Eloy Olaya, un fichaje de relumbrón
EL TÚNEL DEL TIEMPO ·
En verano de 1988 y aliviada la situación económica del Valencia, llegó junto a otros dos atacantes procedentes del Sporting, Lucho Flores y Zurdi, sacó provecho de su contrastada astucia y estuvo en el club hasta la final del agua de 1995PACO LLORET
Sábado, 14 de enero 2023, 01:24
Con el fichaje de Eloy Olaya terminaron los años de forzada estrechez económica en el club de Mestalla. Después de superar la profunda crisis de ... mediados de los años ochenta, la entidad presidida por Arturo Tuzón daba un paso al frente. Aliviada la situación financiera, invertía de forma decidida para recuperar el protagonismo deportivo perdido. El delantero asturiano, avalado por su internacionalidad y su condición de mundialista, no llegó solo a Valencia, le acompañaban en la operación otros dos jugadores de ataque: Lucho Flores y Zurdi, todos ellos compañeros en el Sporting de la campaña 87-88. Del trío de refuerzos procedentes de Gijón, Eloy fue el que mejor rindió.
Publicidad
El verano de 1988 marcó un punto de inflexión en la vida del Valencia. Víctor Espárrago se hizo cargo de la preparación del equipo con el propósito de dar un salto cualitativo después de un ejercicio, alterado por algunas turbulencias, de aclimatación tras el regreso a primera división. Había que despegar hacía la zona noble de la que se había salido cinco años antes. El técnico uruguayo llegó al lugar adecuado en el momento oportuno. Se iniciaba una nueva era en la que Eloy Olaya iba a desempeñar un papel crucial. Su papel de referente imprescindible en la vanguardia se iba a mantener durante varias temporadas. Por su calidad y experiencia, el equipo se beneficiaba de un delantero que aportaba trabajo y goles. Después de Fernando Gómez, fue el segundo máximo goleador de la plantilla en su primera campaña, la 88-99, cuando el Valencia finalizó tercero y se aseguró el regreso a las competiciones europeas.
Eloy sacaba provecho de su contrastada astucia en los terrenos de juego. El asturiano se convertía en un incordio constante para los rivales por su movilidad constante y sentido del desmarque. En su amplio catálogo de recursos destacaba su consumada habilidad para encontrar los espacios y su rapidez. Ese olfato para encontrar los espacios libres permitía, al mismo tiempo, la incorporación al ataque de los jugadores del centro del campo que se beneficiaban de esa labor. Pese a su corta estatura no iba mal de cabeza, como bien supo Arconada cuando el 1 de enero de 1989 recibió el único gol de la tarde en Mestalla gracias a un preciso remate con la testa de Eloy en la recta final del encuentro. No fue el único gol decisivo que consiguió. En Málaga, en el último minuto firmó el tanto de la victoria, algo que se repitió también en Sarrià cuando los valencianistas habían puesto una velocidad de crucero que les garantizó acabar el campeonato en la parte alta de la tabla.
Su estreno goleador tuvo lugar en la cuarta jornada, ante el Real Murcia en Mestalla, en un partido resuelto de forma inapelable con tres goles en la primera media hora. Su rendimiento mejoró al año siguiente. Con la llegada de Lubo Penev, el Valencia dispuso de un ataque de nivel y sus prestaciones realizadoras lo agradecieron. De los 39 goles de la campaña 88-89, una cifra baja compensada por la magnífica eficacia defensiva, se pasó a 67 tantos en la 89-90. Además del búlgaro, máximo realizador igualado con el incombustible Fernando, aterrizó el brasileño Toni. A ellos se unía Fenoll en una delantera con más alternativas que en temporadas precedentes. A principios de este ejercicio, Eloy consiguió su primer doblete, fue ante el Real Zaragoza en Mestalla, con un ajustado triunfo por 2-1.
Publicidad
Eloy Olaya nunca fue un gran goleador, se movía en unos parámetros realizadores discretos pero aceptables. La constancia y la regularidad en el rendimiento le distinguían, así como su fácil adaptación al equipo. Lo hacía fácil, no era brillante pero los entrenadores no dudaban a la hora de incluirlo en las formaciones. Su tercera campaña, la 90-91, la última de Espárrago en el banquillo, supuso un paso atrás. Su querido Sporting privó al Valencia de entrar en Europa en la última jornada, cuando el árbitro malagueño Martín Navarrete cometió un error de bulto al anular un gol a Robert, legal a todas luces. De aquella campaña de declive se recuperó el equipo con el relevo de entrenador. Guus Hiddink tomó la batuta y Eloy volvió a destacar de forma sobresaliente. Tan sólo se perdió un partido en la Liga y mejoró sus registros goleadores. Curiosamente, firmó sendos dobletes en Mestalla contra los dos clubes asturianos, triunfo por 6-3 ante el Real Oviedo y por 3-1 contra su antiguo club.
Eloy Olaya aún se mantuvo en el once ideal de un equipo al que la afición le exigía algo más que la rutinaria clasificación para Europa. El ejercicio 92-93 se desarrolló bajo una fuerte presión ambiental y movimientos sísmicos en la grada y en los despachos. Los cambios y las tensiones prendieron en la entidad y, paulatinamente, Eloy dejó de ser titular inamovible. Después de la final del agua de 1995 regresó a Gijón y cerró su etapa en Mestalla.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión