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Valencia-Athletic. AFP

Rodrigo, de fiesta en fiesta en Mestalla

El delantero facilitó el pase a la final de la Copa y repite experiencia frente al Athletic con un tanto espectacular

Domingo, 3 de marzo 2019, 20:08

El Valencia CF recibe al Athletic Club para el partido correspondiente a la jornada 26 de LaLiga, a las 20:45 horas en Mestalla.

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Once de Marcelino García Toral: Neto, Wass, Roncaglia, Diakhaby, Gayà, Ferran Torres, Kondogbia, Parejo, Cheryshev, Rodrigo Moreno y Santi Mina.

Once del técnico del Athletic, Gaizka Garitano: Iago Herrerín, Iñigo Martínez, Yeray Álvarez, Etxebarria, Iñaki Williams, Iker Muniain, Berchiche, Dani García, De Marcos, Ibai Gómez y Raúl García.

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LA PREVIA de J.C. Valldecabres

Todavía con esa sonrisilla algo tontuna que se le queda a más de uno 72 horas después del subidón de adrenalina de la noche del jueves, el Valencia vuelve a la oficina. Y se va a encontrar con la mesa de trabajo llena de tareas. La primera es la más gratificante: reencontrarse con la afición. Nadie duda de la ovación que se van a llevar los futbolistas cuando asomen por el túnel de vestuarios. A la afición del Valencia se le puede decir muchas cosas, pero no se le puede echar nunca en cara su extrema generosidad cuando se trata de alcanzar la meta propuesta. Una ya se ha logrado: plantarse en Sevilla. La otra es la que trae de cabeza a Marcelino, que todavía no ha dado con la tecla adecuada para enderezar el rumbo en Liga. El Valencia, y en concreto su entrenador, tiene tres meses por delante para gestionar de manera adecuada el entusiasmo de unos con las necesidades de otros.

Si Lim viene, como así parece, este jueves a Mestalla para ver el choque contra el Krasnodar, se encontrará por primera vez un Mestalla rendido al éxtasis. El problema es que hasta ese 25 de mayo, hay mucho que hacer todavía. Y el máximo accionista exige negro sobre blanco resultados. Por eso esta noche está en juego algo más que tres puntos. El Athletic, que empezó la Liga dando peligrosos bandazos, ha ido poco a poco creciéndose y a día de hoy tiene el mismo botín que los valencianistas. Es pues un rival bastante serio para pelear por una plaza en la Europa League.

El crecimiento experimentado por el conjunto vasco tiene un responsable: su director de orquesta. Con Garitano en el banquillo, el equipo ha sumado 22 puntos en las últimas once jornadas. Por eso en Bilbao se ha pasado de hablar del descenso a debatir sobre las opciones de colarse incluso en Europa. La trayectoria en esta fase de competición es más que digna, con seis victorias, cuatros empates y una sola derrota, siendo el equipo menos goleado en ese tramo (5 tantos). Para hacerse una idea, si se compara con el Valencia, de esos 33 últimos puntos en juego, los de Marcelino han sumado 16, seis menos. Las posiciones están bastante apretadas en esa zona y cualquier desliz ahora, en caso de empate final, puede ser decisivo.

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Al Valencia, lógicamente, lo que más le penaliza es esa extraña limitación que tiene para ganar los encuentros. Venga empate (15 en la competición doméstica). Cuando no es por un error en la marca, es por un ramalazo de inspiración del rival; cuando no le pega Gayà a la escuadra es Rodrigo el que roza el poste (ambas situaciones se dieron en Leganés); y cuando todo parece estar bajo control, llega el descontrol.

Viene el Athletic más descansado y cómodo tras ganar 1-0 al Eibar la pasada jornada. Estuvieron los rojiblancos atentos a lo que ocurrió el jueves en Mestalla y de eso se quieren aprovechar, sobre todo desde el punto de vista físico. Marcelino está obligado a hacer cambios si no quiere que le reviente el equipo. El problema es escoger las piezas adecuadas para evitar que se descompense la estructura. Con Garay todavía lesionado, por ejemplo, y Paulista sometido a una exigencia máxima, pensar que la pareja de centrales puede ser la formada por Diakhaby y Roncaglia es entrar en un terreno peligroso. Ninguno de los dos es un virtuoso en el manejo del balón. Le toca acertar en esta y en otras combinaciones a Marcelino.

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No sólo las malas resacas te dejan mal cuerpo. También una noche mágica a veces provoca difíciles digestiones. Pero en Valencia sabemos divertirnos. Si nos pegamos una buena fiesta, pues la siguiente todavía es mejor. Rodrigo nació en Río de Janeiro -justo allí saben de parrandas- pero es tan valenciano como Chimo Bayo. Llegó el día clave para meterse en la final de Copa del Rey once años después y allí estaba el internacional para marcarse el primer baile. Se mueve bien, la verdad. Sólo tres días después volvía a conocer la noche. Y el zapateo fue de clase magistral. Tanto se gustó que descartó su dulce zurda para marcar un golazo con la derecha. Asociado con su amiguete Santi Mina, el gallego le dejó el balón de cabeza y Rodrigo la empalmó al fondo de la red. Séptimo gol del primo de Thiago y Rafinho entre Liga y Copa en un mes y tres semanas. Lo hacía, además, contra un muro. Rompía una racha de 373 minutos sin que Iago Herrerín tuviera que agacharse para recoger un balón desde dentro de su portería. Gameiro remató la faena casi al final.

