¡Ya está bien!
El Valencia vuelve a derrumbarse ante un colista con diez y otra vez a balón parado | Corberán deja a Foulquier, Gayà, Hugo Duro y Javi Guerra en el banquillo, y la entrada del centrocampista de Gilet tras el descanso deja en evidencia el error de su suplencia
«Le pedimos disculpas a los aficionados»... es lo mínimo. «Les entendemos»... es más que probable que no del todo. «Estamos en una transición que ... está en marcha»... ¿transi... qué? «Necesitamos su apoyo»... ¿más aún? «Estamos viendo progreso»... ¡jajajaja! ¿En serio? ¿Se ha creído Ron Gourlay que con cuatro tópicos y dos frases hechas puede ventilarse el asunto? ¡Que el Valencia ha vuelto a perder contra otro colista, y encima jugando contra diez clavándotela de nuevo a balón parado! ¡Ya está bien! No hay derecho que a esta verborrea del CEO de fútbol del Valencia le siga un disgusto del calado de Girona. Escudarse en que el equipo remató infinitamente más que el rival es una excusa baratilla que lo único que hace es provocar más indignación de la que hay. El purgatorio de cada semana se ha instalado como rutina básica. El manual que maneja la plantilla es claro: 'Si hacemos el ridículo y palmamos, nos vamos a aguantar el chaparrón donde estén nuestros aficionados. Lo hacemos en silencio con cara de compungidos y luego a la ducha'. La imagen, tristemente, se ha convertido ya en lo habitual. Este Valencia no es ni de lejos el que se podía imaginar y lo peor es que a Corberán se le empiezan a agotar los argumentos para defender lo indefendible. Hacen falta tantos puntos como ideas nuevas y frescas.
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Después de la tormenta del día del Oviedo, a Corberán le esperan dos largas semanas de tempestad. Hay mucha tela que cortar, mucha reflexión interna que hacer, tanto en lo colectivo como en lo individual. Es difícil pensar que al Valencia no le dé ni para empatar contra un rival castigado por las bajas, que no sólo no había ganado un partido sino que había dado sobradas muestras de una gran limitación en sus recursos. Lo peor no es volverte de vacío, que duele y mucho, lo verdaderamente preocupante es hacerle la digestión a esa primera parte que mostraron los valencianistas. No se puede ser más mediocre. Más aún viniendo de dónde se venía. Después de la vergüenza del otro día en Mestalla, qué menos que salir al campo a triturar al rival y hacerle ver desde el primer minuto de juego que este Valencia o se anda con tonterías. Qué lástima.
Y, encima, esa imagen tan paupérrima le hace un flaco favor al entrenador y su renovada apuesta. Ni Foulquier, ni Gayà, ni Hugo Duro ni el sarpullido que da ver a Javi Guerra en el banquillo. Vaya atrevimiento de Corberán con el de Gilet. Se creía el técnico que con Santamaría y Pepelu se iba a cocinar algo con sentido. El Valencia naufragó de todas todas. Empezó el desaguisado con la lesión de Diakhaby que casi cuesta el gol de Portu, siguió con la torrija mental y física de Thierry (vaya partido se marcó) y se cerró con la sensación una vez más de que Copete no tiene –por ahora– nivel para mantener al Valencia en defensa. El golazo de Vanat reforzó esa demostración de inoperancia colectiva, aún a pesar de que desde el banquillo se dieron sobre la marcha instrucciones para quitar a Danjuma de pareja de un diluido Lucas Beltrán y tirarlo a la banda. Salvo ese apunte y un intencionado tiro de Jesús Vázquez, poco que añadir. Es triste pero era la realidad.
Hasta que a Corberán le dio por rectificar ese ataque de entrenador que parece ser que tuvo. Por fin Javi Guerra sobre el césped. Y el de Gilet se echó el equipo a la espalda. Tiene suficiente nivel para hacerlo. Sólo tiene que demostrarlo. Como hizo en esa segunda mitad. El Valencia se transformó por completo. El recital del centrocampista hizo que el grupo fuera palpitando. El latigazo de Diego López al larguero fue el preludio del empate. Danjuma exprimió su velocidad por la línea de fondo y el asturiano cumplía con su rol de 9. Más de media hora por delante para plantearse seriamente la solución al desastre. Un chut de Javi Guerra, otro de Thierry, uno de Ramazani... los golpes iban llegando pero ninguno entraba. La diferencia de fuerzas era más que notable. La transformación era evidente. Del juego sin sentido a la sensatez. Del acompañamiento al rival a la autoridad.
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Pero entre los males que persiguen a este Valencia que nadie sabe a qué aspira está este año lo del balón parado. Y no porque no se sepa. Se sabe, se analiza y se trabaja para corregirlo. Pero no hay forma. Pasó el día del Espanyol, se repitió contra el Oviedo y el Girona escarbó en la herida. Una falta, balón largo al segundo palo, la defensa recula, un remate casi a bocajarro que rechaza como puede Agirrezabala y otro remate al que nadie pone remedio. La sentencia llega en ese tipo de acciones tan crueles que lo echan todo a perder por falta de concentración o por mal posicionamiento. El chat de Corberán y sus ayudantes va a echar humo. Hay que buscar soluciones. El valencianismo no merece este maltratato y que, encima, se le vuelva a pedir ayuda. ¿No es suficiente con esos cuarenta mil que llenan Mestalla y esos cientos que se pegan panzadas de kilómetros? Corberán, espabila.
FICHA TÉCNICA
Girona: Gazzaniga, Arnau Francés (Rincón, 23'), Reis, Blind, Moreno, Witsel, Martín, Asprilla (Lass, 83'), Portu (Bryan Gil, 83'), Vanat (Stuani, 68').
Valencia: Agirrezabala, Thierry R. (Ramazani, 72), Tárrega, Diakhaby (Copete, 6'), J. Vázquez, Santamaría (Javi Guerra, 46'), Pepelu, L. Rioja, Diego López (Raba, 83'), Beltrán (Hugo Duro, 72') y Danjuma.
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GOLES: 1-0, Vanat (18'). 1-1, Diego López (58'). 2-1, Arnau (63').
ÁRBITRO: Isidro Díaz de Mera (C. de Castilla-La Mancha). Amonestó a Vitor Reis, Luis Rioja, Iván Martín (2), Arnau y Francés (en el banquillo).
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