No veo sapos, veo personas
Sentí profunda vergüenza al escuchar el cántico de la Curva Nord contra los aficionados del Levante UD en un derbi ganado por el Valencia gracias a Almeida, Gayà y Hugo Duro
Con ya medio siglo de militancia y orgullo valencianista, sentí profunda vergüenza al escuchar los cánticos de la Curva Nord contra los aficionados del Levante ... UD, secundados eventualmente por casi todo Mestalla en la parte final y más caliente del derbi disputado el viernes en la capital valenciana: «Sapo que veo, sapo que apaleo». ¿Pero qué es esto? El pareado no tiene ninguna gracia y no deberíamos normalizarlo como parte de la rivalidad. Ni es ingenioso ni es inofensivo. Es violencia verbal y latente. El derbi transcurrió después dentro de los cauces deportivos y con los rifirrafes, esto sí aceptables, propios de enfrentamientos entre vecinos de ciudad. Ganó merecidamente el Valencia CF gracias a la calidad en el pase de Almeida, constructor de un hilo al juego; a la personalidad para sobreponerse de Gayà, cada vez más cerca del gran jugador que ha sido; y a la capacidad de remate de Hugo Duro, el único con instinto depredador en la plantilla de Corberán (el golazo de chilena será uno de los mejores del campeonato). Seamos realistas: los dos equipos lucharán por mantenerse en Primera y poco más, con menos opciones para el Levante UD, una calamidad en defensa, si no se refuerza en esa línea en el mercado de invierno. Gustó en Mestalla Carlos Álvarez (un control suyo fue saludado con un suspiro de admiración) por ser un futbolista distinto a todos, una especie en extinción. El VCF de otros tiempos pagaría su cláusula de rescisión y se lo llevaría. A él y a Yeremai, del Deportivo. Jugadores para paladares muy finos, tan escasos ahora en el VCF de Corberán.
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El caso de Anna Gómez. El capitán valencianista Gayà lució en el derbi un brazalete con las grafías '25N' en alusión al día contra la violencia machista en el deporte. Viene a cuento de la escalofriante historia contada por la exbaloncestita Anna Gómez, ahora de 39 años, capitana en su día del València Bàsquet y antes formada en el histórico Club Bàsquet Godella, la pasada semana en un instituto de Montcada. La exbase relató cómo, siendo una jovencita de 22 años, acudió a pasar un reconocimiento médico en un club profesional cuyo nombre no quiso citar. Alguien le advirtió de que el médico era «especialito». En la consulta, el galeno la invitó a desnudarse. Ella se quedó en pantaloncito y un top. El médico la instó a quitarse la parte de arriba. Ella se negó. «Márchate», le dijo. El resultado fue un «NO APTA». ¿Qué club permitía a semejante tiparraco pasar la revisión médica de sus jugadoras? Estaría bien saberlo y también el nombre del susodicho para evitar que siga ejerciendo allá donde esté.
El triunfo de Pellegrino. En sus años como central valencianista se hizo querer Mauricio Pellegrino, tipo íntegro junto a su inseparable Xavi Tamarit, ayudante e hijo del periodista Jaume Tamarit. Y nos congratulamos de su éxito con el Lanús al haber conquistado la Copa Sudamericana el pasado sábado en Asunción (Paraguay), 5-4 en la tanda de penaltis, ante el Atlético Mineiro brasileño de Hulk, aquel hipermusculado atacante del Oporto. Es el primer título como técnico de Pellegrino, pero no será el último. Se lo merecen todo tanto por su sapiencia futbolística como por su carácter afable que todos en Valencia recuerdan.
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