrota del Sporting en El Molinón. En Los Cármenes, empate con sabor a Segunda. El Valencia ya le saca dos cabezas al descenso. A cuatro puntos. El once de Voro recuperó efectivos. Garay se alistó voluntario para la batalla. Santos y Nani se alinearon en la titularidad después de muchas jornadas de baja y más de uno, como es el caso de Enzo Pérez y Santi Mina, dio un paso al frente. Además, Mestalla dejó de rendir cuentas y animó para olvidar las tardes de velatorio. El apoyo incondicional fue clave para serenar al equipo.

La aparición de Carlos Soler ha abierto la puerta al fútbol. El canterano, sobre el que cayó la responsabilidad de mover al equipo durante la pretemporada, ha sido un viajero sin minutos durante toda la campaña. Hasta que ha aparecido Voro y le ha encomendado una de las tareas más complicadas en el mundo del fútbol. Templar el centro del campo. Soler crece cada partido. Ayer dio una muestra más de que el futuro del Valencia pasa por casa. Sin agobios, el chaval tiene mucho recorrido en este equipo. Junto a él, un Enzo disciplinado y el atrevimiento de Parejo para lograr un notable en la medular.

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Por primera vez en toda la temporada, el Valencia ganó el centro del campo con claridad. La presencia de Soler es un plus -a los cinco minutos un defensa del Espanyol sacó en la línea un disparo suyo- pero también es cierto que el Espanyol se presentó en Mestalla huérfano de actitud. Javi Fuego sostuvo pero Jurado, llamado a poner en problemas a la frágil cabeza valencianista, se paseó por Mestalla sin dar signos de vida. Los catalanes echaron de menos la calidad de un tipo que ya está de vuelta. Quique buscó el caos, el terreno en el que el Valencia sucumbe, pero ni se acercó al objetivo. Montoya y Gayà dieron oficio a los laterales, con más alegría por la izquierda en colaboración con Nani para hacer daño a Diego Reyes, que trataba de cumplir su interinidad por la banda.

El gol llegó pronto. Por inercia. En la jugada más hilada de toda la temporada. Montoya y Mina levantaron la propuesta a base de paredes, Parejo hizo de tiralíneas al hueco y Nani centró raso para que Montoya, el origen de todo, pusiera en ventaja al Valencia. La jugada se resume en una palabra: fútbol. Es la primera vez en toda esta campaña que un equipo que ha vivido de revolcón en revolcón se pone por delante con la combinación y el pase como arma de destrucción masiva. En el minuto 24, el marcador de Mestalla reflejó 89 pases en zona de ataque para el Valencia frente a los ocho del Espanyol. Una estadística que machacaba la rácana propuesta de Quique en Mestalla. El Espanyol, agazapado, comparecío con la estrategia de salir a la contra. Su problema es que nunca lo logró.

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Es cierto que el Valencia, por delante en el marcador, se metió solito en el desfiladero del riesgo aunque sin agobios como en anteriores encuentros. Con ciertas dudas pero sin abrir la puerta a tiernos fantasmas. Diego Alves hizo una buena intervención en el único disparo del Espanyol en la primera parte y el descanso sirvió para recomponer filas.

La reanudación siguió el mismo patrón. El centro del campo mantuvo la carburación y por las bandas Gayà y Montoya trabajaron a un gran nivel. El centro de la defensa cumplió. El partido anduvo sin noticias de interés hasta que el colegiado Sánchez Martínez mostró una baraja de amarillas. El pito se le fue de las manos. Ametralló al Valencia sin contemplaciones. Siempre por exceso. Mestalla le cantó «burro». A pulmón.

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Ni el trencilla descentró al Valencia. Parejo es un lujo a balón parado. Desde la izquierda, lanzó una falta que pareció que Diego López sacó de dentro. Por si acaso, Santi Mina de cabeza sentenció. El acta le dio el gol al gallego. Poco antes, Quique se había jugado la carta de Reyes. Con dos abajo, el Espanyol dio algo más de guerra. Una segunda jugada tras un corner propició el paradón de la mañana de Alves, rechace y gol de David López. Otra vez sin la portería a cero. Retos que son necesarios cumplir. Esta vez los últimos minutos del partido no fueron un deja vu. Respiro. Amaneció en Mestalla con una victoria que debe de ser un punto de inflexión.

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