Mario Alberto Kempes. Ilustración: Iván Mata

Mario Alberto Kempes ficha por LAS PROVINCIAS

El campeón del mundo diseccionará todos los viernes la actualidad del Valencia en la edición digital del periódico

Antonio Badillo

Valencia

Viernes, 8 de agosto 2025

Ciento seis años de historia dan para muchos mitos, pero él es la leyenda absoluta de Mestalla, el Matador, sobrenombre que ya traía puesto desde Argentina pero afiló a base de goles en el Valencia. Estaba escrito que aquel genio alto y greñudo sería eterno, así que cuando la edad le pinchó el balón se subió al globo de la comunicación. Hoy es una de las voces más reputadas de la prestigiosa cadena ESPN, comentarista de lujo de los partidos de la Liga española, y desde esta semana se convierte también en analista del Valencia CF para LAS PROVINCIAS. Mario Alberto Kempes diseccionará todos los viernes la actualidad del club de su vida -«soy hincha de todos los equipos cuya camiseta defendí», resume con elegancia-. Lo hará en la web del periódico y sus comentarios también saltarán a la edición impresa, en lo que supone su regreso a la tierra que abandonó hace ya 21 años -«fue nacer la nena y venirnos acá»- para asentarse en Estados Unidos, desde 2019 en la bahía de Tampa.

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Kempes no es otro exfutbolista que habla. Kempes se moja pese al sabañón emocional de juzgar a los antiguos compañeros de pupitre. «Trato de evitar que el ego me traicione y también procuro no ensañarme, pero si tengo que hablar bien lo hago y si he de hablar mal también. ¿Es ético mentir a la gente? Qué buen partido hizo el Valencia. ¿Y cómo quedó? Perdió por 0-6. No, quiero ser profesional. Hay quienes piensan con la camiseta que llevan puesta y cierran los ojos. No es mi caso».

Para el nuevo analista de LAS PROVINCIAS, el salto a los medios supuso una forma de amortiguar el declive. Llegado el momento es el fútbol quien te retira, y en su caso la pelota se olvidó de él pasados los cuarenta, escupiéndoselo a la cara en la cancha de Rosario Central, en un duelo contra Newell's. Supo encajarlo y hacerse a un lado. «No puedes estirar la cuerda. De pronto estás entre chicos jóvenes que ni te conocen, si saben de ti es por sus padres, y claro, no te van a respetar, si te tienen que dar una patada te la dan. Uno ha de saber cuándo colgar los botines».

El talento de Bell Ville, la localidad cordobesa que lo regaló al mundo un 15 de julio de hace 71 años, siempre tuvo buena relación con la prensa. Antes era más fácil la convivencia entre el héroe y la pluma que narra sus proezas. «En Valencia había tres periodistas», recuerda, y su memoria traza cabriolas entre charlas en cafeterías, relaciones de respeto mutuo en un mundo sin teléfonos móviles ni fotos indiscretas y anécdotas reveladoras del exceso de confianza. Ahí va una. «Jamás me acostumbré al horario español, sabían que yo llegaba a casa, a las 12 o 12.30 comía y dormía la siesta. Hasta las tres de la tarde no me podían llamar. Suena un día el teléfono. Era uno de ellos. Mario, me dice, que he de entrevistarte. Le respondo que no son horas y suelta: 'No, si sólo es decirte que mañana sale, como te pregunto siempre lo mismo y tú me contestas también lo mismo, pues ya la escribí'». Interrumpe su relato la risa contagiosa. «No había cuchillos bajo la camisa», sentencia, aunque «si tenían que hablar mal de vos lo hacían».

Kempes cambió de bando en Valencia, «nunca he hecho nada de esto, les advertí», pero qué sabe de miedo quien entre Mestalla y el Rico Pérez fue capaz de jugarse las rodillas sobre el parqué con Autocares Luz. Aquí hizo radio y televisión, luego lo reclutó la ESPN. «Me gustó y les gustó», resume, y por eso ahí sigue. Cuando sus colegas americanos le piden que ponga fecha al final de la agonía del Valencia, él no se arruga: «Durará hasta que los que mandan se cansen y se vayan». Un analista sin pelos en la lengua que ahora vuelve a casa, a LAS PROVINCIAS.

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