Victoria. Por fin. Todavía resuena el triunfo copero, pero en la competición de la regularidad el Valencia sólo sabía empatar. Llevaba quince -el Athletic no le iba a la zaga y acumulaba doce- y por ahora la cifra se frena ahí. Los puestos de la Liga de Campeones son tan necesarios que sólo se puede sumar de tres en tres. Con el Sevilla desfondado, ahora son Getafe (otra vez Getafe) y Alavés los rivales a batir. En circunstancias normales no debería tener problema el grupo de Marcelino con sendos rivales, aunque son duros, de titanio, muy pesados. Para superarles habrá que sudar tinta. Pero no es negociable para el Valencia. Es garantizarse el futuro. La economía lo precisa y este grupo de futbolistas y, sobre todo, su afición debe estar en la aristocracia europea. Qué menos.

El partido se jugó como quiso Parejo. El capitán ha llegado a nivel de excelencia supremo. Marcelino ni se atreve a dejarlo fuera. Es el hombre más necesario de este equipo. Juega y hace jugar. Recuperó a su compinche Kondogbia, como en las buenas tarde de la temporada pasada. Bloquearon el juego del Athletic, que lo intentó la mayor parte de veces con la mala leche de Raúl García y con algunas internadas por la banda. Poco más. El único momento de duda llegó muy pronto, en el minuto nueve, cuando Diakhaby mandó al suelo a Raúl García en el área. Nervios. Dedo al pinganillo del árbitro. Pero nada. Sigan. El mosqueo del navarro le duró hasta el final del partido. El que molestó mucho a los vascos fue Gayà. Diez minutos le costó arrancar, pero luego ya no paró. Empezó a correr la banda como un galgo. Primero lanzó un centro que no encontró rematador y en la posterior el rechace de la defensa le llegó a Wass, que disparó y el balón salió rozando el palo. Raúl García mantenía la furia y lo intentó en un disparo que se marchó alto. Este futbolista lo quieres tener siempre en tu equipo porque lo protesta todo, porque molesta a los rivales, porque empuja a sus compañeros. Pero enfrente es el tío más pesado del mundo. Un incordio.

Rodrigo tuvo la primera con un pase de Ferran Torres, pero la defensa bilbaína estuvo acertadísima. Luego era Parejo, quien seguía levitando sobre el césped, el que quiso dar un paso más con un gol. No lo consiguió. Dio igual. Verlo jugar es un placer. El madrileño será siempre un ejemplo de cómo se llega a triunfar por insistencia. Nunca le han afectado ni los pitos, ni los insultos, ni las peticiones a Marcelino de que lo mandara al banquillo. Él a lo suyo, haciendo camino, demostrando que Di Stéfano sabía de esto cuando lo bautizó como un futbolista total. Además de toda la producción atacante, en defensa roba como el que más. Entre él y Kondogbia no dejaron pasar a ningún rival. Stop. Para casi todos. Para Raúl García no. Aún disfrutó de una opción en un cabezazo a la media hora de partido. Ahí se acabó. Continuó peleando, pero ya sin precisión. Kondogbia pudo marcar casi al final de la primera parte pero fue fuego amigo, ya que golpeó en Cheryshev y el balón se marchó fuea. El Valencia dominaba pero no llegaba el gol. Pero se han acabado las dudas. El éxito de la Copa del Rey ha alumbrado a este equipo también en la Liga.

Fue salir del vestuario y comenzó el espectáculo del bueno. Eran cuatro empates consecutivos en Mestalla y había que ponerle fin. ¿Y quién mejor que Rodrigo? Pues nadie. Se asoció en una pared con Santi Mina, su compañero más habitual en la delantera, para que el balón le llegara a su pierna derecha y empalmar un chut perfecto. Herrerín se estiró pero creo que sólo fue para la fotografía, porque el tiro era imparable.

Mestalla hervía de ilusión. Final en Sevilla, vivos en la Europa League y con los puestos de Champions a dos buenos resultados. El equipo se animó. No se tiró atrás como en los momentos de depresión. Siguió jugando. Continuó Parejo mandando. Mantuvo Kondogbia el pegamento en las botas. El francés también se estiró en ataque y la tuvo de cabeza en el minuto 71 pero el balón salió fuera. Luego Gameiro rozó el palo en un chut con mala lecha. Marcelino había hecho los tres cambios y el técnico está tocado con una varita mágica. El ejemplo fue el último tanto. Los tres futbolistas que habían entrado al campo tocaron el balón. De Kondogbia el esférico fue a Guedes, del portugués a Carlos Soler y el centro del valenciano lo remató Gameiro con facilidad. Era el minuto 89. Se acabó el partido. Terminó la fiesta de Rodrigo. Pero no será la última. Con el internacional siempre hay que hablar de penúltima. Disfruten. Lo merecen.

Valencia CF

Neto, Wass, Roncaglia, Diakhaby, Gayà, Kondogbia, Parejo, Ferran (Carlos Soler, m.76), Cheryshev, Rodrigo (Guedes, m.79) y Santi Mina (Gameiro, m.70)

2

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0

Athletic Club

Herrerín, De Marcos, Yeray, Íñigo Martínez, Yuri, Dani García, Beñat (San José, m.63), Ibai Gómez (Susaeta, m.81), Muniain, Raúl García (Kodro, m.66) y Williams

  • GOLES: 1-0, m.49: Rodrigo Moreno. 2-0, m.89: Gameiro

  • ÁRBITRO: Medié Jiménez (Comité catalán). Mostró tarjeta amarilla a los visitantes Raúl García, Yerai e Íñigo

  • INCIDENCIAS: partido correspondiente a la jornada 26 de LaLiga Santander disputado en el estadio de Mestalla ante 39.041 espectadores

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