Los usuarios desoyen los cierres en Port Saplaya y se bañan pese a los vertidos
Los ciudadanos que acuden a las playas de Alboraya ponen en riesgo su salud a cambio de tener más espacio en arenales restringidos
Una treintena de playas han tenido que cerrar este verano en algún momento por la presencia de vertidos que ponen en riesgo la salud de ... los bañistas. Con la polémica servida por saber quién es el responsable de la presencia de bacterias que llegan hasta la costa, la ola de calor y las altas temperaturas han favorecido que muchos usuarios desoigan los cierres decretados por el Ayuntamiento de Alboraya. De esta manera, este sábado aproximadamente un centenar de personas acudió a uno de los arenales cerrado al baño con tal de evitar las aglomeraciones que sí se registraron en otras playas abiertas al público. Así, algunos usuarios prefirieron arriesgar la salud con tal de ganar comodidad y espacio para pasar su día de playa.
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Este sábado se superaron los 37 grados centígrados (ºC) en la ciudad de Valencia. La apuesta de muchos usuarios para combatir el calor fue acudir a las playas. Con una amplia mayoría que suele decantarse entre los arenales del Cabanyal, Malvarrosa y Patacona, otros tantos se alejan de la capital del Turia apenas unos kilómetros en busca de un espacio más tranquilo, como suele ser Port Saplaya. Sin embargo, tanto la playa norte de las urbanizaciones como la playa habilitada para perros de la zona se encontraban dentro de la treintena de arenales cerrados este verano por la presencia de bacterias en el agua. Esta situación llevó a que durante la mañana de este sábado los bañistas se acumularan en las playas abiertas. Con el avance de las horas, esta situación llevó a que muchos otros, cansados de buscar un hueco cerca del mar, se decidieran por acudir a la playa de perros cerrada por los vertidos.
«Llevamos así muchos días y con este calor no podemos más», mencionaba un bañista. «Aquí viene mucha gente a pasar el día y si nos reducen las playas a casi la mitad es imposible hacerse un hueco. Toca buscar alternativas», reconocían desesperados. Sin embargo, tampoco parecían muy preocupados por los riesgos que podía suponer para la salud el hecho de bañarse en aguas contaminadas, ni tampoco los problemas para su cartera en caso de que la Policía les llamara la atención por utilizar una playa cerrada al público. «No hemos visto una patrulla en toda la mañana», sentenciaban.
De esta manera, la imagen era más que curiosa. Una valla presidía las escaleras que daban acceso al arenal. «Playa cerrada por riesgo microbiológico (altos parámetros en bacterias)», anunciaban los carteles pegados al vallado. Sin embargo, en el arenal se veían perros, sus dueños y hasta familias enteras que disfrutaban de la arena y (lo que es preocupante) el mar. Otro gran cartel se instalaba en la arena: «Playa no vigilada. Prohibido el baño». 'Pues si no está vigilada nadie me puede impedir que me bañe', debieron de pensar todas las personas que decidieron mirar hacia otro lado pese a las restricciones del Ayuntamiento de Alboraya. Este periódico trató de contactar con el Consistorio para preguntar acerca de cómo controlan las prohibiciones en sus playas, pero no hubo respuesta.
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Vecinos de las propias urbanizaciones en Port Saplaya comentaban que es un episodio bastante habitual desde el cierre de las playas esta campaña. «Yo salgo a correr todas las tardes cuando se ha ido el sol y las playas cerradas están llenas. Con este calor la gente no hace mucho caso a los cierres», comentaba Álvaro, residente. De hecho, según el joven, los vecinos sí suelen respetar las restricciones de su Ayuntamiento. «Cada año sufrimos algún cierre y sabemos que no es bueno darse un baño. Por eso buscamos hueco en las playas que sí están abiertas. o si a caso nos quedamos en la piscina de la comunidad. Estas semanas está llena y creo que es porque con las bacterias muchos no se atreven a bajar a la playa», confesaba.
Pese a que los residentes parecen ser más precavidos, este sábado muchos visitantes no pareció preocuparles mucho bañarse en aguas contaminadas, algo que les podría costar caro. Y es que bañarse en aguas con presencia de restos fecales puede ser peligroso, ya que puede ser el origen de una infección con vómitos, diarreas y hasta una gastroenteritis. La población con mayor riesgo suelen ser los menores, las personas mayores y aquellas con una patología previa.
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El control de aguas de baño se realiza mediante la determinación de los parámetros microbiológicos indicadores de contaminación de origen residual Escherichia coli y Enterococos intestinales. Fuentes de la Conselleria de Medio Ambiente señalan que pese a estos episodios puntuales las zonas de baño tienen una calificación excelente.
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