La plaza del Ayuntamiento
A partir de 1928
Andres Goerlich
Presidente Fundación Goerlich
Jueves, 6 de noviembre 2025, 17:06
La Plaza del Ayuntamiento es uno de los lugares donde se vive la ciudad y desde donde se hace ciudad. Sin duda, es el lugar que mejor representa el tránsito de la ciudad antigua a la modernidad.
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En los albores del siglo XX, Valencia contaba con apenas 200.000 habitantes, un siglo después, se ha convertido en una vanguardista y cosmopolita urbe, referente en Europa, habitada por más de 800.000 personas, a las que debemos sumar el doble, al entender Valencia y su conurbación como una unidad.
El tránsito a la modernidad se fraguó a comienzos del siglo pasado con fenómenos tales como la Exposición Regional Valenciana de 1909 o la asimilación del ideario higienizador blasquista que tanto caló en la sociedad de aquel tiempo y que entre otras muchas cosas preconizaba la necesidad de «derribar casas para abrir nuevas vías, hay que hacer desaparecer los barrios antiguos en el centro de la ciudad, donde se aglomera la vida de los pobres, llamando con su malsano hacinamiento a la muerte...».
Con este afán renovador, motivado en gran medida por las terribles epidemias sufridas a finales del XIX, se acometió a partir de 1905 la reforma del Barrio de Pescadores, convirtiendo una de las zonas más degradadas del casco en una áreas más lujosas y elegantes como son el perímetro conformado por las calles Barcas, Pascual y Genís y Lauria, aprovechando para dar señoriales fachadas a la actual Plaza con edificios tales como el Palacio de Correos o los modernistas Suay y Noguera proyectados por Mora, junto al Peñalver de Almenar, que da esquina con Barcas.
Pocos años después, ya en tiempos del Marqués de Sotelo como alcalde, se encargó al arquitecto municipal Javier Goerlich el proyecto de ampliación, reforma y urbanización de la Plaza, la cual dio comienzo en 1928 con el derribo de las casas existentes en la antigua Bajada de San Francisco, para proseguir con las obras de urbanización y nuevas alineaciones, no solo de aquel lateral de la plaza (números 1 a 7), sino también con la apertura y ensanche de las calles Ribera, Periodista Azzati, Sangre, En Llop y Cotanda, al tiempo que se construyeron los edificios historicistas, eclécticos, neobarrocos o modernistas de aquel espacio, a cargo de los mejores arquitectos valencianos del momento como Mora, Carbonell, Almenar, Goerlich y Borso, con monumentales fachadas como las del Palacio Municipal, Barrachina, Adriática de Seguros, Oltra y Gras-Bianchi inaugurados en 1930. Obras que fueron completadas con la apertura de la avenida de María Cristina, con el fin de conectar el Mercado Central con la Plaza y la Estación del Norte de Demetrio Ribes, construyéndose coetáneamente el Generali en el vértice norte de la Plaza dando fachada a San Vicente y María Cristina.
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A los pocos meses, ya en 1931, con el advenimiento de la República, cambiaron muchas cosas y entre otras los gustos estéticos y el lenguaje arquitectónico, transitando así abruptamente desde la profusión decorativa en la piel de los edificios a la sobriedad compositiva del racionalismo imperante a partir de aquel momento, de ahí, las excelentes muestras arquitectónicas de la manzana recayente a la Plaza entre las calles San Vicente a Barcelonina, con los edificios 'Chicago' Gil y Cervera de Rieta o el aerodinámico Hotel Londres de Goerlich, histórico establecimiento de la familia García-Berlanga Martí. Entre las calles Barcelonina y Barcas, tenemos otros interesantes edificios como el señalado con el número 16, también de Goerlich y junto al mismo, el icónico Teatro-Cine Rialto de Cayetano Borso, quien también con Artal dirigió la construcción del Ateneo Mercantil, otra de las instituciones históricas más arraigadas tanto en la sociedad valenciana como unida a la historia de la ciudad y la Plaza. Junto al Ateneo, nos encontramos con los edificios más contemporáneos y controvertidos, construidos al final de los sesenta en el encuentro con Barcas, proyectados por los arquitectos Gastaldi y los hermanos Pascual Gimeno.
Volvemos al comienzo de los tiempos de la República, en los que la Corporación encargó a su Arquitecto Mayor, acabar el conjunto arquitectónico y paisajístico con el macizo central elevado y mercado de flores semisubterráneo, coronado este en cada uno de sus vértices por una fuente que simbolizaba a cada una de las tres provincias que conforman nuestra Región. Aquel espacio, cargado de personalidad, inaugurado en 1933, por diversos avatares fue prematuramente demolido en 1961, mutilando el paisaje urbano y su original fisonomía, que en aquel tiempo junto con el Miguelete, Santa Catalina y las Torres de Serranos y Quart , identificaban a la ciudad para propios y extraños. Desde su derribo, la ciudad y el país han vivido diferentes episodios históricos relevantes, si bien aquel conjunto desde entonces, no ha sufrido mejora alguna tendente a recuperar la belleza y personalidad que antaño tuvo.
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En 2021, finalizando el confinamiento de la pandemia Covid, la Fundación Goerlich promovió la edición de un libro en el que 111 personas de diversas edades, tendencias y ámbitos profesionales plasmaron sus reflexiones en torno al pasado, presente y futuro de 'La Plaza', la obra finalizaba con 29 fichas identificando los edificios que conforman aquel espacio.
La Plaza, sin duda sigue siendo uno de los paisajes urbanos más interesantes de la ciudad, es una muestra que da testimonio de nuestra historia, personalidad propia, carácter y originalidad, también de que los valencianos somos capaces, a pesar de todos los contratiempos y adversidades, de hacer lo nuestro desde aquí por nosotros mismos, con talento y calidad. La Plaza es fruto de su tiempo y de cómo entendían los valencianos que nos precedieron, no solo la ciudad y su arquitectura, sino también Valencia como Cap i Casal.
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Aquel espacio sigue siendo hoy plenamente vital, a pesar de haber perdido en gran medida parte de su carácter con la desaparición de establecimientos como Barrachina, Balanzá, Lauria, Noel, Postre Martí, Oltra, Segarra, Maraguat y tantos otros, sustituidos por las franquicias globalizadoras que hacen a casi todas las ciudades, se encuentren donde se encuentren, más uniformes, impersonales y adocenadas.
El espacio sigue siendo plenamente vital, a pesar de haber perdido en gran medida parte de su carácter con la desaparición de establecimientos legendarios
Sea como fuere, aquella plaza-salón del siglo XX, se dispone próximamente a ser reformada y reurbanizada, con el fin de transformarla en la Plaza que el siglo XXI demanda. El arquitecto Miguel del Rey con su prestigioso equipo, ha ganado el concurso convocado en 2021 y con su proyecto 'Renatura', será quien diseñará y proyectará los espacios públicos, no solo de esta nueva plaza ya peatonal, sino también de parte de sus entornos más próximos como la avenida del Marqués de Sotelo. Deseamos que esta futura reforma, constituya todo un acierto, continuando la senda de vanguardia y modernidad que siempre nos ha caracterizado tanto como ciudad, como sociedad, y que los árboles no nos impidan ver el bosque.
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